¿Por qué amamos Cracovia? La Iglesia de Santa María, Lonja de los Paños, Planty… ¡Tengo aún más razones subjetivas para ello!
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Detrás de mí, más de 12 mil km en la ruta Varsovia – Cracovia. Todo por amor. Mi vida se desarrolló durante casi un año entre las maletas, trenes abarrotados y autobuses que temblaban. Al principio lo hacía por razones de trabajo, después, aparecieron otras…
Cada uno de estos viajes dura unas cuantas horas. A veces de hasta siete horas por los atascos inesperados. Era tiempo para mi misma – podría releer los libros abandonados hace mucho tiempo, responder por escrito a algunas noticias, pensar con calma. Y aunque a veces estaba harta, ello me gustaba. Todavía me gusta – es el tipo de vida que elegí.
Desde siempre he querido vivir en Cracovia. Me fascinaba el ambiente de esta ciudad, donde la vida cotidiana se entrelaza con la historia, donde todos viven de manera diferente, donde hay ganas de vivir. Sin embargo, durante mucho tiempo este deseo permanecía sólo en mi imaginación. ¿Para qué tenía que dejar la ciudad donde estudiaba, trabajaba y tenía la mayor parte de mis amigos? Porque la vida puede sorprender.
El amor entre las maletas
Trabajábamos en la misma empresa – él en Cracovia, yo en Varsovia. Sólo me dio tiempo de aterrizar en el lugar de la formación, cuando se me presentó un programador de ojos azules con el pelo rizado. Sin embargo, pronto hubo una decepción después de la primera reunión en Varsovia.
Debido a que era demasiado delgado, demasiado rígido, demasiado educado. Todo fue “demasiado”. Decidimos darnos otra oportunidad y nos reunimos en Cracovia. Y entonces algo estalló. Me enamoré de mi futuro marido. De esta manera, Cracovia cambió mi vida para siempre.
Al cabo de unos meses, el café que tomaba un en un vaso de papel lo cambié por capuchino en una bella taza en mi pastelería favorita Massolit Bakery, precipitados regresos a casa después del trabajo por las caminatas a lo largo de las orillas del río Vístula durante mientras contemplaba la puesta de sol y mi pesada maleta por un armario blanco lleno de ropa.
De enamorarnos sólo hay un paso
¿Qué es por lo que amamos Cracovia? Por la Iglesia de Santa María, Lonja de los paños, Planty… ¡Tengo algunas razones más subjetivas!
1. El slow life de Cracovia – esto no puede decir de otro modo. La carrera hacia el tranvía, empujones en las escaleras, personas corriendo que parece que te quieren pisotear? ¡Olvídalo! Aquí todo fluye mucho más lento. E incluso, aunque tuvieras mucha prisa, tendrás que adaptarte al ritmo de los residentes. Estarás echando leches por un momento, pero en seguida te darás cuenta de que el mundo no va a terminar si llegas un poco tarde. De pronto resulta que encontrarás aún más tiempo para tomar el café de la mañana con un amigo. Por lo tanto, ¡tira tu reloj y cambia a la vida lenta de Cracovia!
2. El centro del universo – ¿te aburres? Es suficiente que vayas al centro, y sin duda cambiarás de opinión. Aquí continuamente ocurre algo: conciertos al en la Plaza del Mercado, exposiciones, fiestas, reuniones creativas. E incluso si aguantas, es seguro que te toparás con algunos amigos Cracovia no es tan grande, por eso las reuniones espontáneas que acaban en un paseo conjunto por la ciudad, no son tan infrecuentes.
3. La vida nocturna en el barrio de Kazimierz – a pesar de la trágica historia asociada a Kazimierz, no existe otro lugar más encantador en la antigua capital. Aquí, no me molestan incluso los turistas. Me atrevo a decir que sin ellos este lugar no sería el mismo. Aquí la vida nocturna tiene una dimensión completamente diferente que en la Plaza del Mercado, por lo que prefiero ir por la tarde en la plaza de Judah o a Dajwór, 21 – cuenca alimentaria de los food track de Cracovia. Kvas – bebida de fermento de pan, pinchos georgianos, tortas o chimney cakes por la noche – ¡es difícil resistirse!
4. Las montañas a su alcance – ¡Los amantes de las montañas, probablemente, no necesitan estos comentarios! Es sorprendente que basta con sólo una hora en coche para pasar a otro mundo, respirar un aire diferente y sentir la libertad que sólo la dan las montañas. Con buenos vientos, incluso en Cracovia, se puede ver las montañas del Tatra (es el día en el que el smog decide ser amable). Hay muchas razones por las que puede no gustar Cracovia. Se puede decir que con esta polución no es posible vivir, que los tranvías se averían a cada momento, que los atascos son eternos (oh, ¡con qué frecuencia lo digo!), pero sin estas cosas Cracovia perdería su encanto (me cuesta admitirlo, pero es el momento de la verdad)! Por esta razón tendré que seguir volviendo a este texto, para no olvidar por qué realmente me enamoré de Cracovia.