La guía del Papa para la autoevaluación hace posible un encuentro con JesúsNavegar en el mundo puede ser una lucha para el cristiano. No cabe duda que el mal se manifiesta a nuestro alrededor, y esto puede llevar a algunos cristianos a sentir desánimo y desesperación.
Sin embargo, la Iglesia nos invita a vivir como ejemplos de luz, en medio de este lodazal moral. Estamos llamados a ser testigos del amor de Cristo, una luz que está dentro de nosotros.
Desahogarse con las últimas intrigas políticas, lamentarse por la última marca de decadencia moral, e ir con cara triste no anima a nadie. Lo que el mundo necesita son ejemplos concretos de vidas auténticas vividas bien. Esta no es una tarea fácil cuando, siguiendo la enseñanza de Cristo, vivir una vida normal ya no es normal.
Algunos de nosotros recordamos de nuestras primeras catequesis que nuestro propósito en esta tierra es “conocer (a Dios), amarlo, y servirlo en este mundo, y ser felices con Él para siempre en (el paraíso)”. El orden de estos tres puntos es importante; el primero es conocerlo. No podemos amar a alguien que no conocemos.
Tenemos que descubrir quién es Jesús, teniendo un conocimiento experiencial de él. El arzobispo Fulton Sheen lamentó la falta de libros sobre nuestro Señor. Tenemos muchos libros de autoayuda, podemos leer sobre la vida espiritual, pero ponerlo en práctica, pasar tiempo ante nuestro Señor, nadie puede hacerlo por nosotros. Tenemos que hacerlo por nosotros mismos.
La oración no debería ser algo que dejamos para cuando tenemos un poco de tiempo. Tenemos que orar y hacerlo cada día, sacando tiempo especialmente cuando pensamos que no lo tenemos.
Una vez que nos hayamos comprometido con la oración regular –a veces descrita como oración mental, que es distinta de la forma de oración litúrgica– ganaremos claridad, que da mayor propósito a todas nuestras acciones. Dios cambiará nuestros corazones para quererlo más. Lo único que tenemos que hacer es un pequeño esfuerzo, mostrar un poco de bondad y generosidad.
Quizá esta es nuestra primera oración, “Señor, enséñanos a orar” como los apóstoles le pidieron. Y nosotros también le pedimos al Señor lo mismo.
Para contemplar, reflexionar, entender, se puede comenzar con The Spirit of Saint Francis: Inspiring Words from Pope Francis. El libro empieza por animarnos a comprometernos con la oración. Ahí, Francisco dice que encontraremos alegría y el rebosante amor de Cristo, que luego se reflejará en otros al vivir una vida auténtica, de manera sencilla y honesta.
Los temas que el Papa Francisco sugiere para meditar son el increíble amor de Dios por nosotros; su infinita misericordia y perdón; la oración diaria que lleva a una alegría más profunda y duradera que se derrama en nuestro espíritu evangelizador; y las virtudes: sencillez de vida y humildad, sobre las que haríamos bien en concentrarnos.
Al vivir sencillamente somos más capaces de preocuparnos por la creación, comenzando por aquellos con mayores necesidades hasta la protección de la Tierra, de la que somos administradores. Nuestra caridad debería dirigirse a los pobres y los marginados de la sociedad.
Nuestras vidas deberían hablar de Dios fuera de nuestras parroquias. No es suficiente enclaustrarnos en parroquias, especialmente cuando los que profesan y viven la fe católica son la minoría. Debemos dar testimonio de nuestra fe y ser instrumentos de paz y perdón, nunca de guerra o división.
Estemos o no de acuerdo con cada énfasis papal anunciado por el Papa Francisco, nos ha dado una guía para la autoevaluación. En estas reflexiones, el Papa desafía a los cristianos contemporáneos “a dar testimonio con alegría y sencillez de lo que somos y en lo que creemos”.
Breves fragmentos de las palabras de Francisco en el libro:
“Ser amigos de Dios significa orar con sencillez, como un niño le habla a su padre”.
“Nunca nos cansemos de buscar al Señor –de ser buscados por Él– de disponer nuestra relación con Él en silencio y escucha devota. Mantengamos nuestra mirada fija en Él, el centro del tiempo y la historia, hagamos espacio a su presencia dentro de nosotros”.
“Los milagros ocurren. Pero la oración es necesaria. La oración valiente, luchadora y perseverante, no orar por mera formalidad”.
“Ser cristianos es una relación viva con la Persona de Jesús, es revestirse de Él, es asimilarse a Él”.
“Necesitamos redescubrir un espíritu contemplativo para que el amor de Dios caliente nuestros corazones”.
“La Iglesia necesita urgentemente”, como él lo llama “el profundo aliento de la oración”. Descubrimos a través de la oración cuán infinitamente amados somos. Es en la oración que Dios nos habla sin el ruido de la palabras. Nos consuela cuando nos sentimos oprimidos, animándonos y fortaleciéndonos para perseverar un día más en el generoso servicio de Dios.
“Cuando dejamos que Jesús crucificado ponga su mirada sobre nosotros, somos recreados, nos volvemos ‘una nueva creación’. Todo empieza con esto: la experiencia de la gracia transformadora, la experiencia de ser amados no por mérito propio, sino a pesar de ser pecadores”.
Por Theresa Branch: se graduó del Hillsdale College, vive en Virginia. Es una esposa feliz que –cuando no está ocupada cambiando el mundo con un pañal a la vez– escribe. Puedes escribirle a su correo theresa.notes@gmail.com.