Proponen a Laura patrona de los refugiados y las mujeres que sufren violenciaLa beata Laura Vicuña falleció en 1904, pero su testimonio de vida y las cruces por las que debió pasar en su corta vida tanto en su Chile natal como en la Argentina parecen aún hoy vigentes. Por eso, y para que quienes sufren algunos de los males que Laura Vicuña tuvo que soportar encuentren en ella un apoyo y sostén, un grupo de políticos argentinos promueven un proyecto de declaración para que el Papa Francisco impulse la canonización de la beata.
El grupo, entre los que se encuentra el diputado nacional socialdemócrata Juan Brügge, quien sería pariente de Vicuña, propone a Laura como patrona de los refugiados y las mujeres que sufren violencia.
Recordando la vida de la niña, explican que la Beata, según recogió la agencia AICA, “fue una niña chilena que (con) su madre viuda tuvo que emigrar a la Argentina por persecución política, algo así como refugiada política. (…) Ella y su madre sufrieron violencia intrafamiliar en nuestro país por un varón, y dio su vida para que su madre se convierta y deje al hombre que ejercía violencia contra ella”.
Laura Vicuña nació en Santiago, Chile, el 5 de abril de 1891. Tras la muerte de su padre, y en el medio de una persecución política contra su familia paterna, su madre Mercedes emigra con ella y su otra hija Julia a la Argentina en 1900.
En la ciudad de Junín de los Andes Laura ingresa al colegio internado de las Hermanas Salesianas de María Auxiliadora, donde sueña con ser religiosa, y al año toma su primera comunión. Mientras tanto, su madre se une en unión libre con Manuel Mora, unión que Laura, advierte en el colegio, no era agradable a los ojos de Dios.
Laura, quien era además acosada por Mora, se resiste y se opone a los abusos de Mora, quien rehúsa seguir pagando su educación y le propina una severa golpiza. Aún cuando la familia salesiana se ofreció a hacerse cargo de la educación de Laura, ella no olvidaba la situación de su madre, e hizo una promesa a Dios: “Señor, que yo sufra todo lo que a Ti te parezca bien, pero que mi madre se convierta y se salve”.
Dos años después, por ayudar a la intemperie a las más pequeñas de su colegio durante una inundación en pleno invierno, Laura enferma y agoniza. En su lecho de muerte, confiesa a su madre: “Mamá, desde hace dos años ofrecí mi vida a Dios en sacrificio para obtener que tú no vivas más en unión libre. Que te separes de ese hombre y vivas santamente”. Ese día su madre inició una nueva vida.
Ver además: http://es.aleteia.org/2016/01/22/la-nina-que-ofrecio-su-vida-por-su-madre/
Beatificada en 1988, la fama de santidad de Laura Vicuña ha trascendido la familia salesiana, e incluso las fronteras de Argentina y Chile. En países como Lesotho, Malta, Israel, entre otros, la familia salesiana ha logrado que el nombre de Laura acompañe colegios, capillas, y su testimonio siga siendo vigente.