Demostró que el hombre lleva consigo de manera espontánea y natural la creencia en un único ser supremo creador del mundo Hoy en Fe y Ciencia les traemos la vida del polaco Martín Gusinde:
Martín Gusinde nació en Polonia el año 1886, en la época en que este país aún era territorio alemán. En ese entonces, la situación política en Alemania era compleja. Es en este contexto donde Gusinde cursa sus primeros estudios en su ciudad natal, de donde pasó a Heilighreuz, cerca de Neisse, para recibir su educación secundaria.
Tras ordenarse sacerdote en 1911, puso rumbo a Chile como misionero, y llegó a Valparaíso en 1912 para enseñar ciencias naturales en el Liceo Alemán de Santiago.
Realizó cuatro expediciones a Tierra del Fuego desde 1918 a 1924, desarrollando un detenido y minucioso estudio de la cultura de los selk’nam, yámanas y kawéskar, en las que se ganó de forma paulatina la confianza de los indios fueguinos (“jamás un individuo de raza blanca ha logrado introducirse en los más íntimo y sagrado de su mitología y tradiciones”) e incluso pasó por sus ritos iniciáticos.
Estudió sus costumbres, leyendas, creencias, ritos, sus respectivas ceremonias y se introdujo incluso en su vocabulario, las reglas gramaticales y la fonética que utilizaban, dentro del cual elaboró un vocabulario. Además llevó a cabo mediciones antropológicas y antropométricas de los indígenas, a los que también pudo fotografiar en sus territorios tradicionales, aunque en un avanzado estado de aculturación debido a la influencia de los colonizadores.
De hecho, según el propio Gusinde, participó en una ceremonia ritual de paso a la edad madura como uno más de ellos: “resolvieron finalmente admitirme bajo la condición de entrar como discípulo y de someterme a las prescripciones de su severo ritual”. Realizó varios descubrimientos arqueológicos en la región, con lo que demostró la antigüedad de la cultura mapuche.
En su búsqueda de los verdaderos primitivos en los se pudiera rastrear la semilla de la fe cristiana, Gusinde visitó los pueblos más remotos del planeta, intentando encontrar una base antropológica del mensaje cristiano. En la larga lista de pueblos estudiados por Gusinde se encuentran los pigmeos twa y bambuti del Congo, los negritos de Filipinas, los yupe y los guajiros de Venezuela, los ainos del Japón y los papúes de Nueva Guinea, entre otros.
Los Selknam le dieron por nombre a Gusinde “mankasen”, en lengua selk’nam man (sombra, figura) y kasen (cazador): cazador de sombras. Este nombre les fue sugerido por la observación de las fotografías que él les tomaba.
Seguidor de las teorías de Wilhelm Schmidt, Gusinde argumentó que el hombre lleva consigo de manera espontánea y natural la creencia en un único ser supremo creador del mundo y de la moral, y que en las etapas posteriores de la evolución humana aparecieron otros cultos y ritos que se habrían superpuesto a ese patrón originario.
De acuerdo con los principios evolucionistas, pensó que mientras más bajo y primitivo fuera el nivel cultural de un pueblo, sus creencias religiosas se encontrarían en un grado más prístino, cercano a la de los hombres en el momento de la creación del mundo.
Hasta su fallecimiento se dedicó a realizar investigaciones antropológicas de los fueguinos; murió en Viena, en octubre de 1969.
Claudia Cruzat
Artículo originalmente publicado por Centro de Estudios Católicos