“Dios me pidió que me rindiera…física, mental y espiritualmente” dice la nueva mamáDespués de casarse en la Universidad de Virginia en 2011, Margaret y Michael Baudinet estaban deseando empezar una familia. Después de las ansiadas noticias de un embarazo y el posterior aborto natural, esta pareja de Virginia decidió que abandonar no era una opción. Hicieron otra visita al médico, que sugirió que tomaran medicación para la fertilidad para incrementar sus probabilidades de embarazo. Cuando al poco el test de embarazo dio positivo, estaban eufóricos, pero en su primera cita de ecografía la felicidad de la pareja se convirtió en asombro. Margaret había concebido al menos cuatro —quizás cinco— hijos.
Resultó que fueron cinco. Y como los probabilidades de que todos los fetos llegaran a un punto de viabilidad sin problemas médicos importantes eran bajas, aconsejaron a los Baudinet que los abortaran a todos menos a dos (denominado “reducción selectiva” en la terminología médica). Fue una situación que les perturbó profundamente, pero también les preocupaba que todos los niños pudieran morir. En una publicación de blog sobre esta etapa de su viaje, Margaret escribió:
Acordamos meditarlo durante el fin de semana. Michael fue a reunirse con su sacerdote y yo me reuní con el pastor de mi iglesia. Ambos pasamos tiempo en oración y meditación. A ambos, por supuesto, nos aterraba no conseguir ponernos de acuerdo (…). De camino a mi trabajo al día siguiente, sentí como si Dios me pidiera hacer una cosa. No me pedía que fuera valiente o que conociera todas las respuestas ni que complaciera a todo el mundo en este proceso. No. Dios me pidió que me rindiera. Rendición. Física, mental y espiritual. Dios me pidió rendición. Para mí, esto significaba que conservaríamos a los cinco bebés y dejaríamos a Dios que determinara su destino.
Entonces Michael se topó con una historia en Newsweek sobre un médico en Phoenix, Arizona, el doctor John Elliott, que se especializa en embarazos múltiples. Tiene la reputación de llevar a las mujeres a tiempos de gestación más largos de la media y reducir los riesgos de discapacidad física o mental. Ningún otro médico que pudiera encontrar la pareja tenía más experiencia con embarazos múltiples de orden superior. Todas las pacientes del doctor Elliott solo tenían palabras de alabanza. La pareja contactó con él, él les devolvió la llamada y pasaron una hora con él al teléfono.
“El doctor Elliott fue el primer médico que no nos dijo que conservar a todos los quintillizos significaría dejarlo todo en manos de la ‘esperanza’”, escribía Margaret en otra entrada de blog. “En vez de eso, tuvo la actitud de ‘podemos conseguirlo’. Aunque fue sincero con los riesgos, nos explicó que podía ayudar al éxito del embarazo. No sería fácil, pero podía hacerse”.
Según la investigación de Margaret, los quintillizos nacen de media en torno a las 27-28 semanas en Estados Unidos. A las 26 semanas de gestación, un bebé tiene aproximadamente un 80% de probabilidades de sobrevivir, pero cerca de un 50% de probabilidades de padecer una discapacidad física o mental significativa a largo plazo. A las 28 semanas de gestación, esos números mejoran hasta un 90-95% de supervivencia y un 25% de probabilidad de discapacidad a largo plazo.
El objetivo de los Baudinet era llegar a las 30 semanas, aunque el doctor Elliott quería que fueran 34. La pareja preparó todo para mudarse temporalmente a Phoenix para poder estar bajo las atenciones del doctor Elliott y el personal del Saint Joseph’s Hospital. Sus familiares y amigos se organizaron para ayudarles.
Margaret tenía prevista una cesárea para el 17 de diciembre, a las 34 semanas de gestación, pero los bebés tenían planes diferentes y llegaron 13 días antes, el 4 de diciembre. Con alegría, Margaret y Michael dieron la bienvenida a Ava Louise, Clara Catherine, Camille “Millie” Whitney, Isabelle Frances, y Luke Thomas. Cada uno recibió el alta después de algún tiempo en la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos, el último de ellos el 8 de enero, una semana antes de que la familia dejara Arizona.
Aunque alimentar y cuidar de cinco recién nacidos requiere todo un equipo —que actualmente incluye a ambas abuelas—, el próximo gran reto después de que los bebés salieran del hospital era cómo llevarlos desde Phoenix de vuelta a Virginia (casi de una punta a otra de EE.UU.). Un viaje en coche sería demasiado largo y movido; un trayecto en avión expondría a los bebés a gérmenes peligrosos para los que su cuerpo aún no está preparado. A través de algunas conexiones, Margaret encontró a un generoso amigo dispuesto a donar un jet privado.
“Provocamos un buen espectáculo con nuestros cinco asientos de coche para bebé, un perro y tres adultos apiñados en este lujoso avión”, escribió Margaret el 20 de enero. “Giramos muchas cabezas a medida que transferíamos sillita tras sillita de bebé del coche al avión. Los niños estuvieron estupendamente en el avión, ¡seguramente gracias a la excelente atención que recibimos!”.
El padre de Michael, Charlie Baudinet, voló de vuelta a Phoenix para recuperar el coche de la pareja y conducir de vuelta a Virginia. “¡Lo siguiente en la lista es convencer a Nissan para que done una furgoneta Nissan NV Passenger!”, afirmó.
Aunque estos primeros días de adaptación son abrumadores, en febrero llegarán dos au pairs que con suerte traerán algo de alivio a la familia, sobre todo cuando a Michael le toque volver al trabajo.
“Vamos al día, con la confianza de que Dios no nos da nada que no podamos manejar”, dice Michael. Y Margaret añade: “Durante este proceso, hemos escuchado a Dios pidiéndonos rendición. A Su voluntad y a Su elección. Dios nos aseguró que Él cuidaría del resto…”.
En mitad del caos actual, hay maravilla y gratitud por la tremenda bendición que han recibido los Baudinet: por los cinco bebés hermosos y sanos, primero, pero también por el tremendo apoyo y la generosa ayuda que han recibido de tantos a su alrededor. “Estamos muy agradecidos por todas las oraciones y la ayuda que hemos recibido y porque Dios nos haya llevado hasta tan lejos”, dice Michael. En una actualización reciente de blog, Margaret escribió:
No hay palabras para describiros lo apoyada que me siento. Gracias. Desde los amigos del instituto de mis padres a mis amigos de mi ciudad local y nuestros nuevos amigos en Cville [Charlottesville], sin olvidar al servicio de enfermería de la unidad de cuidados intensivos del Saint Joseph; gracias a todos por vuestra generosidad y vuestro amor. Creo que es en Proverbios 22:9 donde se dice “el hombre compasivo será bendito: supo compartir su pan con el pobre”. Dios os bendiga, a todos los generosos, os lo agradecemos muchísimo.