Probablemente la mejor película (hasta ahora) del director de “Un Dios prohibido”Este viernes llegó a los cines españoles, gracias a Proyectfilm, Luz de Soledad, drama dirigido y escrito por el joven Pablo Moreno (Poveda) -producida por Goya Producciones y Three Columns Entertainment-, ha contado con el apoyo en el guión con el laureado realizador Pedro Delgado (Alexia).
El filme es una cinta biográfica sobre Soledad Torres Acosta, fundadora de las Siervas de María, Ministras de los Enfermos. La película narra los inicios de las Siervas de María, una institución religiosa originada en Madrid en 1851 por inspiración del sacerdote Miguel Martínez y que Soledad Torres Acosta guió en su desarrollo y expansión hasta su muerte en 1887. Son años difíciles en los que Madre Soledad y sus Siervas de María se enfrentan a revoluciones, epidemias y persecuciones religiosas. Soledad Torres Acosta fue canonizada por el Papa Pablo VI en 1970.
La película sirve un reparto de lujo -además de una buena dirección de actores- encabezado por Laura Contreras, Lolita Flores, Elena Furiase -es la primera vez que madre e hija trabajan juntas y el regreso a la gran pantalla de Lolita tras 2 francos, 40 pesetas– Carlos Cañas, Raúl Escudero, Eva Higueras, Julio Lázaro y Susana Sucena, y narra la historia de Olga. Es hija única y debe encargarse de cuidar a su padre, don Arturo, un hombre irascible y de carácter duro que sufre una enfermedad.
Agobiada por su trabajo en el bufete de abogados necesita a alguien que le cuide de noche y recurre a la última persona a quien su padre querría ver: Sor Inés, una monja Sierva de María. Como ya ocurriera con san Pedro Poveda y uno de sus captores, aquí será también una tercera persona la que propicie e impulse la narración de los hechos por boca del protagonista.
Tercera incursión el cine del director Pablo Moreno tras Un dios prohibido y la citada Poveda. En estos filmes ya se destapaban las fuentes religiosas de las que ha bebido el cineasta, que convierte y transforma con tiento y sensibilidad en imágenes de profundo calado religioso -nada ñoño ni fruto de sacristías- y amplia profundidad dramática e histórica, muy bien traídas.
En el caso que nos ocupa, Luz de Soledad -desarrollada en dos tiempos históricos- continúa firme por esta vía trazada, que Moreno describe con elegancia y modestia, no por su factura técnica, sino por haber conseguido ponderar las dosis del drama, tanto en la narración de la vida de la religiosa y sus compañeras como en los pormenores de la parte bélica o la época actual, que resultan armónicos, consistentes y bien integrados en la cinta.
Con todos estos buenos ingredientes podemos sentenciar que el cineasta, oriundo de Ciudad Rodrigo, ha rodado su mejor película. No en vano, Luz de Soledad, respecto a sus anteriores trabajos, cuenta con una mejor banda sonora, ambientación, planificación o diseño de exteriores, que son la medida justa para un filme con un buen acabado formal.
Bien es cierto de que aunque puntualmente el filme se detiene en las aventuras del anticlericalismo más ramplón de entonces, también Moreno fija su mirada en esas mujeres que riñen o se encelosan tontamente y de ese modo se acentúa la condición natural del ser humano, o su fragilidad, rebelde si se quiere, también propia de los santos.
Luz de Soledad responde con sencillez al encargo de la protagonista de ser “testimonios vivos de Cristo en el mundo”, mientras deja a su paso la feliz noticia de que “el amor verdadero es el que cura realmente”. Una película, en fin, conmovedora y necesaria que recuerda lo maravilloso que es donarse al prójimo, sobre todo cuando el prójimo sufre y en él se aprecia la mirada de Dios.