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Bloodsucking Bastards, o qué sano es reírse del capitalismo

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Ramón Monedero - publicado el 14/12/15
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Una comedia de vampiros que ironiza sobre el mundo laboral actual que ata al hombre a la mesa de su despachoNO RECOMENDADA PARA MENORES DE 13 AÑOS – El lenguaje y las escenas de contenido violento o sexual pueden herir la sensibilidad

 

La filósofa argentina, Roxana Kreimer, escribió “la ironía es despiadada, el humor misericordioso”. También se ha dicho que el humor denota humildad porque solo los que se reconocen y entiende el mundo tal y como realmente es pueden comprender el significado del chiste. El científico y escritor alemán Georg Cristoph Lichtemberg dijo aquello de “nada determina más el carácter de una persona como la broma que la ofende”. Es evidente que hay humor para todos los estómagos. Algunos son más refinados y no toleran demasiadas ligerezas, otros más curtidos dejan pasarlo todo. Sin duda los segundos terminarán siendo más felices que los primeros porque al final se reirán más.

Bloodsucking Bastards es una comedia de vampiros muy divertida. Adviértase que no he dicho una “película de vampiros con toques de humor” sino una “comedia de vampiros”. Esto es porque el film no aporta nada a lo que ya sabíamos de los vampiros, pero sí que reorganiza la forma de acercarnos a un film de estas características. Y lo hace, y esto es lo importante, proponiendo una lectura nada disimulada de este mundo moderno dependiente del éxito y el dinero.

La película de Brian James O´Connell nos cuenta la historia de Evan (Fran Kranz) un empleado ejemplar que ve frustradas sus expectativas laborales cuando su acariciado ascenso lo recibe otro en su lugar. Se da la circunstancia de que su nuevo jefe será un viejo conocido y también, para más señas, un vampiro. El objetivo no es otro que vampirizar a todo el edificio para que, convertidos en obedientes y sumisos chupasangres, la empresa empiece a dar verdaderos beneficios. Pasmoso. Bloodsucking Bastards se sitúa en una compañía que vende cosas por teléfono. No sabemos qué vende, solo que lo que venden, lo venden por teléfono. También sabemos que al principio, sea lo que sea lo que venda la empresa, no vende demasiado, pero cuando los vampiros comienzan a ocupar el puesto de los humanos, las ventas se disparan. El mensaje está claro. Con muertos vivientes chupadores de sangre todo iría mejor en este mundo empresarial. No habría reivindicaciones sindicales, ni descansos, ni discusiones salariales solo beneficios. El paraíso de todo empresario.

Volviendo al principio, a la diferencia entre ironía y sentido del humor, en Bloodsucking Bastards predomina el sentido del humor. Sería absurdo tomarse la película en serio. Además, hay que admitir que los chistes están bien hechos, a veces sin una sola palabra, solo con imágenes y eso en una película es bueno. Sin embargo, también hay ironía en la película enfocada, sobre todo, a ese mundo laboral en el que nos hemos obligado a convivir la especie humana. Y es ahí, en su crítica hacía la sociedad moderna despersonalizada, donde un film que en un principio no pasaría de un mero –y sangriento- divertimento repunta como un largometraje con algunos valores valiosos a destacar.

Otra cuestión es, volviendo al tema de los estómagos, la tolerancia que cada uno tenga. Los más abiertos pasarán un rato divertido con Bloodsucking Bastards, los menos mejor que no la vean porque van a pillar un disgusto muy tonto.

 

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