Una joven recoge los proyectiles luego de las jornadas represivas en Venezuela y con ellos hace rosarios El Perdigón es un municipio y localidad española de la provincia de Zamora en la comunidad de Castilla y León. Es el significado civilizado del término. Pero hay uno muy salvaje e inhumano: el perdigón como proyectil que produce lesiones las cuales, dependiendo del tipo de arma y la distancia del disparo, puede causar quemaduras de primer grado si el arma es apoyada sobre la piel. Otra clase de lesiones que inflinge son fracturas o aspecto de papilla en los tejidos. Eso, cuando no causa la muerte.
Una herida puede ser tanto penetrante como perforante. Si un proyectil ingresa al cuerpo quedando alojado en el mismo hay una lesión penetrante pero si atraviesa un órgano en ese trayecto, estamos hablando de una lesión perforante. Las cicatrices solo desaparecen con cirugía plástica en el caso de que los impactos de perdigones sean profundos. Y casi siempre lo son.
Decenas de heridos por perdigones llegan día a día a los centros de salud en las ciudades venezolanas. Los disparan a granel y es la munición más benigna de las que utilizan los contingentes de guardias y policías nacionales en Venezuela para reprimir las protestas. Los muchachos llegan sangrando a borbotones con profundos orificios en la piel.
Los médicos han informado que estas heridas, lejos de curarse en poco tiempo, pueden tardar meses en cerrar por completo. En algunos casos dan lugar a serias infecciones. No obstante, los muchachos, apenas les practican las curas, regresan a la calle a pelear.
Dicen que las crisis agudizan el ingenio y promueven la creatividad. Una joven tuvo una idea: recoger las decenas de miles de perdigones que resultan abandonados en calles, aceras y plazas luego de las jornadas represivas y acomodarlos como cuentas para hacer con ellos rosarios. Rezar con perdigones que antes sirvieron para herir y matar. No es otra cosa que combatir al mal con abundancia de bien.
Muchos jóvenes han resultado heridos o muertos con esos perdigones y esta joven ve en cada uno de esos balines a uno de sus amigos caídos o potencialmente blancos de esos proyectiles. Ella se propone hacer tantos rosarios como pueda para entregarlos a cada “guerrero del asfalto” y procurarle la protección de la Virgen.