Muchos quieren ser cristianos tan sólo para gozar de la felicidad de esta vida: por eso, cuando ésta falla, fallan ellos #SanAgustin (Carta 140,11.29).
Ser cristiano en un ambiente propicio o por mantener un status quo familiar y social, es relativamente sencillo. El problema del cristiano socio-cultural es su incapaz de hacer fructificar su cristianismo en el día a día. Esto se hace más evidente cuando las cosas no van como queremos. Entonces olvidamos que llevamos el barniz cristiano y saltamos al agnosticismo más feroz.
¿Cómo te gloriarás de ser cristiano? Tienes el nombre, más no los hechos. Si manteniendo el nombre, queda postergada la obra, cualquier pagano te dirá: muestra tú con hechos que eres cristiano. ¿De qué te aprovecha el nombre donde no existe la realidad? #SanAgustin (Tratados sobre la primera carta de San Juan 5,12)
Ser cristiano necesita de un paso fundamental: la conversión. La conversión conlleva una transformación del ser. Ya se lo dijo claramente Cristo a Nicodemo:
"Te lo aseguro, el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: "Tenéis que nacer de nuevo"; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu." (Jn 3, 5-8)
La verdad es que no sé cómo nos atrevernos a llamarnos cristianos sin haber pasado por esta transformación de nuestro ser. Ese hombre nuevo que Cristo nos señala como objetivo y que nosotros miramos de reojo, desconfiados y llenos de prejuicios. El bautismo es el signo que nos marca para poder ser símbolos vivos de Cristo. Ahora, ¿Qué llevamos en nosotros de nuestro bautismo o nuestra confirmación?