Amar ofreciendo un plato caliente; el proyecto de comedor social
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Más de 20.000 platos calientes se sirven a las personas que lo necesitan. Son 70 menús al día para más de 200 familias. ¿Un plato caliente puede ser una declaración de amor?
Se trata de 12 mujeres jubiladas quienes al ver niños que duermen en las calles por no cenar ni desayunar decidieron implementar su propio comedor social en el barrio.
Las “chicas de la edad de oro” reparten fiambres desde abril de 2014. Todo empezó con un café. Una tarde sentadas a la mesa una de las 12 de 75 años sugirió promover un proyecto para ayudar a las familias de la cuadra.
Raquel Cañaver, otra de las 12, cuenta que contactaron con la asociación vecinal de San José Obrero, para instalar una cocina y electrodomésticos de segundo uso que consiguieron como donaciones en su local.
Unión familiar en las calles
La idea es llevar la comida en una vianda para que puedan compartir el momento en familia y disfrutar la ayuda, detalla Cañaver. “Ninguna de nosotras había cocinado antes, pero no podíamos quedarnos con las manos cruzadas mientras la gente de nuestro barrio no podía comer algo caliente”, expresó.
Hasta el comedor social llegan también pobladores sin recursos e incluso estudiantes universitarios para recibir un suculento almuerzo, relata otra de las jubiladas. Cada día llegaban más de 200 personas, la situación se nos iba de las manos. Con el corazón cuarteado una de las doce recordaba cuando se quedaba días sin comer luego de la post guerra.
Cocinan todo tipo de paltos desde verduras al vapor, carne a la plancha, hasta guisos y postres. Todos llevan en su fiambre uno de ellos. “A las familias les encanta todo lo que hacemos, aunque su plato preferido son las lentejas”, narra Raquel.
Cocina social que enriquece
Tiempo, horas, dedicación y organización implica esta labor altruista que se inicia con tan solo ofrecer alimentos. Las mujeres se dividen en grupos de tres cada jornada para preparar los alimentos transcurren más de cinco horas cocinando.
“Mis hijos piensan que después de toda una vida trabajando debería descansar”, pero les digo que aguantaré hasta que el cuerpo resista, comenta Raquel, porque esta cocina social me está enriqueciendo personalmente.
Raquel expresa para la prensa extranjera “Parece mentira que a estas alturas de la vida tengamos que seguir ayudando a los más necesitados sin intervención del estado, aunque no haya habido una guerra” .
Solidaridad en las calles
La labor de las 12 es contagiosa. La solidaridad que esta iniciativa ha generado en las calles del barrio de San José Obrero en España nadie la pudo imaginar unos años antes. Ellas han conseguido donaciones de alimentos de personas y familias que han sufrido en carne propia la falta de comida.
“Muchas veces pienso que estamos haciendo el trabajo del gobierno…a veces las instituciones públicas se encogen de hombros ante los dramas humanos”, se queja Raquel.
Sin embargo, la tranquiliza saber que el objetivo principal ha sido cubierto. Lo principal es que estas familias puedan comer caliente y saberse amadas.
Fotos: Facebook Jubilados de España