separateurCreated with Sketch.

La fascinante historia de san Felipe de Jesús

whatsappfacebooktwitter-xemailnative
SIAME - publicado el 12/02/17
whatsappfacebooktwitter-xemailnative

Cuentan que la mamá de Felipe, exasperada por las travesuras de su hijo, exclamaba: “¡Ay mi Felipillo santo!”.En 1572, en la muy noble y leal Ciudad de México, hijo de un matrimonio español emigrado a México, nació Felipe de las Casas. En la Catedral de México, en la nave izquierda, junto a la capilla dedicada a san Felipe de Jesús, se exhibe una gran pila bautismal de piedra custodiada por una reja de madera dorada que, según la tradición, fue en la que bautizaron a nuestro santo.

Un niño travieso

En su tierna infancia tenía Felipe una nana negra, a usanza de esa época, que era víctima de todas sus travesuras, pero que lo amaba a pesar de todo. Cuentan que la mamá de Felipe, exasperada por las travesuras de su hijo, exclamaba: “¡Ay mi Felipillo santo!”. Y la buena nana negra contestaba: “¿Felipillo santo?; ¡cuando la higuera reverdezca!”.

Se refería a una higuera seca que había en la huerta de la casa familiar.

Mimado por sus padres y por la fortuna, el famoso Felipillo no sentaba cabeza. Educado por los jesuitas, manifestó su deseo de hacerse fraile franciscano dieguino, ¡pero no aguantó y se escapó del noviciado!

Con el deseo de labrarle un futuro en su profesión, su padre, platero, lo envió a Filipinas para ver si la emigración le ayudaba a hacerse hombre de bien, como a él mismo le había ayudado.

Filipinas

El pan ajeno hace al hijo bueno, y Filipinas fue para Felipe la oportunidad de tomar en serio los negocios de su padre de la tierra. Pero también comenzó a tomar en serio los negocios de su padre del Cielo. Tan en serio que ingresó de nuevo a la Orden Franciscana y, ahora sí, fue un fraile ejemplar.

Con el deseo de ser ordenado sacerdote en México, para regocijo de sus padres, pidió permiso y fue enviado a nuestro país.

Llamado a ser testigo

Se embarcó, pues, el joven fray Felipe lleno de ilusiones por volver a su amada tierra, pero el hombre pone y Dios dispone. Dios lo llamó a un destino que a los ojos de la fe era mucho más glorioso. Iba para México y una tempestad desvió su barco ¡a Japón!, allí su vocación a la santidad llegaría a su plenitud.

Japón

Taicosama era emperador de Japón cuando Felipe naufragó en sus costas. Este emperador estaba decidido a erradicar el cristianismo, y en 1587 ordenó la expulsión de los jesuitas. Estos heroicos soldados de Cristo decidieron no abandonar a sus comunidades apenas nacientes y decidieron quedarse. En 1593 recibieron el refuerzo de quince franciscanos españoles. El emperador tomó esto como un reto, y en 1596 mandó matar a todos los cristianos.

Arrestaron a 24 cristianos: tres hermanos jesuitas japoneses, presididos por Pablo Miki; tres sacerdotes franciscanos, tres frailes, todos españoles, exceptuando a nuestro Felipe; y quince laicos terciarios franciscanos, entre ellos algunos niños.

Durante semanas fueron llevados de pueblo en pueblo y maltratados para escarmiento de los posibles simpatizantes del cristianismo. Finalmente fueron llevados a Nagasaki, donde fueron crucificados de cara al mar, el 5 de febrero de 1597.

La higuera

Cuentan que en la casa paterna, la nana negra de Felipe entró llena de gozo a la casa gritando “¡Felipillo santo, Felipillo santo!”.

La higuera había reverdecido.
Fue el primer mexicano canonizado y es patrono de la juventud creyente.

Artículo originalmente publicado por SIAME

¿Te ha gustado leer este artículo? ¿Deseas leer más?

Recibe Aleteia cada día.

Apoye Aleteia

Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia.  Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.

  • 20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
  • Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
  • Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
  • Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
  • 600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
  • Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
  • Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).

Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.