Narayanan Krishnan dejó su trabajo en la hostelería para dedicarse a trabajar por los más necesitados.
Se dedica a repartir comida y amor por la ciudad. Cuida a vagabundos, ancianos, enfermos mentales, etc.
Una labor que realiza desde que vio a un hombre comiendo su propias heces por el hambre que tenía. Una fuerte imagen que lo impulsó a dejarlo todo y, a imagen de la Madre Teresa, ofrecer alimento físico y espiritual por el último de los últimos.
Narayanan Krishnan al formar parte de la comunidad Brahmán y de una familia ortodoxa no podía tocar, abrazar o alimentar a esas personas, pero afirma que para él “todos son iguales”, todos son “tan sólo seres humanos”.
Se pregunta ¿cuál es el propósito de la vida? A lo que responde sin dudar, dar.
Hoy celebramos a...