Una entrevista exclusiva de Aleteia con un hombre extraordinario, que vive y trabaja con la “gente del corazón”“Es en los más débiles donde puedes tocar el verdadero misterio de la encarnación del cuerpo. El vínculo es a través de [lo corpóreo]”.
Jean Vanier tiene ya 87 años y continúa escribiendo y dirigiendo retiros. Como fundador de la red internacional de comunidades L’Arche, que da cobijo y protección a discapacitados mentales, Vanier ha sido una inspiración para las personas de buena fe y un mentor para aquellos que se sienten impelidos a establecer redes de protección y cuidado diferentes a las que hay en su localidad, siguiendo su ejemplo.
El suyo es un rostro que emana bondad y paz y lo que parece una pizca de diversión ante nuestro bucle vital como mortales.
Recientemente, Vanier accedió a reunirse conmigo para una entrevista exclusiva en la que recuerda la fundación de la comunidad L’Arche [El Arca, en francés] —también recuerda las pasadas formas de institucionalización de personas con discapacidades físicas y del desarrollo— y comparte su experiencia sobre cómo su convivencia con discapacitados ha influido en su fe y en su entendimiento.
“Yo como con las personas del hogar. A veces están un poco majaretas, pero tienen la libertad de actuar como quieran. A la mayoría de las personas no se les permite un poco de locura», explica, «así que nos sentamos y pasamos un buen rato juntos”.
El encuentro con discapacitados en circunstancias estresantes, según recuerda Vanier, se convirtió en el catalizador para la creación de su movimiento. “Visité una institución donde había mucha violencia; cerrada, no funcionaba. No podía hacer nada más que llevarme a dos personas. Vivíamos juntos, nos divertimos y así surgió todo. No puedo decir que fuera [un plan o] una visión, pero gradualmente fui descubriendo que las personas con discapacidades eran el grupo más oprimido de todos, [y que] los más marginados nos guían hasta Dios”.
Vanier defiende que las personas con discapacidades tienen una misión con la iglesia y con el mundo y que se les puede encontrar en la periferia de la sociedad, hacia donde el Papa Francisco insta a la iglesia a que vaya. Tienen algo que decir, insiste Vanier, a este mundo envuelto en lo que él llama “la cultura de la ‘victoria’, culturas de espectáculo y de éxito individual”.
Parte de la Nueva Evangelización del Catolicismo implica extender la mano hacia las personas que se sienten distanciadas, apartadas o que se les impide participar por completo de la vida en la fe. “Hay un movimiento universal de la verdad, del encuentro entre personas, y el papa precisamente está anunciando que [la misión] no es ‘proteger’ a la Iglesia Católica, sino ayudar a que las personas se encuentren [con sus diferencias]. Así que estamos en un buen momento”.
“El papa habla mucho sobre la ternura y de eso se trata… de mirar a las personas sin prejuicios, escucharles para recibir quienes son de verdad y no sólo sus palabras, para acogerles, llegar a ellos… el mundo se está alejando de la idea [que dice] ‘debo ser más poderoso que tú'”.
No es el poder, arguye Vanier, sino la humildad y la sencillez lo que nos impulsará hacia el paraíso. “No creo que haya gran diferencia entre la compasión y la oración”, dice. Y continúa citando las palabras de Cristo en los Evangelios, “’Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo, porque tuve sed y me disteis de beber. En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños…’, así que el misterio de Dios es el misterio de la compasión y la ‘comunión’ es el encuentro con Jesús: encontrarle en el trabajo con los pobres o encontrarle en la Eucaristía es lo mismo”.
La obra a la que ha dedicado su vida y que ha influido en su pensamiento espiritual, según explica Vanier, parece haber llegado a su mejor momento en el Año Jubileo de la Misericordia. “Es algo extraordinario. Lo que es importante no es necesariamente tu religión, sino tu capacidad para ver algo hermoso en la más vulnerable de las personas”.