La familia Ulma, los samaritanos de la aldea de MarkowaJózef y Wiktoria Ulma fueron asesinados hace 73 años juntos a sus siete hijos. Recientemente, el Vaticano decidió llevar su proceso de beatificación de forma separada al de un grupo de mártires polacos. Los procesos relevantes están siendo realizados por la archidiócesis de Przemyśl.
La policía nazi entró por la fuerza en la casa de Józef y Wiktoria Ulma al amanecer del 24 de marzo 1944. Al poco empezaron a realizarse una serie de disparos. Los primeros en morir fueron los ocho judíos a los que la familia Ulma daba cobijo. Luego, los nazis mataron a Józef, de 44 años, y a Wiktoria, de 33 años y embarazada.
Según recuerda uno de los carreteros que presenciaron la masacre, “se escucharon horribles aullidos y lamentos en el momento de la ejecución; los niños llamaban a sus padres que ya habían sido asesinados. Era una visión desgarradora”.
Unos minutos después, el comandante del escuadrón, el teniente Eilert Dieken, dio orden de disparar también a los niños, para que “la comunidad no tenga problemas”. La orden fue ejecutada sin rechistar y todos los niños fueron asesinados en el acto: Stasia (8 años), Basia (6), Władzio (5), Franuś (4), Antoś (3), y Marysia (1 y medio).
Algunos días más tarde, bajo la protección de la noche, unos pocos hombres del pueblo desenterraron los cuerpos de los Ulma y los enterraron en féretros. Uno de los polacos evoca el momento: “Mientras depositaba el cuerpo de Wiktoria Ulma en el ataúd, vi que estaba embarazada. Baso mi declaración en el hecho de que en sus genitales eran visibles la cabeza y el pecho de un niño no nato”. En 1945, sus cuerpos fueron enterrados en el cementerio parroquial.
Józef y Wiktoria
Józef Ulma nació en 1900 en Markowa. De adolescente, era miembro de la Asociación de la Santa Misa de la diócesis de Przemyśl. También era un miembro activo de la Unión de la Juventud Rural “Wici” y la Sección regional de Educación Agraria en Przeworsk.
En 1929 se enroló en la Escuela Estatal de Agricultura, donde desarrolló una de sus pasiones: el cultivo de verduras y la horticultura. En Markowa tenía un vivero de árboles frutales y criaba abejas y gusanos de seda.
Recibió premios por “construcciones innovadoras de abejeros y herramientas para el cuidado de abejas” y por una “ejemplar granja de gusanos de seda y unos gráficos ilustrando el ciclo vital de los insectos”.
La fotografía era otra de las pasiones de Józef, por no decir la mayor de todas. Con toda seguridad montó una cámara él mismo, que hoy se expone en el Museo de la Familia Ulma o Museo de Polacos que Salvaron a Judíos en la Segunda Guerra Mundial. Tomó miles de fotografías con su cámara y muchas de ellas sobrevivieron a la guerra.
Le encantaba hacer fotografías de sus familiares. De modo que hoy podemos mirar las fotografías de bebés y niños correteando descalzos por la hierba, un joven dándose un baño o Wiktoria ayudando con los deberes o amasando harina.
También hay imágenes del mismo Józef, un hombre elegante con bigote. En una fotografía, su esposa está sentada en su regazo y podemos ver el profundo vínculo emocional que los une.
Józef se casó con Wiktoria en 1935.
Wiktoria Niemczak (nacida en 1912) también era de Markowa. Tenía mucho talento, era actriz en un teatro de aficionados y asistía a clases en la Universidad Popular de Gacia. Durante sus 9 años de matrimonio, la pareja tuvo seis hijos: Stanisława (en 1936), Barbara (937), Władysław (1938), Franciszek (1940), Antoni (1941) y Maria (1942).
Su séptimo hijo debía haber nacido en la primavera de 1944. En 1939, dada la ampliación de la familia, los Ulma compraron cinco hectáreas de tierra en Wojsławice n. Sokal. Tenían pensado mudarse allí, aunque el estallido de la Segunda Guerra Mundial frustró sus planes.
