Descubre qué es el síndrome de la mujer-madre¿Existe un “síndrome de mujer-madre”? ¿Cómo se reconoce y que “síntomas” presenta? Nos lo explica Giacomo Dacquino en “Guarire l’amore. Strategie di speranza per la famiglia di oggi” (Curar el amor. Estrategias de esperanza para la familia de hoy, Edizioni San Paolo). En él explica cómo “sufren” por ello muchos maridos y muchas mujeres.
Según los datos del Istat, en 2011, explica Dacquino, hubo en Italia más de 4.000 matrimonios con mujeres bastante más ancianas que los maridos. También en las parejas de hecho, el 25 % de los hombres es mucho más joven que sus compañeras.
En estas uniones, desequilibradas en cuanto a fechas, es probable que los hombres busquen inconscientemente la característica más femenina, la materna, y las mujeres sean atraídas por un compañero-hijo. (N.d.e. El autor se refiere a casos en que la diferencia de edad es notoria. Pero la edad es sólo un indicio de este trastorno, no necesariamente está ligado a él)
Hombre poco viril
El marido afectado por el “síndrome de la mujer-madre” ama de forma posesiva a la mujer-madre, pues, sostiene el autor, depende de ella y tiene necesidad vital de ella, mientras que el adulto maduro psicológicamente posee una cierta autonomía de su cónyuge.
Su dependencia es consecuencia de una inmadurez relacional con la mujer, que le deriva de una educación equivocada: ha sido demasiado y durante demasiado tiempo mimado por la madre, y se ve reducido a ser un varón “castrado”; no un líder con valor viril sino un reprimido, hasta reducirse a gregario pasivo.
Problemas en la infancia
La psique del marido-hijo se complementa con la de la mujer-madre, una mujer que, aunque esté casada, sigue siendo antes mamá que esposa, independientemente de la presencia o no de los hijos.
Más que interesada en la procreación o en la crianza de la prole, tiende a tratar al cónyuge como a un niño, protegiéndolo a toda cosa, sofocándolo, quitándole toda iniciativa y responsabilidad.
A menudo es una mujer que de pequeña ha vivido en su propia piel el desacuerdo o el divorcio de los padres y, habiendo perdido la confianza en ellos, se jactan de haber aprendido, desde la infancia, a “contar solo consigo misma”.
Profunda inseguridad
Esta actitud, aparentemente muestra de un “yo” fuerte, en realidad enmascara una profunda inseguridad. Se trata de una ilusión defensiva, conectada con una omnipotencia infantil nunca superada.
Sin embargo, la mujer que encuentra con un marido-hijo o con un compañero “niño” dependiente, está destinada a una vida de pareja muy difícil. Pues el partner pretenderá una “mamá” siempre disponible, también sexualmente. Y no comprenderá que esta exija un hombre con el que compartir los problemas familiares y la educación de los hijos.
Inevitablemente, observa Dacquino, la mujer deberá asumir papeles que no le competen. Y se transformará poco a poco en una persona constantemente estresada y agresiva, que pierde la estima o, peor, el amor hacia esa pareja inepta.
La crisis de pareja
La relación con el partner se irá comprometiendo inevitablemente. Ciertas crisis de pareja se resuelven buscando las soluciones en el pasado, aclarando las relaciones anteriores de cada uno con sus padres.
Por ejemplo, en el caso del marido que ha sustituido a la “mujer-amante” por la “mujer-madre” o la “mujer-hermana mayor” vividas en una simbiosis dependiente: es necesario ayudar a crecer al niño que necesita una compañera-mamá, a la que no consigue renunciar y que quiere siempre a su lado.
Es necesaria, concluye el autor, una nueva educación a través de una psicoterapia de pareja que “libere” al marido-hijo del sometimiento femenino; enseñándole a vivir sin su mamá, no sólo la biológica, e impida a la mujer-madre que siga influyendo negativamente en la personalidad del cónyuge.