Narcisista y paranoide: El gurú peruano que ha captado a una joven española
En enero de 2017, poco después de alcanzar su mayoría de edad, la joven española Patricia Aguilar Poveda abandonó a su familia para viajar, sin previo aviso, a Lima (Perú), después de haber sido seducida y captada a través de Facebook por el líder de una secta gnóstica.
Poco más se sabía al principio, pero la familia comenzó a investigar y, a pesar del escaso apoyo de las administraciones y de las fuerzas de seguridad –dado que Patricia tiene 18 años y, por tanto, libertad de movimiento, y ella asegura estar por propia voluntad–, han logrado ubicar la situación actual de la joven y saben mucho más sobre el gurú que empezó a convencerla dos años atrás.
Según las informaciones proporcionadas por la familia y por los periodistas que han investigado este caso, se trata de Félix Steven Manrique Gómez, ciudadano peruano autodenominado “Príncipe Gurdjieff”, “Maestro G” o “Guivanny Misterio” en las redes sociales, y que a través de éstas habría conseguido contactar con cientos de jóvenes, algunas de las cuales pertenecerían a su pequeño grupo sectario.
Falsificación de documentos
La Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) ha publicado en los días pasados algunos artículos desentrañando los vídeos que colgaba el “Príncipe Gurdjieff” en Youtube. En ellos, por ejemplo, divulga su doctrina apocalíptica que anuncia un fin del mundo inminente.
Además, en diversos vídeos que denomina “develados”, el líder sectario presenta documentos falsificados en los que algunos jefes de Estado y mandatarios internacionales (desde Hugo Chávez a Vladimir Putin, pasando por secretarios generales de la ONU) avalarían sus pretensiones mesiánicas y nobiliarias.
No sólo eso, sino que en una supuesta carta oficial el gurú sería designado heredero al trono español.
La RIES ha sacado a la luz otras cartas y documentos falsos supuestamente firmados por el papa Juan Pablo I y la Madre Teresa de Calcuta que lo nombrarían (antes incluso de su nacimiento) vicario de Cristo, gemelo del Salvador, etc. Y también hay cartas de obispos de España y de Colombia. Todas ellas con sus membretes, firmas y sellos correspondientes.
Puede parecer un simple farsante, y cuesta creer que haya personas que puedan ser convencidas por tal sucesión de despropósitos. Sin embargo, el Príncipe Gurdjieff ha conseguido captar a jóvenes, como la española Patricia Aguilar, para seguirlo en sus delirios. ¿Cuál es la opinión de los expertos? Hemos hablado con dos psicólogos que conocen bien el fenómeno sectario para enterarnos de sus apreciaciones.
Parecido a un caso anterior español
En todos estos documentos, el líder sectario “no oculta su sentimiento de grandeza”, tal como explica Karmele Sayans, psicóloga de RedUNE (Red de Prevención Sectaria y del Abuso de Debilidad) y coordinadora de esta entidad en el País Vasco.
Para ella, “este seguidor de la Nueva Era que, reconociéndose con el derecho a ser venerado, se autoproclama sucesor de Samael Aun Weor, avala su omnipotencia a través de documentos falsificados y pruebas irrefutables destruidas con anterioridad por sus enemigos”.
“Hábil tanto en el manejo de las tecnologías como en la búsqueda de jóvenes vulnerables, el Príncipe Gurdjieff utiliza su status de líder para satisfacer sus deseos sexuales, una asimetría de poder interpersonal que podría enmascarar sus propias inseguridades”, señala la psicóloga, que compara este caso con el de Eduardo González, “Eddie”, un antiguo legionario español fascinado por el fenómeno OVNI en la España de los años 70, que se autodenominó “príncipe extraterrestre Alain” y lideró la secta Edelweiss.
“A través de clubs de montaña al estilo boy scouts, centenares de adolescentes contactaron con Eduardo González hasta que en 1991 fue juzgado y condenado a 168 años de cárcel por 28 delitos de corrupción de menores. Cumpliendo sólo 6 años de la condena, el príncipe extraterrestre Alain, quien prometió a sus seguidores trasladarles al planeta Delhais cuando se produjera el inminente Apocalipsis, les obligó a mantener relaciones homosexuales para conseguir su salvación. Este personaje, que intentó venderse como un ser especial y divino, fue asesinado a manos de un adepto de su secta año y medio después de su salida de prisión”, recuerda Sayans.
