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Sleeping With Other People: Cuando Jake encontró a Lainey

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Tonio L. Alarcón - publicado el 18/01/16

La patológica inestabilidad emocional de los protagonistas retrata a toda una generación incapaz de lidiar con el dolor y con la frustración que conlleva hacerse adulto

NO RECOMENDADA PARA MENORES DE 13 AÑOS – El lenguaje y las escenas de contenido violento o sexual pueden herir la sensibilidad

La prueba de que, para bien o para mal, Cuando Harry encontró a Sally se ha convertido en una referencia para la comedia romántica contemporánea está en que tanto la película que nos ocupa, Sleeping With Other People, como la paródica They Came Together –ninguna de las dos estrenadas en España, lo que define muy bien el estado de la distribución del género en nuestro país: de nuevo estamos dándole la espalda a los esfuerzos por renovar el humor estadounidense–, toman su estructura, así como algunas de sus secuencias clave, para darles la vuelta y poner en evidencia la imposibilidad de encajarlas dentro de nuestra sociedad actual.

Claro que si, en la segunda, David Wain lo hace a través del chascarrillo, del exceso humorístico, en cambio Leslye Headland, en la obra que nos ocupa, lo hace de forma más sibilina, pero también mucha más explosiva con respecto al público.

Y eso que Sleeping With Other People nos confronta con una Headland menos agresiva que la de su ópera prima, Despedida de soltera. Si en aquella hermana conflictiva (en el mejor de los sentidos) de La boda de mi mejor amiga desguazaba la identidad femenina contemporánea para, después, confrontarla con toda la hipocresía y la negatividad que le impone nuestra heterocéntrica sociedad, lo que hace en esta ocasión es cuestionarse los cimientos narrativos pero, sobre todo, la representatividad de nuestra realidad respecto a la comedia romántica digamos convencional.

De ahí que se centre en dos protagonistas, Jake (Jason Sudeikis) y Lainey (Alison Brie), cuya patológica inestabilidad emocional retrata a toda una generación incapaz de lidiar con el dolor y con la frustración que conlleva la edad adulta –de esa necesidad de apartarse de lo convencional también surge que ruede, junto al director de fotografía Ben Kutchins, una Nueva York mucho menos alleniana de lo habitual en el género–… Lo que quizás, nos dice Headland, hace imposible que podamos mantener relaciones sentimentales a largo plazo.

No deja de ser curioso que, igual que ocurrió entre La boda de mi mejor amiga y Despedida de soltera, el largometraje casi parezca una pieza de acompañamiento de otra obra reciente de Judd Apatow, Y de repente tú. Con la diferencia de que, mientras allí su protagonista y coautora, Amy Schumer, se limitaba a invertir los tópicos del género –convirtiendo a su partenaire, Bill Hader, en la parte madura y reflexiva de la relación–, lo que hace Headland es equiparar la insania de los personajes de Sudeikis y Brie, dibujándolos como una especie de versión extrema de todos aquellos miedos e inseguridades que caracterizan a nuestra visión contemporánea sobre el amor.

Ambos se agarran de forma malsana a aquello que les reconforta sexualmente –a ella, la atracción casi erotomaníaca que siente hacia el Dr. Sobvechick (Adam Scott); a él, su compulsiva necesidad de acostarse con cada mujer que le pasa por delante– porque les da demasiado miedo enfrentarse a sus propias limitaciones personales.

Ahí reside, de hecho, la clave a través de la que Headland hace que Jake y Lainey conecten: en su mutuo reconocimiento de sus comportamientos patológicos. Pero, a diferencia de lo que suelen hacer las incursiones convencionales –y más conservadoras– en el género, la autora de Sleeping With Other People no solamente no los juzga, sino que, al contrario, saca a relucir su lado más cálido, más humano, que construye intercalando elementos normalizados en unas conversaciones de fuerte carga sexual y grandes dosis de irreverencia.

De ahí que, en ese contexto, suenen mucho más extraños de lo habitual, y gracias a ello, ganen frescura, definiendo además con mucha más eficacia la relación entre dos seres humanos, tras su hipersexualidad, perdidos, que se encuentran en lo compulsivo de sus propias obsesiones. ¿Qué es lo que más necesitamos en la vida, sino alguien que sepa escucharnos y que de verdad nos entienda a nivel profundo?

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