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¿Por qué las sectas tuvieron éxito en España en los años 80?

Luis Santamaría - publicado el 15/02/17

Una época de cambios y el uso de técnicas de manipulación… como hoy 

Recientemente, Televisión Española emitió un interesante documental en su serie semanal Ochéntame otra vez –que recuerda temas que fueron importantes en la década de los 80 del pasado siglo– dedicado a las sectas. Merece la pena recoger algunas de sus declaraciones más interesantes para poder comparar la situación de un momento en el que las sectas constituían un problema percibido socialmente con la situación actual, de nueva religiosidad difusa que, de otras maneras, sigue captando y manipulando.

Un documental que empieza con una afirmación del periodista Pepe Rodríguez, muy popular en aquellos años por sus libros y artículos sobre el tema: “El estudio de las sectas no es ni más ni menos que la mejor vía posible para entender la fragilidad humana”.

Una opinión subrayada por otro colaborador: “Cuando hay inseguridad personal, se buscan seguridades artificiales”, palabras en labios de Joan Manuel del Pozo, que fue presidente de la Comisión de Estudio sobre las sectas del Congreso de los Diputados (que realizó sus trabajos entre 1988 y 1989).

Los casos más significativos de la década

El reportaje partió del caso que marcó un antes y un después en la percepción social del fenómeno de las sectas: la masacre del Templo del Pueblo en la Guyana en 1978, que acabó con más de 900 muertos. Al llevar allí el reverendo Jim Jones a sus adeptos desde los Estados Unidos, “en un entorno más aislado, su capacidad de influir –era un líder carismático– fue mayor”, según explica Álvaro Rodríguez Carballeira, catedrático de Psicología Social y Jurídica en la Universidad de Barcelona. “Si ganas la voluntad de la otra persona, la tienes para todo”, afirma, explicando así el trágico desenlace.

Otro fenómeno más autóctono analizado en el documental es el del Palmar de Troya (los “Carmelitas de la Santa Faz”), cisma de la Iglesia católica que surgió a raíz de unas supuestas apariciones de la Virgen María. Pepe Rodríguez lo considera “un monumento a la Psiquiatría” y “algo muy castizo” que se configuró en torno a Clemente, autoproclamado Papa de su secta a la muerte de Pablo VI. Un grupo que fue legalizado como entidad religiosa, y así continúa hoy.

También se repasó el caso de los Niños de Dios, secta de origen cristiano fundada por David Berg, con varias imágenes de sus publicaciones que demuestran la legitimación de la prostitución de sus adeptas con objetivo de captación y financiación del grupo, que se convirtió en “una máquina de abusar y de manipular”, en palabras del periodista, y que llegó a practicar el sexo con menores de edad (incluidos niños muy pequeños). Finalmente, en 1990 hubo una operación policial contra los Niños de Dios. El reportaje incluyó el testimonio de la madrileña Mercedes Montenegro, cuya hija se fue con esta secta y no ha vuelto a casa a día de hoy.

Otro grupo que aparece en el documental es el de la secta CEIS (Centro Esotérico de Investigaciones), secta pseudoterapéutica que fue intervenida por la policía autonómica catalana (tras la infiltración de un “topo” durante varios meses) en 1984, acusada de promiscuidad sexual interna y de prostitución externa de sus adeptos como “prácticas de amor universal” y que, tras la condena judicial a sus líderes, desapareció.

No podía faltar la Iglesia de la Cienciología (Dianética y Narconón), que fue una de las protagonistas de la década, acusada entre otras cosas de estafa y explotación económica y laboral de sus adeptos en la segunda mitad de los 80. Un grupo en el que había entonces una “situación interna muy coaccionante”, según Pepe Rodríguez. Por su parte, Álvaro Rodríguez Carballeira explica cómo el fundador, Ronald Hubbard, creó “un negocio en torno a ciertas estrategias de mejora personal que dicen que les funcionan… y a partir de ahí nace un negocio internacional fabuloso, divinizando a esta persona y haciéndole altares”.

Hubo un juicio importante contra la Cienciología, después de una redada en la que se detuvo a decenas de sus miembros que participaban en un congreso. Incluso uno de sus líderes extranjeros, entre otras personas, ingresó en prisión. Pero las presuntas víctimas se retiraron del caso, según explica Pepe Rodríguez, porque la secta les pagó, las indemnizó. El juicio no se celebró hasta el año 2000, y todos los acusados fueron absueltos.

