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¿Cómo superar una crisis emocional?

Luz Ivonne Ream - publicado el 04/06/17

Recuerda que cuando pasas por un mal momento, lo malo es el momento y no túEs muy linda y esperanzadora esa frase de: “las crisis son oportunidades para crecer”. Sí, hermosa la frase. Pero mientras pasas por la dichosa crisis de verdad que quisieras arrancarte todos los cabellos o meterte en la cama y no salir hasta que todo haya pasado.

Para comenzar, crisis no es sinónimo de fracaso en algo. Fracaso sería si elegimos no aprender la lección que trae escondida la dificultad por la que estamos pasando. Crisis es reconocer que algo en nuestras vidas se está desalineado y que requiere aún más atención de nuestra parte. Crisis significa que hay algo que cambiar con el fin de mejorar. Una crisis emocional es cuando mis emociones se dañan, se trastornan, dejan de estar en equilibrio para alterarse y nos sentimos mal por eso.

Hay de crisis a crisis. Desde que se nos quebró la uña o se nos quemaron los frijoles hasta un divorcio, la muerte de un hijo, la traición del amigo, etc. Sin embargo, todas, por grandes o pequeñas que sean, vienen con una lección.

La crisis se siente como una “energía” pesada dentro de nosotros que nos empuja hacia el piso, se siente en el cuerpo. ¿Por qué? Porque generalmente una crisis trae emociones densas -por no llamarles negativas- y estas traen carga energética, en este caso, no tan agradables ni placenteras: ansiedad, ira, rencor, odio, resentimiento, etc.

No hay soluciones rápidas ni mágicas para superar las crisis. Para que los cambios sean sólidos y con raíz estos no se pueden dar de la noche a la mañana. Sencillamente porque lo que “fácil viene, fácil se va”. El camino del crecimiento personal requiere de “invertir” tiempo, esfuerzo y muchas veces dinero. Y aún más importante, se requiere de una voluntad firme que nos haga decir, “sí quiero cambiar” y hacerlo. La buena voluntad no es suficiente si no hay acción. Da pasos sólidos y decididos, eso sí, muy pacientes y amorosos.

Te comparto algunos pasos que te servirán para superar tu crisis emocional. Vívelos intensamente, sobre todo los cuatro primeros.

Compromiso

Aceptación

Racionaliza

Libera

Acompañamiento

Cambia de pensamiento

Lección aprendida

Agradece

  1. Elige hacer un convenio personal contigo mismo y ser la mejor versión de ti. Regala al mundo lo mejor de ti que eres tú mismo, toda tu persona. Si eres creyente piensa, ¿Dios, qué hijo merece tener en mí? Necesitas estar dispuesto a disfrutar este proceso y soltar el miedo. Toda crisis trae cambio y todo cambio genera miedo. Este camino es solo para valientes, o sea, tú.
  2. Acepta que estás pasando por una crisis y ponle nombre a tu emoción. No des por hecho este paso. Escucha tu cuerpo porque este es el vehículo o canal de comunicación entre tu consciencia y tu inconsciencia. Nuestro cuerpo nos revela más de lo que pensamos por eso debo estar aleta a escucharle y reconocer que mensaje me está mandando. Cuando venga la crisis date unos pocos minutos en silencio, respira y pregúntate: ¿qué siento físicamente? Náusea, dolor estomacal, tensión en el cuello, falta de aire… Luego, ponle nombre a ese malestar -o emoción-, reconócelo y acéptalo. Me siento enojada, frustrada, desilusionada, siento envidia. Es Importantísimo que tengas claro que “sentir esto que sientes” no te hace ser una mala persona. Esto a lo que te invita es a que trabajes en tus áreas de oportunidad.

Toda emoción que no es reconocida y aceptada se vuelve autodestructiva. En el momento que reconoces y aceptas eso que sientes también tu cerebro lo localiza y te será más sencillo salirte del país de “victimilandia” esquina con “quejilandia”. Es decir, dejas tu papel de víctima para hacerte responsable. Di: “Estoy en una crisis. Reconozco, acepto y trabajo en lo que siento. Todo pasa y no pasa nada”.

  1. Haz un análisis de lo que está sucediendo. Es decir, utiliza tu parte racional y no instintiva o emocional. Te lo explico con un ejemplo. Mi amigo me no me quiere pagar ese dinero que yo con tanto amor le presté. Analiza sin crítica hacia nadie: ¿en qué soy responsable en esto? Y comienza tu lluvia de ideas. Este paso es mucho mejor que lo hagas acompañado de un profesional o de una persona que sea objetiva y que te ayude a ver lo que tú no estás viendo. Si eres creyente, pide al Espíritu Santo y a tu Ángel custodio que te ayuden a ver con claridad.
  2. Si no liberamos, no avanzamos. Es el paso más importante. Libera lo que sientes, esa emoción -energía pesada- o electricidad que traes dentro. ¡Suéltala! ¿Cómo? Por medio de gritos, llanto, golpeando tu cama, realizando alguna actividad que implique un esfuerzo físico casi extremo, entre otros. Todo dependerá del tipo de emoción que se “deba” liberar. Por ejemplo, si lo que sientes son deseos de venganza y mucha ira, expulsa esos deseos -emociones- de tu cuerpo golpeando una almohada. Imagina la cara de la persona que te hizo daño y ve con todo a liberar esa energía acumulada dentro de ti. Haz lo que mejor sepas hacer sin importar si sientes hacerlo o no porque este paso lo estás haciendo de manera muy consciente. La única condición es que no te lastimes ni lastimes a un tercero, ni en su persona ni en su propiedad. Es decir, hazlo de una manera asertiva.
  3. Acompañamiento. Después de haber pasado por los cuatro puntos anteriores estás listo para comenzar tu proceso de perdón y sanación por medio de una “buena terapia”. ¿Cuál? La que mejor se te acomode. Un buen psicólogo, un sacerdote de recta conciencia, dirección espiritual, talleres sobre el perdón, retiros espirituales, etc. Es importante que tengas cuidado de no practicar ninguna terapia esotérica como el Reiki, entre otro porqué que lejos de sanarte dañarán tu espíritu, además de que no sanan de fondo. Es mucho mejor que elijas para este acompañamiento a una persona, técnicas o herramientas que estén alineadas con tus creencias y valores.
  4. Cambiar de pensamiento. Se dice que locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes. Por esto, es necesario estar abiertos a que haya un cambio de percepción, a ver las cosas de manera distinta y a soltar creencias que ya no nos sirven. Necesitas crear nuevas memorias, nuevos pensamientos, nuevas conexiones neuronales.
  5. Lección. Difícilmente encontrarás respuestas preguntándote “por qué”, pero siempre las habrá en el “para qué”. Por lo tanto, encuentra el aprendizaje o la lección escondida detrás de esa crisis. Toda crisis trae una o varias enseñanzas.
  6. Siempre di gracias por la lección aprendida. Agradece que gracias a todo lo que pasaste descubriste en ti capacidades que no sabías que tenías.

Toda crisis se supera y si elegimos ir de la mano de Dios el camino del aprendizaje se torna más amoroso y llevadero. De qué te preocupas si ¡Dios y tú son mayoría!

 

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