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10 enseñanzas del cura de Ars tras sus combates con el demonio

Gaudium Press - publicado el 04/08/17
Satanás quiso impedir que celebrara misa e incendió su dormitorio

El Santo Cura de Ars nació en Francia en el año 1786. Fue un gran predicador, hacía muchas mortificaciones, fue un hombre de oración y caridad.

Tenía un don especial para la confesión. Por eso, venían personas de diferentes lugares para confesarse con él y escuchar sus santos consejos.

Por su fructífero trabajo pastoral fue nombrado patrono de los sacerdotes. También combatió contra el maligno en varias ocasiones, inclusive en algunas no solo espiritualmente.

En una de ellas, mientras se preparaba para celebrar la Misa, un hombre le dijo que su dormitorio se estaba incendiando. ¿Cuál fue su respuesta? "El Gruñón está furioso. Cuando no consigue agarrar el pájaro, él quema su jaula".

Entregó la llave para aquellos que iban ayudar a apagar el fuego. Sabía que Satanás quería impedir la misa y no lo permitió.

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Dios premió su perseverancia delante de las pruebas con un poder extraordinario que le permitía expulsar demonios de las personas poseídas.

Su confianza en Dios y su fe inamovible nos dan varias lecciones que pueden también ayudarnos en nuestras luchas del día a día en nuestra caminata en esta tierra. Sí, el mal existe; pero, Dios puede más... "¿Quién como Dios?".

1. No imagines que exista un lugar en la tierra donde podamos escapar de la lucha contra el demonio; si tenemos la gracia de Dios, que nunca nos es negada, podemos siempre triunfar.

2. Como el buen soldado no tiene miedo del combate, así el buen cristiano no debe tener miedo de la tentación. Todos los soldados son buenos en el campamento, pero es en el campo de batalla que se ve la diferencia entre corajudos y cobardes.

3. El demonio tienta solamente las almas que quieren salir del pecado y aquellas que están en estado de gracia. Las otras ya le pertenecen, no precisa tentarlas.

4. Una santa se quejó a Jesús después de la tentación, preguntándole: "¿dónde estabas, mi Jesús adorable, durante esta horrible tempestad?" A lo que Él le respondió: "Yo estaba bien en medio de su corazón, encantado en verla luchar".

5. Un cristiano debe siempre estar listo para el combate. Como en tiempo de guerra, tiene siempre centinelas aquí y allí para ver si el enemigo se aproxima. De la misma manera, debemos estar atentos para ver si el enemigo no está preparándonos trampas y, si él viene a tomarnos de sorpresa...

6. Tres cosas son absolutamente necesarias contra la tentación: la oración, para aclararnos; los sacramentos, para fortalecernos; y la vigilancia para preservarnos.

7. Con nuestros instintos la lucha es raramente de igual a igual: o nuestros instintos nos gobiernan o nosotros gobernamos nuestros instintos. ¡Qué triste es dejarse llevar por los instintos! Un cristiano es un noble; él debe, como un gran señor, mandar en sus vasallos.

8. Nuestro ángel de la guarda está siempre a nuestro lado, con la pluma en la mano, para escribir nuestras victorias. Precisamos decir todas las mañanas: "Vamos, mi alma, trabajemos para ganar el Cielo".

9. El demonio deja bien tranquilo a los malos cristianos; nadie se preocupa con ellos, mas contra aquellos que hacen el bien él suscita mil calumnias, mil ofensas.

10. La señal de la cruz es temida por el demonio porque es por la Cruz que escapamos de él. Es preciso hacer la señal de la cruz con mucho respeto. Comenzamos por la cabeza: es el principal, la creación, el Padre; después el corazón: el amor, la vida, la redención, el Hijo; por último, los hombros: la fuerza, el Espíritu Santo. Todo nos recuerda la cruz. Nosotros mismos estamos hechos en forma de cruz.

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