Una propuesta perfecta para iniciar a los más pequeños en el traumático mundo del terrorHoward Phillip Lovecraft dejó escrito aquello de que “la emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y el más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido”.
A mí que siempre me ha interesado el cine de terror y consecuentemente el miedo que a él le acompaña, puse especial atención al momento en el que mi hija pequeña decía por primera vez que tenía miedo.
¿Quién le había indicado que debía tener miedo? Nadie. En realidad surgió de un día para otro y muy especialmente el miedo a la oscuridad. Aunque no encuentro entre mis papeles ningún título de Antropología creo que Lovecraft tenía razón. Nacemos con el miedo a cuestas, no tenemos que aprenderlo, lo llevamos de fábrica.
Pesadillas sería una buena forma de encarar esos miedos. Los niños le tienen miedo casi a cualquier cosa, desde un perro hasta un monstruo y el film de Rob Letterman no desaprovecha ninguna oportunidad en este sentido.
Tirando de los clásicos del género y de los títulos de culto de los 40 y 50, Pesadillas es un delirio cinéfilo en el que prácticamente están todas las criaturas que uno podría esperar.
El film está basado en la serie de novelas infantiles Pesadillas, en Sudamérica, Escalofríos, obra del escritor R. L. Stine. No se trata de una adaptación de un relato concreto sino de una traslación del universo del escritor norteamericano a la gran pantalla.
La película nos cuenta la historia de Zach (Dylan Minnette), un joven que llega junto a su madre viuda a un nuevo vecindario. Al lado de su casa vive Hannah (Odeya Rush), una guapa, aunque misteriosa, chica junto a su todavía más siniestro padre, el mismísimo R. L. Stine (Jack Black).
Zach y Hannah no tardarán en hacerse amigos y descubrir por qué Stine vive como un ermitaño en su casa: los monstruos de sus relatos son reales y los mantiene atrapados en sus libros. Obviamente se escaparán.
Pesadillas es una película para niños aventureros pero también para padres sin prejuicios. Si las historias infantiles se toleran sin indigestiones es más que probable que los mayores también pasen un buen rato con la película de Letterman.
El film, además de suponer un festín de monstruos perfecto para no defraudar al más exigente de los niños, es también un simpático y a ratos chispeante relato de acción y humor.
O dicho de otro modo, hay chistes para los más pequeños pero también los hay para los adultos recordando incluso momentos clave del cine de los 80 con referencias claras como Los Goonies, Exploradores o Gremlins.
Por lo demás la película es absolutamente intrascendental, a lo que no ayudan determinadas soluciones de guión cogidas con hilos pero no por ello el resultado es menos delirante.
Además sus responsables han sabido medir muy bien qué clase de monstruos escoger y cómo tratarlos para evitar situaciones embarazosas y preguntas incómodas.
En el film tenemos a un Yeti, un muñeco que habla solo, extraterrestres con rayos catódicos y una extensísima galería de monstruos pensados para no aterrorizar a nadie más allá de lo estrictamente necesario.
Imagino que algún pequeño tendrá con esta película la excusa perfecta para su primera pesadilla y mejor que sea con un producto de miedo controlado y descafeinado como Pesadillas que con cualquier otra barbaridad salida de madre.
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