Conoce la historia de las 6 estatuas parlantes
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En Roma nunca se terminan las curiosidades. En cada recoveco, en cada callecita, en cada esquina… siempre encuentras algo que te sorprende. Hoy hablamos de las 6 estatuas parlantes.
Se trata de un grupo de estatuas que, a lo largo de los siglos, los romanos usaron y usan hasta ahora para expresar descontento, u opinar sobre la política, pero haciéndolo sarcásticamente y con sentido del humor. A veces, las pocas, algún enamorado hizo saber a toda la ciudad el amor por su enamorada.
Desde inicios del siglo XVI, autores anónimos colgaban carteles satíricos en el cuello de algunas estatuas de Roma durante la noche, sobre todo en los lugares más transitados de la ciudad. En la mañana siguiente todos podrían verlos y leerlos antes de que la policía los quitara.
Los carteles contenían generalmente poemas, en italiano o en latín y en forma de diálogo. La sátira se dirige principalmente contra los gobernantes y el poder establecido. De esta costumbre nacieron muchas frases literarias satíricas famosas que le dan un toque de color a la historia de la Ciudad Eterna. Estos mensajes venían llamados “pasquinate” (pasquinadas), nombre derivado de la estatua más representativa del grupo, el Pasquino.
Conozcamos un poco estas 6 importantes estatuas romanas
El Pasquino: Se encuentra muy cerca de Plaza Navona, es la estatua de un hombre, probablemente del siglo II a.C. no muy bien conservado que no se sabe a quién representa, quizás un rey o un héroe de la antigua Grecia. Lleva el nombre de Pasquino, quien sería un personaje conocido del lugar por sus versos satíricos. Quizá un barbero, un herrero, un sastre o un zapatero o el dueño de un restaurante de la plazoleta donde se encuentra la estatua.
Marforio: Es la estatua parlante más conocida después de la de Pasquino, una enorme escultura de mármol, de la época romana, realizada en el siglo I, que representa quizá a Neptuno, o al río Tíber. Fue encontrada en el Foro de Augusto, en el área conocida como Foro de Marte, de donde probablemente venga el nombre de la estatua. A mediados del siglo XVII el papa Inocencio X mandó colocar la figura en el patio del Palazzo dei Conservatori (museos Capitolinos) donde se encuentra en la actualidad.
Il Facchino (El portero): Es una pequeña fuente que representa un hombre que vierte agua desde un barril. Se especuló con la posibilidad de que pudiera representar a Lutero. Quizá simplemente sea un “Acquarolo”, una persona que recogía agua de las fuentes para luego revenderla puerta a puerta en el centro de Roma. En la actualidad la podemos admirar en Vía Lata adyacente a Vía del Corso dónde se encontraba antes.
Madama Lucrezia: Es un enorme busto de mármol, de casi 3 metros de alto y representa la figura de una mujer, tal vez la diosa Isis o una de sus sacerdotisas. El busto fue donado por Lucrezia d’Alagno, la amante de Alfonso II de Nápoles, la cual, tras la muerte de su amante, y a causa de la hostilidad de su sucesor, se retiró a Roma, viviendo en el solar donde en la actualidad se encuentra la estatua, entre el palacio Venecia y la Iglesia San Marcos.
Abate Luigi (abad Luis): Ubicada en la Plaza Vidoni, no muy lejos de la Plaza Navona, esta estatua representa un hombre con una toga. Probablemente simboliza a un alto magistrado. A falta de una identificación precisa, le pusieron Abate Luigi, que era el nombre del sacristán de la cercana Iglesia del Sudario. Los romanos, con su agudeza habitual, encontraban en él bastante parecido con la estatua.
Actualmente sobre la base del Abate Luigi hay un epitafio que dice:
“Yo era de la antigua Roma un “cittadino” (ciudadano),
Ahora Abate Luigi todos me llaman,
Conquisté junto a Marforio y Pasquino
en las sátiras urbanas eterna fama,
Sufrí ofensas, desgracias y sepultura
pero aquí vida nueva es aún segura”
“Il Babbuino” (el mono): Es la representación de la imagen de “Sileno” yacente, pero el pueblo de Roma le llama “babuino” por su aspecto bruto y deforme. En 1571 el papa Pío V mandó realizar una fuente de uso público, y la estatua fue colocada como ornamento de la misma. Tras diversas peregrinaciones en 1957 el Sileno retornó a su lugar de origen, junto a la iglesia de San Atanasio dei Greci.
Algunas de las “Pasquinadas” más ocurrentes son las siguientes:
Durante la dominación Napoleónica, hubo un diálogo entre Pasquino y Marforio:
– Marforio: “¿Es verdad que los franceses son todos ladrones?”
– Pasquini: “No todos, pero Bona-parte”.
Durante el Fascismo, en ocasión a los preparativos para la visita de Hitler a Roma, Pasquino dijo:
“¡Pobre Roma mía de Travertino!
Te han vestido toda de cartón
para hacerte mirar por un pintor,
tu próximo patrón”
A la muerte del papa León X, famoso por la venta de indulgencias, Pasquino dijo:
“En los últimos instantes que León había vivido,
no pudo tener sus sacramentos, pues los había vendido”
Y la más famosa en la Ciudad Eterna refiere a cuando el papa Urbano VIII, de la familia Barberini, ordenó a Bernini que quitara las decoraciones de bronce del panteón para colocarlas en el altar de la Basílica de San Pedro, Pasquino lo sentenció diciendo: Quod non fecerunt barbari, fecerunt Barberini. Una expresión latina que, traducida literalmente, significa: Lo que no han hecho los bárbaros, lo han hecho los Barberini.