Es posible que tengamos fe, pero que nuestra confianza en Dios sea demasiado pequeña y se apoderen de nosotros el miedo, las dudas, la desesperanza,...
Es momento de pedirle a Dios que aumente nuestra fe, igual que se lo pidió a Jesús un padre angustiado por el mal de su hijo.
"Si puedes, ayúdame", le rogó. Y Jesús respondió: "Todo es posible para el que cree". El hombre insistió: "Creo, ayúdame porque tengo poca fe". Y Jesús actuó.
Fácilmente podemos sentirnos como ese padre ante Jesús. Esta oración de Ignacio Larrañaga ayuda a pedirle que haga más fuerte nuestra fe:
Creo, aunque todos me griten que no,
porque he basado mi fe en mi Dios inmutable, en mi Dios que no cambia, en mi Dios que es amor.
Creo, aunque todo parezca morir.
Creo, aunque yo no quisiera vivir,
porque he fundado mi vida en palabras sinceras, en palabras de amigo, en palabras de Dios.
Creo, aunque todo subleve mi ser.
Creo, aunque sienta muy solo el dolor,
porque un cristiano que tiene al Señor por amigo
no vacila en la duda, se mantiene en la fe.
Creo, aunque veo a los hombres matar.
Creo, aunque veo a los niños llorar,
porque aprendí con certeza que Él sale al encuentro en las horas más duras,
con su amor y su luz.
Creo... pero aumenta mi fe.
Por Ignacio Larrañaga
Si tuviéramos más fe...
Jesús logra cosas que sus discípulos no pueden realizar. ¿Por qué?, le preguntan ellos. Y Él responde que es por su poca fe. Y asegura que la confianza en Dios tiene un gran poder: