“Aunque la vida rompa tus ilusiones, hay que seguir soñando”La tarde del sábado del 16 de abril fue un verdadero infierno para los habitantes de varias regiones de Ecuador debido al terremoto de 7.8 grados en la escala de Richter que azotó el país, principalmente las zonas de Manabí y Esmeraldas.
Este domingo se cumplieron seis meses de aquel trágico momento que ha dejado secuelas hasta el día de hoy.
“¡Terremoto, terremoto, terremoto! Es el fin del mundo… ¡Salgan, salgan, salgan!”, exclamó aquel día Juana Guacho Pico, una mujer que estaba en la puerta de su hotel, La Elegancia, y que fue testigo de la destrucción material, además de padecer el dolor de la pérdida de una hija, que en ese momento estaba dentro del edificio.
Esta mujer, cuyo relato reproduce El Comercio de Quito, lo perdió todo, quedó en la calle y dice haber quedado en el olvido.
Actualmente tiene un puesto de venta de zapatos, ropa y artículos para el hogar, a la espera de una mejor suerte, junto al área donde estaba su hotel, que logró adquirir hace más de 10 años a través de una hipoteca.
El de Juana es un caso particular. Pero quizás, en medio de la desolación y la desgracia, como dato alentador surge que –también para Juana, pues forma parte del público objetivo al cual van destinados los esfuerzos-, con el transcurso del tiempo desde diferentes organizaciones públicas y privadas, la ayuda para para la reconstrucción de las zonas afectadas sigue en pie y no cayó en el olvido.
Entre ellas hay varias organizaciones católicas como Caritas, con diferentes brazos en diferentes partes del mundo y en América Latina, y Manos Unidas en España, entre otras.
El terremoto dejó más de 600 muertos y más de 28.000 desplazados, números que no deberían dejar indiferentes a nadie.
Y la ayuda llegó, tal cual quedó plasmado, algo que sucedió desde un primer momento. Al principio era lo más urgente: agua, comida, ropa, colchones, sábanas. Luego se fue extendiendo a otros rubros como la construcción para volver a levantar casas, hospitales escuelas.
Está latente el trabajo de miles de ciudadanos que se organizaron para ayudar. Fue una verdadera aventura de solidaridad, como señalan algunos.
Estas campañas están dando su fruto y demuestran que tarde o temprano la ayuda llega y que Ecuador no cayó en el olvido.
La situación es difícil de asumir para quienes quedaron sin nada, pero debe imperar la esperanza y para ello hay miles de personas y diversas organizaciones que están dispuestas a que así sea.
“Tendrás que volver a confiar y esta es la parte más difícil”, expresa precisamente en uno de sus pasajes uno de los videos de la campaña de Caritas en Ecuador. Y agrega: “Aunque la vida rompa tus ilusiones, hay que seguir soñando”.
Entretanto, este domingo se celebró una misa multitudinaria en la zona cero, en Manta, por las víctimas del terremoto y sus familias, momento de gran emoción, pero también de consuelo.