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¿Mártires o suicidas? La muerte como “acto político violento”

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Zoriah Miller CC

María Angeles Corpas - publicado el 12/06/17

Los terroristas que mueren asesinando jamás serán mártires del islam

¿Qué sucede cuando se usa la muerte como acto terrorista y como espectáculo? ¿Qué ocurre cuando se usa a Dios con un proyecto político de alcance mundial? Que nos encontramos ante suicidas, no “mártires”. Mueren matando. Arrebatando el más preciado don de los hombres.

Como cristianos, “ser testigos” también es no dejarse embaucar y manipular por ideologías y extremismos que desean arrastrarnos al barro de la desesperanza. De la ausencia de caminos. De olvidar la cruz y su sentido último.

Se repiten con demasiada frecuencia los actos violentos. Nos estamos acostumbrando al “otra vez” una masacre “en nombre de Alá”. Pero los asesinos suicidas del panteón terrorista jamás serán mártires del islam. Creer esto es simplemente, jugar su juego y ofender profundamente la memoria de las víctimas, entre las que hay también miles de musulmanes. 

Creyentes cristianos y musulmanes guardan una memoria fiel de aquellos que entregan la vida en defensa de la propia fe. El mártir (mártyras, testigo) muere en un acto supremo de entrega a la Verdad. Y esto también es así en el Corán, que define al chahid como “fallecido por la causa del islam”, persona garante ante los demás, libre de mancha y merecedor del paraíso sin aguardar el juicio final. Sin embargo, este término se aplica también a los niños que mueren durante las peregrinaciones, los que padecen una enfermedad muy dolorosa y las víctimas de catástrofes naturales.

En el islam, la cuestión se complica cuando ser o no chahid (mártir) se hace depender de la obligación de la yihad (http://es.aleteia.org/2015/09/30/la-yihad-el-sexto-pilar-del-islam/), aunqueel Corán en ningún momento apoya esta conducta.

Tampoco ha formado parte de la tradición islámica la búsqueda deliberada de la muerte en combate. Sencillamente porque esto va, en primera instancia, contra la Ley natural; y en segunda, reviste un carácter moral de preservar el don sagrado de la vida.

El arraigo del culto al martirio empezó a usarse como arma política entre los chiítas durante los enfrentamientos contra el régimen del sah (1977-78), algo que contribuyó a que los ayatolas apuntalaran el régimen islámico, convirtiendo una manifestación política-cultural en confesional/religiosa.

Nuevamente en la guerra de Irak-Irán (1980-88) volvió a usarse el “martirio” como señuelo en defensa de la República Islámica. E incluso creó fundaciones para velar por las necesidades de las familias de los “mártires”.

En 1980 en el Líbano, Hizbolá logró imponer una táctica de resistencia nueva: las “operaciones de martirio” (amaliyat chahidiya). Ya por entonces, los medios de comunicación intentaron deslegitimar estas acciones denominándolas “operaciones sucicidas” (amaliyat intihariya).

A partir de estos contextos, la figura del chahid suicida se incorporó a las luchas de liberación llevadas a cabo por movimientos armados yihadistas. Los ideólogos del terrorismo internacional islamista han reformulado la voluntad de sacrificio originaria. Rebeldía, fe y martirio son las tres condiciones que ha de cumplir un joven chahid.

De este modo, en el imaginario de las ideologías políticas extremistas, el término chahid quedó unido al de “caído en defensa de la causa”.

¿Cuál ha sido su mayor victoria? Lograr extender esta identificación fuera del mundo musulmán. Hacer desaparecer del mapa cualquier referencia a los principios de autoridad (política, religiosa) basados en la Tradición y la paz social. Han alzado la yihad como verdadera cumbre de devoción a Dios y la masacre como el instrumento y vehículo de salvación.

¿Vas a darles el placer de creerlo? Por mi parte, yo no. Más bien mis sentidos están orientados a los gestos de coraje apostólico que ofrece el Papa: no dejarnos arrastrar por la espiral violenta e ir más allá de los acontecimientos que nos envuelven. Construir sin descanso. Eso sí, con palabras “claras y valientes”. Para finalmente poder ser testigos de la Caridad y la Esperanza.




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