El punto de partida de El otro lado de la puerta es bastante previsible. María es una madre que ha perdido a su hijo en un trágico accidente y no puede soportar convivir con esa idea. Vive en la India, y un día una persona cercana le cuenta que existe un templo, en mitad de un recóndito bosque, en donde “la línea entre la vida y la muerte es más frágil”, le dice. María podría volver a hablar con su hijo para, al menos, despedirse pero claro, hay un “pero”. “Por mucho que te lo suplique nunca abras la puerta” a través de la cual hablará con su hijo. Le falta tiempo…
Dejando a un lado los ingredientes más o menos conocidos del género y la variación más o menos exótica que aquí se plantea, al final de todo El otro lado de la puerta no deja de ser más de lo mismo. Una vez más, ponerse en contacto con los muertos no suele ser buena idea porque por lo visto entre la vida terrena y el paraíso debe de haber muchas curvas y callejones sin salida idóneos para que en el mundo de los vivos se cuelen entes indeseables.
Lo dicho, esta es la mecánica del cine de terror, tal vez porque sin esta filosofía puede que no hubiera cine de terror o que quizá, habría menos. Quizá tampoco sería mala idea porque llega mucha basura en forma de película de terror que nada dice ni aporta al género.
Si bien es verdad que El otro lado de la puerta no nos lleva a ningún sitio, y que lo que nos plantea lo hemos oído un millón de veces, la película se deja ver con moderada facilidad porque al fin y al cabo los ingredientes que maneja no los termina de mover mal del todo. El problema en realidad es que la línea es la misma de siempre, que la conclusión es la misma de siempre y que el desarrollo es el mismo de siempre; por esto, es una película previsible.
Tal vez habría que haber estado un poco finos y habernos detenido en su director, Johannes Roberts, un cineasta responsable de títulos del cine de terror de serie B que fluctúan entre lo malo y lo muy malo con títulos como Sanitarium (2001), Hellbreeder (2004), Darkhunters (2004) y El bosque de los malditos (2005) por poner solo unos ejemplos. Ignoro las circunstancias que han llevado a Roberts a ponerse al frente de una película de la Fox con un presupuesto holgado y una distribución mundial garantizada. Por si fuera poco el guion lo firma el propio Roberts y Ernest Riera, imagino que un pupilo del director al juzgar por su filmografía entre la que se encuentra nada menos que El bosque de los malditos II.
En fin, que no hay mucho donde rascar, que es más de lo mismo y que, por dos o tres sustos buenos que tiene, esto no justifica su hora y media de metraje que aunque ajustada, termina haciéndose larga.
Hoy celebramos a...