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El valor económico de la familia numerosa

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Revista Misión - publicado el 16/03/16
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España y Europa se quedan sin niños, y, sin embargo, las familias que los tiene pagan más impuestos que las que no los tienen ¿Por qué tener más hijos es bueno para todos?

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El número de familias con tres o más hijos ha disminuido consi­derablemente en los últimos años. De hecho, entre las mujeres nacidas en los años 40, el 60,7% tuvo tres o más hijos, mientras que el porcentaje actual de familias numerosas se sitúa en el 12,5%. Además, en ocasiones, se ve a las familias de más de cinco miembros como ‘una carga’ para la sociedad, cuando, en realidad, son su activo más valioso y no reciben suficiente apoyo.

Así lo explica Eva Holgado, presi­denta de la Federación Española de Familias Numerosas (FEFN): “Desde el punto de vista económico, son grandes consu­midoras de productos básicos, lo que hace que se dinamice la economía y se generen más puestos de trabajo. Ese gran consumo hace que estas familias paguen más impuestos indirectos que, a su vez, fortalecen la economía. Además, en estas familias suelen trabajar los dos miembros de la pareja. Y, por si fuera poco, aportan recursos futuros: los hijos, más adelante contribuirán a mantener el sistema de pensiones”.

Un activo que proteger

En ese sentido, Holgado destaca que, desde el punto de vista económico, “una familia numerosa es un activo y, sobre todo, un valor que proteger”. “En muchas ocasiones, los hijos son considerados ‘una carga’ más que ‘una responsabilidad’. De hecho, la legislación habla de ‘cargas familiares’, no de ‘responsabilidades familiares’. Hay una connotación peyo­rativa”, precisa. Por eso, reivindica que las familias con tres o más hijos en Es­pa­ña son “perfectamente normales”, a pesar de que no sean habituales. “Normalidad, en este caso, no coincide con frecuencia”, puntualiza. Estas familias son “las únicas que cubren la tasa de reposición generacional”.

Mariano Calabuig, presidente del Foro Español de la Familia, subraya, además, su “valor social”, especialmente “en una sociedad en claro descenso demográfico” y destaca que se debería “agradecer su generosidad” , ya que, sin duda, tener una familia numerosa “supone esfuerzo y sacrificio” para los padres.

Actualmente, las tasas de crecimiento demográfico de España son negativas: tal como indicamos, el porcentaje de fertilidad es de 1,3 hijos por mujer española, mientras que el relevo generacional es de 2,1 hijos, unas cifras a las que España no llega, ni siquiera con la ayuda de la población inmigrante, que suele tener, de media, más hijos.

Poder elegir el número de hijos

Si bien es cierto que, desde la fefn, no insisten en que las parejas tengan más hijos, ya que “cada uno debe tener los que puede y debe”, sí son partidarios de que “las parejas que decidan tener descendencia puedan tomar la decisión sin cohibirse, es decir, que tengan un entorno adecuado para, en libertad, decidir el número de hijos que quieren tener, y esa libertad, ahora mismo, no existe”, indica Holgado.

La presidenta de la FEFN expli­ca que, en cierto modo, las familias numerosas, aquellas formadas por cinco miembros (dos progenitores y tres hijos) o más, se “sienten más vulnerables” porque tienen más dificultades “para acceder a las viviendas de protección oficial por los métodos adecuados o para adquirir coches de gran cilindrada, como los de siete plazas o más”. En este sentido, Calabuig añade que, en España, las ayudas económicas a la familia están en torno al 1 por ciento del PIB, una cifra muy inferior a la media de los países vecinos, como Inglaterra, Francia, Italia, Irlanda y Alemania.

Asímismo Holgado recuerda, por ejemplo, los “puntos cualificantes” o bonificaciones que, en años anteriores, facilitaban a las familias numerosas el acceso a los colegios públicos cercanos a su hogar: “Son medidas que, por sí mismas, no parecen tener mucha importancia, pero que, en conjunto, una pareja sí tiene en cuenta cuando decide tener un hijo”.

