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Atentado en Colombia: la Iglesia da las claves

MOURN

A woman places flowers in the fence of the French Embassy in Bogota, on June 19, 2017, during a homage to three people, including a young Frenchwoman, that were killed when an explosion rocked an upscale mall. Colombia's leaders and main rebel groups pledged Sunday that a mall bombing that killed three women would not disrupt the country's peace process, even as authorities scrambled to find out who was behind the carnage. / AFP PHOTO / LUIS ACOSTA

Macky Arenas - publicado el 20/06/17

Tres mujeres muertas y nueve heridos en el atentado al Centro Andino ¿Quien es el responsable?El atentado al Centro Andino en Bogotá (17-06-2017) arrojó un saldo de tres mujeres muertas –entre ellas la francesa Julie Huynh, de 23 años- y nueve heridos. El gobierno dice manejar tres hipótesis pero se cuida de ventilarlas “para no entorpecer la investigación”.

El Centro Andino es un grato y apacible pero concurrido complejo de tiendas en la capital colombiana. A nadie cabe la menor duda de que se trató de una acción terrorista. Quiénes fueron es la gran pregunta. El conocido columnista de El Tiempo, Juan Lozano, escribió: “En medio de este difícil entorno, con un complejo proceso de paz en implementación, con una mesa en entredicho con el Eln, con un ‘cartel del Golfo’ muy activo, con una destructiva polarización política, con nacientes grupos armados, con un Gobierno profundamente debilitado y con el sol a las espaldas, no es claro quiénes son los responsables del atentado, cruel y cobarde, del centro Andino”.

Fue el Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, Mons. Luis Augusto Castro, quien sin titubeos puntualizó: “Esto va contra la paz, un hecho que va contra todos los esfuerzos que se están haciendo por superar la historia de nuestro país, una historia de terrorismo que creo se va superando”. Para el prelado no hay caso: “Estos son coletazos de los enemigos de la paz. Invitó a los colombianos a trabajar fuertemente por el reencuentro, “para que los corazones de todos nos reconciliemos, seamos capaces de perdonarnos los unos a los otros y de empezar a construir una patria de hermanos que se amen y no de lobos que se despedazan”.

Para nadie es un secreto que la insurgencia de izquierda en Colombia -la cual comenzó con la fractura al interior de esa sociedad luego del asesinato del líder social Jorge Eliécer Gaitán- originalmente entendida como una expresión del descontento con la injusticia y el clasismo político, finalmente derivó en la presencia dominante de dos organizaciones irregulares, las FARC y el ELN, en realidad, megabandas dedicadas al narcotráfico ocultas tras la fachada de guerrilla revolucionaria.

A estas alturas, ya Colombia tiene una larga historia de combate contra la violencia provocada por traficantes de drogas y el extremismo político. Los esfuerzos de paz cristalizaron en un acuerdo alcanzado a finales del año pasado con el principal movimiento guerrillero del país, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.

Hay dedos que apuntan al gobierno venezolano detrás de las escaramuzas de grupos armados en Colombia y ciertos datos estimulan estos señalamientos. Venezuela gastó 5.657 millones de dólares en armamento y equipos militares para la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) así como vehículos y material antimotín para reprimir las protestas, desde 1999 hasta 2016, según cifras del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (Sipri). Los principales proveedores de Venezuela han sido Rusia, China y España, con la adquisición de material por $ 4.005, $ 628 y $ 290 millones respectivamente, de acuerdo a la misma fuente.

Es de hacer notar que la colaboración del gobierno de Chávez hacia las FARC sella la complicidad del estamento político de gobierno en Venezuela con el narcotráfico. Los viejos nexos del gobierno cubano con las Farc pesaban desde La Habana. El editor del diario El Nacional de Caracas, Miguel Henrique Otero, acaba de escribir: “La colaboración del gobierno de Chávez a las FARC marca el inicio del vínculo de la izquierda venezolana en el poder con el negocio del narcotráfico.

En un primer momento, el gobierno y ciertas unidades militares les dieron protección y territorios para operar. Como se sabe, algunos municipios del estado Táchira funcionaron como aliviaderos. Integrantes de la guerrilla ingresaban a Táchira para descansar, abastecerse o realizar tratamientos médicos, incluyendo intervenciones quirúrgicas para cambiar de fisonomía. Esa actividad, denunciada en su momento, constituyó el primer paso del proceso por el cual la revolución bolivariana derivó en un narcorrégimen”.

Luego del atentado al Centro Andino, la atención se centró inicialmente sobre el ELN. Los negociadores de este grupo guerrillero mantienen conversaciones con el gobierno colombiano en territorio ecuatoriano y han negado su participación en el atentado. Pero lo cierto es que resultan sospechosos para algunos analistas que atribuyen el aumento en los hechos de violencia al deseo del ELN de obtener mejores concesiones en la mesa de negociaciones. Existen antecedentes sobre este grupo ya que se adjudicó en febrero la responsabilidad de una explosión cerca de la plaza de toros de Bogotá que mató a un policía e hirió a otras 20 personas.

Dicen que los bogotanos han aflojado la guardia por la notable mejoría en materia de seguridad durante los últimos años al bajar la presión del conflicto armado. Mons Castro no vacila: “Las fuerzas que en este momento usan la violencia son muchas”… pero enfatizó en que “la tendencia general de este país no es el terrorismo ni apoyarlo, sino ir saliendo adelante después de tantos años de guerra, para construir una Colombia en paz”.

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