Manipulación a través del miedo
Steven Manrique se está sumando a la Nueva Era para captar a sus seguidores, y en este contexto de espiritualidad sincretista y difusa “utiliza el mensaje apocalíptico para retener a sus víctimas a través del miedo extremo. Totalmente convencido de sus privilegios, este líder sectario manipula y controla a sus adeptas para someter a las elegidas a la satisfacción de sus necesidades”, afirma la psicóloga.
A partir de los datos que conocemos, Karmele Sayans considera que “cegado por sí mismo y guiado por su narcicismo patológico, Steven Manrique es capaz de privar de las atenciones médicas a adeptas como Patricia, sin tan siquiera cuestionarse las consecuencias de sus actos”. Se refiere a la necesidad que la joven española tiene de medicación para una cardiopatía.
No sólo eso, sino que “en su manera patológica de ver el mundo y con sus normas, Steven Manrique y el resto de líderes sectarios siempre salen ganando”, ya que “estos tóxicos personajes se atribuyen los logros y culpabilizan a sus adeptos de los fracasos, provocándoles un mayor sometimiento”.
Ahora el gurú “comienza a borrar las huellas que hasta hace poco le expandían por las redes sociales. Un software de locución de textos y una imagen fantaseada, recubren las inseguridades de este líder sectario que fue capaz de captar a Patricia Aguilar cuando todavía era menor de edad y que seguirá captando hasta que se sienta acorralado o se le encierre por los delitos cometidos.
Un perfil narcisista
Steven Manrique es un líder sectario que, según Karmele Sayans, “podría cubrir los criterios clínicos de un trastorno de personalidad narcisista. Peligroso y tóxico en sus relaciones interpersonales por su falta de empatía, la persecución que actualmente está viviendo le ayuda a fortalecer el sentimiento de pertenencia de sus adeptos, pero a la vez le expone a un nivel de estrés considerable que, si estuviera unido al consumo de drogas como la ayahuasca, le podría descompensar y fanatizar aún más sus conductas y pensamientos”.
Coincide en este diagnóstico José Miguel Cuevas, doctor en Psicología y miembro de la Asociación Iberoamericana para la Investigación del Abuso Psicológico (AIIAP), que también considera al gurú peruano como un personaje con rasgos narcisistas.
Para Cuevas, en Félix Steven Manrique se puede observar “una compleja personalidad” que es “bastante representativa de los gurús de grupos sectarios coercitivos”, y explica que sus rasgos de personalidad principales coinciden con el análisis de más de veinte líderes sectarios que describió este psicólogo hace una década en el libro Sectas, cómo funcionan, cómo son sus líderes, efectos destructivos y cómo combatirlas.
Al ver los vídeos del Príncipe Gurdjieff, José Miguel Cuevas afirma que “salvo que sus descripciones adornadas sean fruto de una simulación psicopática compleja, pudiera existir detrás un cuadro con delirios de autorreferencia, donde la persona cree ser un ser superior que se relaciona con múltiples personajes de la historia”.
De esta manera, “Hitler, Juan Pablo I, Kofi Annan, príncipes y gobernantes de múltiples países le temen, o le sirven pleitesía. Se autoproclama príncipe, refiere tener una gran cantidad de títulos nobiliarios y se codea e influye notablemente a gobiernos, naciones, etc. Incluso el destino de la humanidad pasa por sus manos”.
Rasgos paranoides
No sólo eso, sino que este psicólogo experto en sectas constata una serie de rasgos paranoides: “en este sentido existen señales de una confrontación directa con el mundo cuando señala que el fin del mundo está cerca, acusando a la humanidad y a sus ‘desviaciones’ del destino final”.