Samaritanos
Además de las fotografías, los Ulma dejaron libros que dan registro de sus intereses, por ejemplo, sobre el uso del viento en los cultivos, sobre los aborígenes en Australia, un manual de fotografía y un atlas geográfico. También había una Biblia en la estantería.
Alguien (Józef o Wiktoria) había subrayado algunos versículos con un lápiz rojo: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo” (Lc 10,27-28), y “un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo” (Lc 10,33-34).
Los Ulma eran profundamente religiosos y miembros activos de su parroquia. Władysław Ulma recordaría más tarde que su hermano Józef decía a menudo que “a veces es más difícil vivir un día de forma digna que escribir un libro”.
Sin embargo, no sabemos si los Ulma decidieron ayudar a los judíos precisamente por el mandamiento del amor. Debían conocer a muchos judíos, ya que había unas 30 familias judías en Markowa, por entonces uno de los pueblos más grandes de Polonia.
La mayoría de los judíos locales fueron exterminados. Solo los que llegaron a esconderse en los hogares de granjeros locales consiguieron sobrevivir.
Probablemente fuera en la segunda mitad de 1942 cuando los Ulma aceptaron en su casa a esos ocho judíos. Se trataba de la familia Szall, del pueblo de Łańcut (un vendedor de ganado y sus cuatro hijos), además de Golda Grünfeld y Layka Didner con su hija.
Quizás los Ulma se alegraban de disponer de unas cuantas manos más para trabajar (los Szall les ayudaron a curtir las pieles animales). Definitivamente, no estaban allí por dinero, ya que más tarde se encontraron objetos de valor en el cuerpo de una de las mujeres judías ocultas.
Tampoco hay forma de saber cómo se descubrió el escondite. Probablemente fueron delatados por el policía Włodzimierz Leś. Anteriormente había ayudado a los Szall en la cercana Łańcut. Cuando la situación se hizo mortalmente peligrosa, los judíos se ocultaron en la casa de los Ulma, aunque dejaron gran parte de sus propiedades con Leś. El policía no se las devolvía, así que los judíos trataron de apoderarse de una de sus propiedades.
Lo más seguro es que Leś, poco antes de entregar a los Szall, visitara a los Ulma con el pretexto de fotografiar para alguna documentación. Quería asegurarse de que sí sería capaz de dañar a los judíos. Él mismo falleció poco después tras ser disparado por la resistencia.
El proceso de beatificación
En 1995 Józef y Wiktoria recibieron a título póstumo la medalla de Justos entre las naciones. En 2003, se les incluyó en el grupo de 122 mártires polacos de la Segunda Guerra Mundial cuyo proceso de beatificación ya había empezado. La fase diocesana del proceso concluyó en mayo de 2011 en la diócesis de Pelplin.
En marzo de 2017, la Congregación para las Causas de los Santos, de la Santa Sede, decidió honrar la petición del arzobispo Adam Szal de Przemyśl y excluir a la familia Ulma del proceso colectivo, lo cual supone que los pasos posteriores del proceso se realizarán independientemente.
Pronto sabremos el nombre del postulador que representará a la archidiócesis de Przemyśl en el dicasterio romano. Estará al cargo, por ejemplo, de la preparación de una positio, el archivo que contenga testimonios y documentos confirmando que los Ulma murieron mártires.
En la fase diocesana del proceso, se tomó la decisión de añadir a los seis hijos de los Ulma, reconociendo el factor clave de la fe de sus padres. También está el dilema sobre el bebé que murió en el vientre materno. Las disposiciones para solicitar canonizaciones y beatificaciones estipulan claramente que un candidato a ser declarado santo o beato en la Iglesia católica debe ser conocido por nombre y apellido.
La Congregación vaticana decidirá en última instancia si el más joven de la familia de Józef y Wiktoria será considerado mártir también. El caso de elevar a toda una familia a los altares no tiene precedentes en la Iglesia.
La versión original de este texto fue publicada en la edición polaca de Aleteia en: https://pl.aleteia.org/2017/03/24/ulmowie-samarytanie-z-markowej/