Un actor difícil de encasillar….Aprovechando el estreno en España de Maudie, el color de la vida, hacemos un repaso por los títulos esenciales para comprender la carrera de Ethan Hawke, un actor versátil (además de guionista y director) que está construyendo una sólida y atípica filmografía en la que combina superproducciones, cine independiente y productos de arte y ensayo. Los largometrajes mencionados van marcando los giros radicales que este actor ha ido confiriéndole a su profesión:
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El club de los poetas muertos (1989).
Aunque Ethan Hawke se había dado a conocer, años atrás, con la reivindicable Exploradores (1985), de Joe Dante, fue esta película de Peter Weir la que le abrió las puertas: éxito de crítica y de público y una actuación (la suya) superior a la del resto de sus compañeros de generación (Josh Charles, Robert Sean Leonard…). A partir de entonces llegarían trabajos con Stephen Gyllenhaal, Bruce Beresford o Frank Marshall.
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Bocados de realidad (1994).
Tras unos años dando bandazos entre Disney y el drama, Hawke vuelve a primera fila con el impacto de esta comedia sobre la Generación X, que le da el espaldarazo como estrella y abre el camino para otros títulos de cine indie. Su imagen (y la de Winona Ryder en el mismo filme) marcó tendencia.
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Antes de amanecer (1995).
Aquí deberíamos incluir sus continuaciones: Antes del atardecer (2004) y Antes del anochecer (2013). Before Sunrise es el comienzo de una fructífera colaboración con Richard Linklater, con quien rodaría, además de las citadas, The Newton Boys (1998), Tape (2001), Waking Life (2001), Fast Food Nation (2006) y Boyhood (2014), que le supone una nominación al Oscar como Mejor Actor Secundario.
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Gattaca (1997).
Aunque en su día no obtuvo demasiados triunfos, confirma el interés de Hawke por el cine de ciencia-ficción, al que regresa de vez en cuando. Prueba de ello son Daybreakers (2009) y Predestination (2014) y, en fase de rodaje, la primera adaptación de los cómics de Valerian, que firma Luc Besson.
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Hamlet (2000).
Esta versión modernizada del clásico de William Shakespeare no es muy conocida, pero marca un punto y aparte en su trayectoria: una apuesta por el cine de arte y ensayo. Por primera vez, veíamos en el cine un Hamlet más joven de lo habitual, más acorde con el personaje de la obra original. Con Almereyda repetiría en Cymbeline (2014). Luego llegarían trabajos muy personales con cineastas del calibre de Sidney Lumet, Abel Ferrara o Pawel Pawlikowski. Sin olvidar su magnífica recreación de Chet Baker en Born to Be Blue (2015).
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Training Day (2001).
Su primera colaboración con Antoine Fuqua (con quien ha repetido en Los amos de Brooklyn (2009) y Los siete magníficos (2016)) le consiguió una primera nominación a los Oscar, le devolvió notoriedad y le ayudó a demostrar que era capaz de meterse en el cine de acción, algo que posteriormente le ha permitido participar en thrillers como Asalto al distrito 13 (2005), Antes que el diablo sepa que has muerto (2007) o Staten Island (2009).
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Daybreakers (2009).
A Ethan Hawke jamás lo hubiéramos imaginado en un filme de terror (en esta ocasión, combinado con una trama de ciencia-ficción). Pero este cambio de registro le ha traído suerte en la taquilla: Sinister (2012), The Purge (2013) o Regresión (2015) confirman que estamos ante un actor que siempre apuesta por el riesgo y el cambio de género.