Hay una discusión entre los teólogos y exorcistas que creen en ellas y los que niegan su existencia Almas inquietas que vagan por la tierra, pero no son ni demonios, ni animas del Purgatorio. Las así llamadas “presencias” representan un fenómeno que todavía la teología no logra resolver en sentido positivo o negativo.
Enrica Perucchietti y don Marcello Stazione exploran el tema en “Anime Vaganti”, Ediciones Sugarco (Almas Errantes).
“Hoy las larvas y las almas errantes son entidades conocidas sobre todo en el ocultismo, mientras que la cuestión de las “presencias” se debate de manera ecléctica también en el campo de lo sobrenatural y misterioso”, advierten los autores.
Qué almas son
Las almas errantes, para los teólogos y exorcistas católicos que creen en su existencia, serían almas de personas:
1 – Que no han tenido manera de conocer a Dios y amarlo: no cristianos, cristianos que vivieron en el ateísmo y el agnosticismo de hecho o por inducción familiar.
2 – Personas que vivieron en el mal pensando que era “bien”: niños soldado, poblaciones de caníbales.
3 – Víctimas de abusos por parte de la Iglesia y eclesiásticos y que, por lo tanto, rechazaron la religión con odio, en cierta medida comprensible por el anti testimonio eclesial recibido.
4 – Que se suicidaron sin “plena advertencia” y “consentimiento deliberado”.
5 – Que murieron repentinamente sin posibilidad de arrepentimiento pero en pecado mortal con pecados no gravísimos.
6 – Que murieron en la indiferencia religiosa, es decir, no pecaron lo suficiente para merecer el infierno, no hicieron obras buenas para ganarse el paraíso.
7 – Que pecaron de modo grave pero sin la absoluta “plena advertencia” y “consenso deliberado”.
8 – Niños no nacidos: al no haber nacido no pudieron realizar el proyecto de Dios y no pudieron pecar.
Las dudas de la Iglesia
¿Qué dice la Iglesia al respecto? Oficialmente no mucho. Los teólogos y los exorcistas contrarios a la existencia de las almas errantes se decantan fuertemente por la tesis según la cual la existencia de estas presuntas larvas no es otra cosa que una “falsa creencia”. De esta manera, la cuestión es “liquidada”. De hecho, cuando el magisterio de la Iglesia nos habla del juicio particular, nos dice:
“La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo (cf. 2 Tm 1, 9-10). El Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con Cristo en su segunda venida; pero también asegura reiteradamente la existencia de la retribución inmediata después de la muerte de cada uno como consecuencia de sus obras y de su fe” (1021).
El Juicio Universal
Es necesario reconocer que la expresión “retribución inmediata”, utilizada por el Catecismo de la Iglesia católica, no deja espacio a dudas: en cuanto muramos seremos juzgados: por eso, o pasaremos a través de una purificación (el purgatorio), o entraremos inmediatamente en el paraíso, o nos condenaremos inmediatamente y para siempre. No parece haber espacio para una situación intermedia referente al tema de las almas errantes.
Como consecuencia, a falta de una mayor profundización teológica que pueda abrir camino a nuevas interpretaciones, los católicos deberían considerar errónea la creencia según la cual existen animas de difuntos que vagan por el mundo como si estuvieran aún en espera de una solución definitiva.
Los “negacionistas”
Lo que estos teólogos o exorcistas “negacionistas” consideran equivocado – y es bueno subrayarlo – no es el hecho que los espíritus desencarnados se encuentren “unidos” a un lugar de la tierra: de hecho, en relación a las animas del purgatorio, no se excluye la posibilidad que se les permita descontar penas por los crímenes cometidos en determinados lugares de la tierra (quizá en los que cometieron sus pecados).
Lo que esos teólogos quieren negar es que los espíritus desencarnados estén en un punto muerto, como si estuvieran aún en espera de un juicio, es decir, privados de una “situación escatológica definitiva”: infierno, purgatorio o paraíso.
Los “Posibilistas”
La hipótesis posibilista dentro de la teología, sostiene que las “almas errantes” y las “almas de los niños no nacidos” son almas “en espera de juicio”, en busca de la luz y de Dios.
El exorcista José Antonio Forea, sostiene con fuerza, en virtud de su experiencia, la existencia de las almas errantes. Según Fortea, las almas purgantes pueden manifestarse en algunos casos a los hombres como si fueran fantasmas. En su Summa daemoniaca, Fortea sostiene que junto al fenómeno de la posesión y la infestación (que sucede cuando, según el exorcista, el demonio posee un lugar), existe un tercer caso distinto de los anteriores: las apariciones de fantasmas, las “presencias”.