En el último tercio del siglo XX, el euroislam surge como consecuencia del establecimiento de musulmanes en Europa tras la II Guerra Mundial, favorecido por la reconstrucción europea y la descolonización. Incorpora discursos muy distintos, e incluso contradictorios. Por un lado, las tendencias religiosas y culturales del Islam que proviene de la primera generación de inmigrantes musulmanes. Por otro, convive con generaciones de musulmanes ya nacidos europeos.
Este Islam enraizado en Europa, presenta perfiles específicos, determinados por el grado de implantación, la etnia, nacionalidad, el nivel sociocultural y económico. A su vez, estos factores han definido las tensiones existentes entre una mayoría social en situación marginal y una minoría de profesionales liberales. El 11 S afectó profundamente a la evolución de los musulmanes europeos. De un lado, subrayando su visibilidad política y mediática. De otro, reforzando cierta barrera auto protectora de la influencia “occidental”.
La década de los 90 supuso un antes y un después en la gestación del Islam en Europa, que se solidificó como una presencia estable. Una minoría que debía gestionar su desenvolvimiento en sociedades occidentales. El modo en que debía llevarse a cabo esta integración, determinaría la posición en que el musulmán debía situarse en su entorno, bien como presencia “ajena” y enfrentada que debía islamizar Europa, bien como prosélito, parte de una minoría testimonial pero inserta en el contexto europeo.
Según estas percepciones, podemos encontrarnos con un euroislam integracionista. Partidario de una institucionalización por países, gestionado a través de líderes/representantes oficiales. Apuesta por el mantenimiento de las bases comunitarias preexistentes y los vínculos con los lugares de origen de sus miembros. Y en tanto que se presenta como tendencia mediadora entre el Islam y Europa, su interacción con las autoridades se orienta a la resolución de temas específicos, relativos a educación, legislación y medios de comunicación.
De otro lado, un euroislam internacionalista, que opta por el encuadramiento en comunidades de jóvenes musulmanes desarraigados a través de lazos supranacionales. Puede considerarse como una reislamización susceptible de acoger discursos islamistas. Bien de tipo conservador, para fomentar la identidad religiosa como refugio de la modernidad, propiciando espacios cerrados e incluso guetos sectarios. O bien de tipo radical, con claras conexiones con el yihadismo.
Una tercera tendencia estaría representada por el euroislam universalista, que apuesta por la plena integración en las instituciones en tanto que sus partidarios se definen también como ciudadanos europeos. Por tanto, rechaza la idea de musulmanes como minoría religiosa y el concepto de necesaria “adaptación” al contexto occidental. Por el contrario, subraya la contribución de los musulmanes en las sociedades en las que viven, en el derecho a su propia identidad y no a la diferenciación. Esta corriente, muy extendida entre los conversos, amplía al máximo las competencias del Islam, concebido en términos de alternativa al sistema. Un planteamiento que a menudo le emparenta con los nuevos movimientos sociales y/o antisistema, diluyendo su esencia religiosa.
La organización jurídica del Islam en Europa está sujeta a la legislación de cada Estado. De modo general, se hace depender de los ministerios del Interior o de Justicia. El FIOE (Federation of Islamic Organizations in Europe), creado en 1989 agrupa casi una treintena de organizaciones. Su mayor logro ha sido consolidar el Consejo Europeo para la Fatwa y la Investigación (CEFI), cuyo objetivo es elaborar un marco jurídico y doctrinal propio, adaptado a las circunstancias de los musulmanes en Europa. Basado en el Corán, la Sunna y el consenso de los expertos juristas musulmanes familiarizados con el entorno europeo. Esta “jurisprudencia en minoría” agrupa representantes de las tres tendencias. Para ello, elaborar sus recomendaciones (fatwas) suelen recurrir a recursos jurídicos abiertos, orientados a facilitar la adaptación y el cumplimiento de los preceptos islámicos.
Finalmente, puede decirse que el euroislam participa de los síntomas de las sociedades posmodernas: aculturación, globalización, individualismo, tecnicismo, crisis de identidad y desafío a la tradición. A largo plazo, el futuro se perfila en torno a una disyuntiva en la que el euroislam sea un mero gestor del culto o un euroislam con vocación política que deberá buscar acomodo en las legislaciones, no siempre favorables a una valoración positiva del hecho religioso.
Hoy celebramos a...