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Berberian Sound Studio: El poder del sonido

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Ramón Monedero - publicado el 22/07/16
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Sin una gota de sangre y sin una escena truculenta hacía tiempo que no se veía una película tan violenta y sangrienta como la firmada por Peter Strickland

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En realidad, el cine opera en un nivel mucho más cercano a la música y a la pintura que al de la palabra impresa y, desde luego, el cine ofrece la posibilidad de transmitir conceptos y abstracciones complejas sin el tradicional apoyo de la palabra –Stanley Kubrick (El director es la estrella, Anagrama, Barcelona, 1972)

Cuenta la leyenda que cuando Alfred Hitchcock rodó Psicosis para imitar el sonido que debía hacer un cuchillo al hundirse en la piel humana clavó un puñal en un melón. En Berberian Sound Studio, Gilderoy (un excelente Toby Jones) es un técnico de sonido británico que trabaja en el cine. Su trabajo consiste en hacernos creer lo que vemos a través del sonido.

Gildory es contratado por un cineasta italiano para que participe en su película y el técnico se traslada a Italia para trabajar en una cinta cuya temática conoce vagamente. Solo le han comentado que tenía un contenido ecuestre y en efecto el largometraje se titula The Vortex Ecuestre.

Ahora bien, da la sensación de que alguien debió de jugársela a Gildory porque cuando llega a los estudios italianos lo primero que hace es sentarse en una sala para visionar una escena de la película.

Al mismo tiempo, dos tipos entran a la sala, cogen dos cuchillos y un par de melones y comienzan a masacrarlos a machetazos. Gildory, abiertamente sorprendido comenta: “no sabía que fuera a trabajar en esta clase de película”.

Gildory había sido contratado para colaborar en un giallo italiano, una de esas películas que causaron furor en la década de los sesenta y setenta que se caracterizaron por sus generosas dosis de violencia, su abierta tendencia al sexo ligero y su fetichismo casi enfermizo por la muerte y la sangre.

Lo interesante de Berberian Sound Studio es que nunca veremos un solo plano de la película en la que se está trabajando aunque escucharemos con sumo detalle todos sus sonidos y cada uno de sus ruidos.

Todo esto hace que sin terminar de ver nada estrictamente truculento y sin atisbar siquiera una gota de sangre, Berberian Sound Studio sea probablemente la mejor película de terror que se haya filmado en los últimos años.

No hace falta que veamos una escena violenta porque seremos testigos de su ilusión y eso ya es suficiente. La cinta, sin mostrar escenas desagradables emula su tono y su cadencia.

En vez acuchillar a nadie se cortan melones y en vez de romperle el cuello a nadie se parten tallos de hortalizas. No veremos estamparse un cuerpo contra el asfalto pero si contemplaremos como una fruta revienta contra el suelo.

El resultado de tan singular planteamiento resulta ciertamente turbador. No estamos viendo nada explícitamente turbador pero la sensación general es de una angustia que incluso llegará a la propia conciencia de Gilderoy. ¿Llegó alguna vez de Inglaterra? ¿Está dónde cree que estar? ¿Es quien cree ser?

No imaginen que ninguna de estas preguntas tiene una respuesta fácil; es más, la guinda de Berberian Sound Studio no es tanto su propio visionado sino la conversación que quedará después de verla.

Hacía tiempo que no se veía una película tan enigmática y hacía tiempo que no se vía una cinta que, a buen seguro, provocará golosos, puede que acalorados, y fructíferos debates.

 

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