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Preguntas de este tipo pueden encontrarse en sitios educativos de medios sociales estilo Q&A, que usan estudiantes ofreciendo y buscando ayuda en el ámbito de la educación religiosa.
A nivel de escuela primaria, la pregunta podría parafrasearse como: “¿Por qué Jasna Góra es un lugar tan especial para los polacos?”. A nivel de secundaria, la pregunta podría ser más ambiciosa: “¿Por qué Jasna Góra es conocida como la capital espiritual de Polonia?”.
Sin embargo, hasta la fecha, probablemente ningún catequista haya pedido a sus estudiantes que escriban un ensayo sobre “¿Por qué Jasna Góra sigue siendo el lugar de peregrinación más visitado?”. Es una pregunta muy seria.
Jasna Góra: sin apariciones, pero con una imagen milagrosa
Las guías turísticas destacan que Jasna Góra es el centro mundial más grande de la devoción mariana, cuyo establecimiento y crecimiento no se ha vinculado con apariciones marianas. Es un hecho. María no se ha aparecido a nadie en alguna colina de la ciudad de Częstochowa y, aun así, Jasna Góra es uno de los mayores centros mundiales de adoración religiosa, solo por detrás de Lourdes en términos de devoción mariana.
La historia del lugar comenzó de la forma más inusual. En 1382, el duque Vladislao de Opole invitó al lugar a monjes de Hungría de la orden de San Pablo Primer Eremita, a quienes concedió una colina calcárea a 293 metros por encima del nivel del mal. Los paulinos llamaron al altozano Jasna Góra, es decir, Monte Claro, una referencia a su monasterio de San Lorenzo en la “montaña clara de la ciudad de Buda”. El regalo del duque incluía el monte con una pequeña iglesia de Nuestra Señora, Virgen y Socorro de los cristianos, además una imagen que representaba a la Virgen María con Su Hijo.
Sin embargo, no era un cuadro corriente, sino una imagen milagrosa ya entonces venerada por los fieles. La leyenda dice que era una de las dos pinturas realizadas por san Lucas en persona a partir de una tabla del hogar de la Sagrada Familia de Nazaret. El duque Vladislao de Opole la encontró en el castillo de Belz y la donó a los monjes.
Veneración de Nuestra Señora de Częstochowa
El nuevo monasterio se convirtió en un lugar importante y famoso desde el principio, ya que la pintura única atraía a muchos fieles. Desde que la imagen de María apareciera en Jasna Góra, fue decorada con ofrendas votivas, entregadas como muestras de agradecimiento por las gracias recibidas durante las oraciones frente a ella. Entre los peregrinos había húngaros, moravos, bohemios, silesianos, sajones, prusianos y lituanos.
Todo ello indica que el santuario tuvo desde sus comienzos un carácter internacional. Además, para los cristianos de la Primera República polaca se convirtió cada vez más en un convincente signo de unidad. Los datos archivados señalan que en la primera mitad del siglo XVIII los obispos instaron a los fundadores a extender la veneración de Nuestra Señora de Częstochowa en los territorios orientales de la república a través de la elaboración de copias de Su imagen, además de con la construcción de altares e iglesias consagradas a Ella.
La victoria contra los suecos y María como Reina de Polonia
La especial importancia del santuario de Jasna Góra aumentó tras la famosa defensa del santuario contra el ejército sueco en 1655 y después de los votos del rey polaco Juan II Casimiro (1656). Aunque los votos se hicieron en Lviv, frente a la imagen de Nuestra Señora de las Gracias en vez de en Częstochowa, estaban inequívocamente vinculados con el santuario paulino. Además, la imagen de Jasna Góra se vinculó cada vez más con el título de Reina de Polonia, que el mismo rey empleó en sus votos. Juan Casimiro visitó Jasna Góra el 16 de marzo de 1657 y rezó allí por la liberación polaca de la invasión española.
Por último, la excepcionalidad de Jasna Góra fue confirmada por el parlamento polaco en 1764, cuando se aprobaron leyes que expresamente nombraban a Nuestra Señora de Częstochowa como la Reina de Polonia. Esto ocurría casi medio siglo después de otro acontecimiento principal: la coronación en 1717 de la imagen milagrosa de Nuestra Señora con coronas papales, la primera coronación de este tipo fuera de Roma.
