La historia de un joven al que no se le ocurre mejor cosa que seguir los consejos de un programa de televisión sobre finanzas
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Cuando Víctor Frankenstein creó a la criatura, creía de todo corazón que estaba haciendo algo bueno. Sin embargo, el monstruo se le fue de las manos y se convirtió en una aberración, en su peor pesadilla, en la evidencia de que el verdadero monstruo era él mismo.
La economía, si lo pensamos un poco, solo fue un invento del hombre para hacernos más sencilla nuestra convivencia en sociedad. La era del truque solo le enseñó al hombre que las posibilidades de enriquecerse no se quedaban en “toma esto que yo a cambio de te doy lo otro”.
Las opciones eran infinitas. Una vez le escuché decir a un economista que en el mundo de las finanzas existen productos tan sumamente complicados que ni los propios expertos en el teman terminan de entender.
La economía es una abstracción, un monstruo como el de Frankenstein. El hombre, honestamente, solo quería hacer el bien pero al final la criatura se le fue de las manos. ¿Por qué? La avaricia.
Money Monster nos cuenta la historia de un pobre joven al que no se le ocurre mejor cosa que seguir los consejos de un programa de televisión sobre finanzas.
Las previsiones salen mal y desesperado, el joven que ha perdido el único dinero que tenía fruto de una herencia, decide secuestrar al presentador del programa de televisión en directo.
Puede que en el fondo Kyle (Jack O´Donnell) sepa que Lee Gates (George Clooney) no tiene la culpa pero el joven necesita culpar a alguien. En un sentimiento muy humano, tratar de encontrar culpables aunque no sean más que chivos expiatorios.
Pero el hombre necesita ponerle rostro y darle forma al causante de sus desgracias aunque la realidad sea un conglomerado de operaciones matemáticas tan frías e inertes como la carne del monstruo de Frankenstein.
No se le puede negar a Money Monster que esté bien hecha y que además sepa aprovechar su punto de partida para esbozar algún que otro discurso moral.
Mientras genera riqueza nadie se queja de la economía pero cuando falla todos se abalanzan sobre ella como si fuera el mal absoluto.
Es más, en un momento de la película Kyle solo quiere escuchar de su “chivo expiatorio” que hizo mal sin embargo no hay ninguna ley que lo condene. “¿Mal?”, le dice un próspero empresario de la película, “¿qué es eso del mal?”.
Cuando los conceptos del bien y el mal desparecen estamos cara a cara frente al más puro nihilismo.
Sin embargo, Money Monster no es una gran película, ni si quiera es estrictamente una buena película.
Está hecha con oficio, consigue lo que se propone y por tanto, prueba superada. Pero el caso es que pese a todas las lecturas a las que se presta la película, el film dirigido por Jodie Foster no dice nada ni remotamente nuevo.
Todas las verdades que lanza en su discurso o ya las habíamos oído o no son nada nuevo. Y tampoco hay nada especialmente vistoso en su forma de construir un relato bastante previsible.
Aun así, Money Monster es una opción moderadamente interesante. Es entretenida, como relato de suspense funciona y su mensaje moral puede dar qué pensar a más de uno, lo que no es poco para una producción de Hollywood.
Sin embargo, créanme, no hay mucho más donde rascar. Como me dijo una vez un amigo mío, lo que es nuevo no es interesante y lo que es interesante no es nuevo. Pues eso es Money Monster.