Fundada sobre tres pilares: trabajo, colegio, y normas de convivenciaPara presentar esta ciudad es esencial apuntar a este héroe. Para algunos es una suerte de ángel blanco en el África negra. Su carta de identidad dirá que nació en la Argentina, pero su acento remite a su familia eslovena, su misión revela su carisma vicentino, y por haber estado más de 40 años entre los más pobres de Madagascar es un auténtico malgache.
El padre Pedro Opeka nació en 1948 en San Martín, Gran Buenos Aires. De joven sintió la vocación a la Congregación de la Misión de los Padres Vicentinos. De hecho, el actual superior general de los vicentinos, Tomaz Mavric, es argentino descendiente de eslovenos, como él.
A poco de ordenado en la Basílica de Luján, erigida por el impulso de los vicentinos, el padre Opeka fue enviado a Madagascar. En Antananarivo buscó ayudar a los malgaches a salir, literalmente, de los basurales. Uno de sus instrumentos de comunicación con ellos más efectivos, se suele mencionar al evocar su figura, fue el fútbol.
En Vangaindrano y en Antananarivo fue dejando una huella que le ha valido numerosos premios y reconocimientos, entre ellos nominaciones al premio Nobel de la Paz.
Es que junto con los vecinos, fundó la ciudad y asociación humanitaria Akamasoa, “Buenos Amigos” en malgache. Se trata de una ciudad para los pobres del basural fundada sobre tres pilares: trabajo, colegio, y normas de convivencia.
En Akamasoa, se construyó todo lo que se necesitaba para fundar del basural una ciudad con varios pueblos: colegios, hospitales, espacios verdes, bibliotecas, iglesias. Comenzó con una casa de acogida para los niños. Hoy habitan la ciudad cerca de 17 mil personas, 60% de ellos niños.
Es la ciudad de los pobres, construida por los pobres, con los propios ladrillos, preparando sus propias piedras, pero es también de la esperanza. Se atisba fácilmente desde lejos sobre las colinas, con casas firmes y limpias.
“Cuando veo esa ciudad, digo: quién hizo eso. Eso lo hizo la Providencia. Nadie creía que era posible. Y sin embargo lo hemos hecho. Cuando hay amor, cuando hay pasión, cuando hay fe, todo es posible”, expresó recientemente al canal TN.
Hace dos años el presidente de Madagascar visitó la ciudad, y tras una misa, expresó: “Yo pensaba venir aquí para apoyarlos y en realidad son ustedes los que durante esta misa, me han redoblado la fuerza para ocuparme de 22 millones de malgaches en todo el país y sacarlos de la pobreza”.
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La tarea del Padre Opeka se puede seguir desde el sitio
http://www.madagascar-foundation.org/, donde se ven tanto imágenes de las multitudinarias misas que celebra, como todos los avatares de una obra que ayuda a cada vez más personas, y que necesita de la colaboración de todos nosotros.