Según Juan Rada, que fue subdirector del semanario de sucesos El Caso, “el caso más mediático que ha habido de sectas en los 80 fue, sin lugar a dudas, Edelweiss”, un grupo cuyo líder, Eddie, tenía la pretensión de “proteger” a los menores de edad en una dinámica que promovía las relaciones homosexuales entre los adeptos, a los que captaba con el señuelo del montañismo y convencía de un cercano apocalipsis extraterrestre. Llegaron a practicar la prostitución infantil. En 1984 se desarticuló la secta y su líder fue condenado a prisión.

El contexto personal y social

“Los líderes suelen ser hombres en su mayoría, personas con cierto carisma y con cierta capacidad para convencer, persuadir, seducir… con características a menudo narcisistas y megalómanas”, señala el catedrático Rodríguez Carballeira. Y Pepe Rodríguez añade: con “una visión delirante de la realidad pero muy estructurada, de forma que parecen muy coherentes”.

En cuanto a los adeptos, explica el psicólogo Rodríguez Carballeira, “suelen ser personas muy idealistas, que quieren lograr transformarse ellas y transformar su entorno y mejorarlo”. Quien ha entrado en una secta, cuando está dentro piensa así: “es el proyecto de tu vida… tú eres eso, te identificas. Cuando abandonas eso, todo se te cae, todo se rompe. Y tienes que reconstruir tu vida”.

Los diversos colaboradores en el documental explicaron el contexto de los años 80 como de crisis y transformación tras la época franquista, un período de búsqueda, de apertura a Oriente, de libertad religiosa y de conciencia… Y en este marco, la irrupción de las sectas supuso “una delincuencia nueva que se estaba implantando en España”, en palabras de Juan Rada.

También participa en el reportaje Mª Rosa Boladeras, que fue presidenta de la Asociación Pro-Juventud, pionera en este tema en España, y que delimita así el fenómeno: “secta destructiva es aquel grupo totalitario, piramidal, cuyo fin es el poder y el dinero, que tiene la verdad absoluta y que exige a la persona toda su dedicación de tiempo y cuerpo”.

Rodríguez Carballeira detalla que un movimiento así “utiliza estrategias de manipulación, coacción, control… abusivas, en definitiva, para dominar a otra persona con el objetivo de captarla para el grupo y someterla al grupo”.

El Estado, la justicia y la policía

Boladeras recuerda que en aquella época, cuando empezaron a asociarse las familias afectadas por las sectas, “te encontrabas impotente, no había ningún juez que te apoyara ni ninguna policía que te apoyara… hasta que, al cabo de mucho tiempo, empezamos a organizarnos” con las fuerzas de seguridad.

En el documental también se valora la figura de Pilar Salarrullana, diputada que sensibilizó a las instituciones del Estado y a la población española en general sobre este problema. “Le cambió la vida”, reconoce su hija. De hecho, fue amenazada en muchas ocasiones.

Otro elemento destacado por Pepe Rodríguez en este sentido es la dificultad de la acción legal contra las sectas en el caso de que haya delitos, ya que muchas veces las víctimas no cuentan con evidencias que presentar, y la investigación es muy compleja, como sucede en los casos de terrorismo.

La policía en España no ha sabido investigar estos temas de sectarismo y por eso “sus trabajos no llegaban a ninguna parte. Las denuncias de los familiares y afectados no tenían ningún tipo de evidencia y acababan archivadas”.

En lo referente al papel del Estado en torno al fenómeno de las sectas, en el reportaje se puede escuchar lo que decía Joan Manuel del Pozo, el diputado que presidió la Comisión de estudio correspondiente, después de finalizar sus trabajos: “en un régimen de libertades democráticas es imposible establecer ningún tipo de ‘catálogo’ de sectas, y mucho menos una ley de sectas. Las sectas se sitúan dentro del amplio campo de las libertades, muchas veces en su límite, y algunas veces traspasan ese límite”.

¿Qué ha cambiado treinta años después? Según Mª Rosa Boladeras, “su medio de comunicación es Internet, hacen una propaganda tremenda, pero enganchan exactamente igual”. ¿Y cómo se puede luchar contra este problema? “Con afecto y con seguridad”, afirma Joan Manuel del Pozo.

Pepe Rodríguez, por su parte, aclara que “no tiene sentido prohibir las sectas. Si prohibimos los bares, no vamos a evitar el alcoholismo. No se trata de perseguir sectas, se trata de educarnos de otra manera para que no necesitemos reducir nuestra ansiedad consumiendo exceso de grupos (sectas), exceso de alcohol ni de nada”.

 

Para más información:

– Documental “Captados por las sectas”, TVE, 9/02/17.

– Luis Santamaría, “Adiós a Pilar Salarrullana, experta en sectas y defensora de la libertad”, InfoCatólica, 30/06/09.

 

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