Michelle Phan, con casi 9 millones de suscriptores a nivel mundial, contó el lado menos glamoroso de hacer videos para Internet
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Cuando yo era niña, recuerdo que cuándo un adulto preguntaba: “¿Qué quieres ser cuando seas grande?” las respuestas más comunes eran doctor, maestra o hasta bombero. Pero si la haces ahora, verás que muchos te responderán: “Ser Youtuber”.
La idea es atractiva y suena simple: haces videos en tu casa de lo que más te gusta y eres bueno, y ganas miles de dólares (sin contar la enorme cantidad de regalos, invitaciones a viajes y un largo etcétera).
Pero como con todo lo bueno en apariencia, hay que investigar… y verás que te puedes llevar una gran (y hasta desagradable) sorpresa.
Michelle Phan es una de las youtubers de belleza más famosas con casi 9 millones de suscriptores en su canal. Empezó en el 2007, cuando esta red no era ni remotamente tan famosa (ni rentable) como lo es ahora; y fue pionera en hacer tutoriales de maquillaje.
Pero hace casi un año, de la nada, Phan dejó de publicar videos o post en sus redes sociales. Sus seguidores estaban tan acostumbrados a su periodicidad que hasta llegaron a pensar que estaba muerta y le enviaban mensajes preguntándoles si estaba bien.
La respuesta era no, pero fue hasta el pasado 1 de junio que decidió explicar lo que le pasó con un video animado en su canal que tituló “Por qué me fui” que ya alcanza las casi 8 millones de visitas.
Básicamente Phan afirma que la vanidad y la codicia se apoderaron de ella. Lo que empezó como un pasatiempo que la hacía feliz y de paso le generaba algo de ingresos para ayudar económicamente a su familia, se convirtió en una fría máquina de hacer dinero que hasta la separó de sus seres queridos porque se tuvo que mudar de ciudad para seguir creciendo y complacer a todos menos a ella misma.
Llegó al punto donde no reconocía a la mujer que veía en la pantalla y sólo se preocupaba por vender, vender y vender. Se sentía más un producto que una persona. Además, su propia autoestima se vio afectada, ya que nunca le complacía su propia imagen y se sentía más sola que nunca. Si veías sus redes, su vida parecía perfecta, pero detrás de la cámara lo que había era una muchacha perfectamente maquillada en un cuarto vacío.
De niña, ella había escuchado muchas veces que “el dinero compraba la felicidad” (¿suena familiar, verdad?), pero se dio cuenta que lo que compraba era confort y otro tipo de cosas. Ella dice en el video que compró tiempo para pensar y durante varios meses se fue a Suiza para estar sola con sus pensamientos y la naturaleza. Se mantuvo ajena a las redes sociales y reflexionó sobre cómo quería re-direccionar su vida tanto a nivel personal como profesional.
Hasta esta parte de la historia, debo decir que el relato de Phan me conmovió. Nosotros mismos a veces nos quejamos cuando alguien que nos gusta seguir en redes deja de postear y no nos detenemos a pensar que puede estar atravesando por un mal momento. Sólo pensamos en nosotros y no en el otro. Exigimos y no consideramos.
Tampoco hay que ser tan popular como Phan para que esto nos sirva para reflexionar sobre la imagen que damos en nuestras propias redes sociales (seas una influencer o no). ¿Realmente somos así? ¿Estamos aparentando cosas? De ser así, ¿por qué lo hacemos? ¿Qué queremos transmitir? ¿Vivimos nuestra vida a través de una pantalla? ¿Cómo es nuestra relación con familiares y amigos? Son preguntas que son más que pertinentes en esta era digital donde si bien algunos se conectan por temas de separación geográfica, otros se desconectan más entre las teclas de un teléfono inteligente.
Lo que no me gustó del video de Phan fue el final, porque luego de desmaquillar ese mundo que la mayoría podría pensar que es perfecto y hacer una confesión tan personal y aparentemente genuina, coloca una publicidad sobre el lanzamiento de su nueva línea de maquillaje alegando que también en eso estuvo concentrada en los últimos meses; es decir, vuelve a usar Youtube para vender y utiliza una de las estrategias más efectivas del mercadeo para hacerlo: apelar a la emoción.
Su colección se titula Em y, para quienes la siguen, no es un nombre ajeno, pues así se llamaba la colaboración que hizo hace meses con la marca L´Oréal y que, por cierto, no tuvo el éxito esperado. Ella dice en el video que es porque descubrió que más allá de querer hacer que las mujeres se vean bellas, quiere que se sientan bellas. No sé cómo un delineador o labial puede lograr esto por sí solo (los dos productos que hasta ahora están a la venta en su página), pero hay que esperar su estrategia completa de mercadeo y ver si regresará a YouTube pero con otro tipo de videos y mensajes motivadores.
Pero vamos a quedarnos con el aprendizaje de todo esta historia de Michelle Phan que se ha vuelto viral: el dinero ciertamente no compra la felicidad, la codicia y la vanidad son enfermedades para el alma y seamos fieles siempre a nosotros mismos.