Y cita precisamente uno de los últimos vídeos del líder sectario peruano: “Los perversos han cometido el error de haber activado el apocalipsis. Sin saberlo, ellos mismos han tirado de la cuerda de la guillotina que tienen en sus propios cuellos. La humanidad va a tener la maravillosa oportunidad de poder comprobar lo que he dicho. ¿Cuánta sangre le va a costar la comprobación? ¿Cuántos van a quedar vivos?”.
Así, observa Cuevas, “hay una visión maniquea del mundo, en la que sólo cabe obedecer sus consignas y prescripciones para tratar de escapar de un horrible fin apocalíptico. Estos mensajes apocalípticos suelen emplearse de forma común en toda secta destructiva con el fin de controlar férreamente la conducta de sus fieles creyentes. En este sentido, a mayor creencia y temor, se presupone un mayor grado de conformismo y sumisión”.
¿Puede haber un desenlace trágico?
Esta inducción del miedo “no tiene por qué derivar en principio en un destino fatal (suicidio/homicidio colectivo) para sus fieles, al menos a corto plazo, puesto que estas dinámicas atemorizantes y apocalípticas son más habituales y presentes de lo que parece. En este sentido, hay decenas de grupos en España que cuentan con discursos y advertencias similares”.
Aun así, José Miguel Cuevas no le quita verosimilitud a esta posibilidad a la que apunta la familia de Patricia, la de un suicidio/homicidio colectivo, posibilidad presente siempre en este tipo de grupos porque “son impredecibles por el carácter totalitario e inestable de sus líderes”.
La opción del fin trágico “suele ser más probable que se desarrolle ante la presencia de acontecimientos exógenos amenazantes, habitualmente cuando el gurú se siente completamente acorralado o atrincherado”.
Como en los casos de los Davidianos de Waco (Texas) en 1993 o, más atrás, el Templo del Pueblo de Jim Jones (1978), “estos mesías son especialmente peligrosos cuando se sienten acorralados, más aún cuando presentan rasgos antisociales o psicopáticos de la personalidad”.
Rasgos antisociales o psicopáticos
Y esos rasgos pueden estar. José Miguel Cuevas recuerda que, en el caso del Príncipe Gurdjieff, se apunta a la hipótesis de la presunta explotación de jóvenes, a las que controlaría y manipularía de múltiples formas. “Por supuesto, económicamente, en tanto que la familia de Patricia admitió una sustracción económica realizada por ésta, además de una constante solicitud de dinero”, señala.
Por otro lado, “moldeando y compartiendo creencias, delirantes o no, con el fin de conseguir beneficios propios. Las presuntas falsificaciones documentales o la manipulación a una menor (puesto que el adoctrinamiento se llevó a cabo siendo menor de edad), son otros claros ejemplos de esta personalidad antisocial. También se apunta a una posible manipulación sexual, sin conocerse exactamente el alcance, aunque describiéndose el deseo de procrear con alguna/s de sus fieles”.
Félix Steven Manrique “también parece contar con un gran carisma y persistencia, siendo capaz de persuadir y convencer, hasta el punto del delirio compartido (folié a deux), y da muestras de un profundo estudio y ‘conocimiento’, si bien un aprendizaje alterado, desorganizado y mezclado con múltiples tergiversaciones, fantasías y delirios, propios de cualquier secta destructiva”.
Muy posiblemente el gurú ha sido un estudiante avanzado que se ha formado y posteriormente ha podido seguir avanzando de forma autodidacta en el estudio de la “gnosis”: rituales, “magia”, esoterismo…
“Esto quiere decir que aunque el conocimiento sea tergiversado y delirante, presenta una cierta estructuración y lo presenta con un discurso que resulta convincente, más aún a personas vulnerables, tal como han descrito con el caso Patricia: una persona joven en la que aprovecharon el momento oportuno del duelo por la terrible muerte de un familiar muy querido”.
Por último, el psicólogo apunta que el Príncipe Gurdjieff también recuerda a otros líderes contemporáneos que han pasado por recientes causas judiciales, como Ignacio González o el “Maestro Fénix” (Defensores de Cristo), o el mismo Paco Martínez (Dharma Tradición), “cuyas temáticas, procedimientos y forma de explotación son casi idénticas. También la personalidad, claramente, parece muy similar”.