La singularidad de Jasna Góra y Nuestra Señora de Częstochowa en el mapa religioso de Polonia quedó reflejada en la obra de los artistas, quienes hacían frecuentes referencias al lugar y a la Virgen María en su imagen de Jasna Góra. La literatura contribuyó especialmente a la diseminación de la devoción mariana entre los polacos. Al respecto cabe mencionar algunos de los más grandes hombres y mujeres de las letras, como Wespazjan Kochowski, Juliusz Słowacki, Zygmunt Krasiński, Cyprian Kamil Norwid, Adam Mickiewicz, Stanisław Wyspiański, Maria Pawlikowska-Jasnorzewska, Jan Lechoń, Kazimiera Iłłakowiczówna y Roman Brandstaetter. El papel del escritor premio Nobel Henryk Sienkiewicz en el fortalecimiento de la creencia en Nuestra Señora de Częstochowa tampoco debe ser minusvalorado.
Jasna Góra, un lugar sagrado
Durante siglos Jasna Góra ha sido un lugar sagrado. Todas las religiones tienen lugares así. Se trata de puntos particulares en el espacio, tangibles, visibles y, lo que es más importante, accesibles, que son santos a través de la presencia de lo sagrado. Se convierten en lugares de peregrinación para los fieles, lugares dignos de visitar incluso cuando conlleva mucho tiempo y esfuerzo.
Viajar a lugares de este tipo a menudo es un acto de penitencia, un sacrificio que implica mucha autodeterminación por parte del peregrino. La oración y la participación en servicios religiosos en estos lugares se consideran de especial importancia y eficacia. El monte de Częstochowa tiene todos los componentes de un lugar sagrado. Su emplazamiento geográfico y su historia ofrecen un incentivo adicional para el visitante, que participa allí de un encuentro significativo con lo sagrado y experimenta la proximidad de Dios.
Todo lo dicho anteriormente hizo que Jasna Góra se alzara durante los siglos como algo mucho más que una “capital espiritual de Polonia”. Es un lugar privilegiado, con una importancia especial reconocida no solo por los católicos polacos, sino por personas del mundo entero e incluso entre no creyentes.
Juan Pablo II sobre Jasna Góra
San Juan Pablo II quizás expresó con la mejor vehemencia la naturaleza única de Jasna Góra. En numerosas ocasiones se refirió al lugar no solo como el santuario de la nación, sino como confesionario y altar, un lugar de transformación espiritual y de renovación para las vidas de los polacos. Juan Pablo II calificó de tesoro a este lugar, un sitio donde los polacos siempre han sido libres.
Esto dijo el santo papa en Jasna Góra el 4 de junio de 1979:
Hemos venido aquí tantas veces, a este santo lugar, en vigilante escucha pastoral para oír latir el corazón de la Iglesia y de la patria en el corazón de la Madre. En efecto, Jasna Góra es no sólo meta de peregrinación para los polacos de la madre patria y de todo el mundo, sino también el santuario de la nación. Es necesario prestar atención a este lugar santo para sentir cómo late el corazón de la nación en el corazón de la Madre. Este corazón, en efecto, late, como sabemos, con todas las citas de la historia, con todas las vicisitudes de la vida nacional: en efecto, ¡cuántas veces ha vibrado con los gemidos de los sufrimientos históricos de Polonia, pero también con los gritos de alegría y de victoria! La historia de Polonia se puede escribir de diversos modos; especialmente la de los últimos siglos se puede interpretar en clave diversa. Sin embargo, si queremos saber cómo interpreta esta historia el corazón de los polacos, es necesario venir aquí, es necesario sintonizar con este santuario, es necesario percibir el eco de la vida de toda la nación en el corazón de su Madre y Reina. Y si este corazón late con tono de inquietud, si resuenan en él los afanes y el grito por la conversión y el reforzamiento de las conciencias, es necesario acoger esta invitación. Nace del amor materno, que a su modo forma los procesos históricos en la tierra polaca.
No hay otras palabras que resuman mejor la razón por la que millones de personas continúan eligiendo Jasna Góra como destino de su peregrinación.
Por P. Artur Stopka.