Tirar piedras contra el propio tejado

“Evidentemente, que se legisle sobre el aborto y que se haga de una forma tan amplia y tan laxa, hasta el punto de considerarse un método alternativo de planificación familiar, no ayuda a la natalidad”, asegura Eva Holgado.

En ese sentido, apunta a que la actual ley, “además de ser una barbaridad desde el punto de vista de un estadista o de un político, supone tirar piedras contra nuestro propio tejado: tenemos un serio problema demográfico de natalidad, por lo que no tiene sentido invertir tanto dinero público en subvencionar abortos”.

La presidenta de la Federación Española de Familias Numerosas califica esta legislación de “despropósito” desde el punto de vista moral, pero añade que, desde el punto de vista político, “es un despropósito todavía mayor, porque va en contra de los intereses generales de la sociedad”. Mariano Calabuig y ella coinciden en la necesidad de invertir en políticas de natalidad y de respeto por los derechos humanos de la madre y de su hijo para que este nazca en las mejores condiciones posibles.

“Porque las familias nos importan a todos”, insiste Calabuig, y, por eso, exige medidas que vayan en la dirección de “la protección al más vulnerable y de estímulo positivo”. De esta manera, las mujeres embarazadas tendrían apoyos y ayudas para sortear las dificultades que le plantean la crisis económica, la falta de conciliación o los problemas laborales, obstáculos ante los cuales, hoy en día, muchas mujeres creen que su única alternativa es abortar.

Además, el presidente del Foro Español de la Familia pide concienciar a los jóvenes de esta realidad, ya que “cuanto más fuertes sean las familias, más sana será la sociedad”.

Ayudar a las familias

Holgado apunta con humor que “si mañana fuera elegida ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, aprobaría tres medidas básicas. La primera, que “por justicia y equidad”, la distribución de los beneficios y de las ayudas se realizara por renta per cápita y no por unidad familiar.

“Esto favorecería a cualquier familia con hijos, no solo a las numerosas”, explica. Además, critica la distribución actual: “Se discrimina a las grandes familias porque se asignan unos coeficientes por unidad familiar, sin tener en cuenta si está formada por uno o dos miembros o por más de cinco”.

La segunda medida consistiría en modificar la prestación por hijo a cargo, “porque consideramos que la familia es la que debe decidir cuál de sus miembros necesita más ayuda y de qué tipo”. En España, esta prestación por hijo a cargo –y no es universal– ronda los 23 euros por hijo a cargo hasta los 18 años, siempre que la unidad familiar no tenga ingresos superiores a los 17.000 euros anuales. Por lo que “si los dos miembros de la pareja trabajan y cobran el salario mínimo ya superan ese importe, por lo que esta medida es aplicable solo a aquellas familias que están en riesgo de exclusión social.

A esas familias hay que ayudarlas, pero no por ser numerosas o tener hijos a cargo, sino por su situación de vulnerabilidad. La prestación por hijo a cargo en el resto de Europa oscila entre los 120 y los 300 euros mensuales. “Nosotros pedimos que en España se incremente a unos 150 euros por hijo hasta que salga del ámbito familiar, es decir, hasta los 26 años, y no hasta los 18, como ocurre hoy en día”.

Y, en tercer lugar, Holgado propondría medidas de conciliación laboral porque “mejoran la situación de los progenitores, lo que revierte positivamente en la familia: la mujer tiene más facilidades para flexibilizar su carrera profesional y tener hijos antes. Con estas propuestas, aumentarían las posibilidades de tener más hijos porque se comenzaría a edades más tempranas. Actualmente en España, la media de edad en la que la mujer tiene su primer hijo ronda los 34 años.

Cabe destacar que el año 2016 ha empezado con buenas noticias, ya que se ha incrementado la cuantía del complemento por maternidad en las pensiones de las mujeres que hayan tenido, al menos, dos hijos y que se jubilen a partir del 1 de enero. Este aumento compensa económicamente su aportación a la sociedad a través de sus hijos. Una ayuda que ascenderá hasta un 5 por ciento para quienes hayan tenido dos hijos; un 10 por ciento para las que hayan tenido tres, y hasta un 15 por ciento para quienes hayan tenido cuatro hijos o más.

Artículo originalmente publicado por Revista Misión

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