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El Evangelio Jesús habla de un administrador infiel que derrochaba el dinero del dueño:
Un mal administrador. Un hombre corrupto. ¡Nos hablan tanto de corrupción! Estamos cansados.
Es como si nadie fuera honesto en su trabajo, en su vida. Aunque sé que eso no es verdad. Hay personas que no son corruptas.
El hombre de la parábola parece administrar mal los bienes de su señor. Es un ejemplo negativo para los que escuchan a Jesús.
Un hombre con astucia
Nadie quiere que sus bienes sean mal administrados. Nadie quiere tener la fama de ser un mal administrador. Pero después Jesús lo pone como ejemplo.
El hombre rico le da una nueva oportunidad. Y el administrador se convierte en modelo cuando actúa con astucia para ganarse el favor de otros:
Siempre de nuevo me sorprende este Evangelio. Un administrador injusto que después actúa con astucia para no quedarse en la calle y conservar amigos cuando lo despidan.
Seamos de fiar EN TODO
Lo que nos pide hoy Jesús no es que seamos malos administradores, todo lo contrario. Lo que nos pide es que seamos astutos y seamos de fiar en todo:
Jesús siempre me pide que lleve una vida honesta, honrada, justa, verdadera. Me pide que sea de fiar. Entonces me pregunto: ¿Soy de fiar para los demás?
¿Soy honesto en mi vida? ¿Soy de fiar cuando alguien me pide algo, cuando me confían un secreto?
¿Protejo la imagen de las personas que confían en mí? ¿Soy digno de confianza?
¡Qué importante es ser de fiar en esta vida! ¡Qué importante es administrar bien lo que se me confía! Cumplir, responder, sin eludir mis compromisos. ¿Lo hago? ¿Lo soy?
La misericordia es gratuita
Hoy me pide Jesús que lleve una vida honesta. Pero, ¿qué ocurre si fallo, si no estoy a la altura, si no soy honesto?
El administrador había administrado mal los bienes de su señor, pero después actúa con sagacidad pensando en su propio beneficio.
El amo lo felicita. Dios da siempre otra oportunidad. Es paciente. Nada está perdido.
El amo perdona y vuelve a confiar. Una nueva oportunidad. Hoy se nos abre una puerta. La de la misericordia. Dios puede volver a confiar en mí. Es la gratuidad de Dios. Me mira con misericordia.
¡Cuántas veces le fallo y no soy fiel! Y Jesús se conmueve y me abraza. Es la medida de Jesús. Un amor sin medida.
El dueño de mi vida vuelve a confiar en mí después de haber fallado y haber sido infiel administrando sus bienes.
Me toma en sus brazos y cree de nuevo en mí. Eso me conmueve. Puedo volver a empezar.