Un pensamiento de san Alberto Hurtado
"Un cristiano sin preocupación intensa de amar, es como un agricultor despreocupado de la tierra, un marinero desinteresado del mar, un músico que no se cuida de la armonía. ¡Si el cristianismo es la religión del amor!, como decía un poeta.
Y ya lo había dicho Cristo Nuestro Señor: El primer mandamiento de la ley es amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu mente, con todas tus fuerzas; y añade inmediatamente: y el segundo, semejante al primero, es amarás a tu prójimo como a ti mismo por amor a Dios (cf. Mt 22,37-39)[…]
En este amor a nuestros hermanos, que nos exige el Maestro, nos precedió Él mismo. Por amor nos creó; caídos en culpa, por amor, el Hijo de Dios se hizo hombre, para hacernos a nosotros hijos de Dios (lo que a muchos, aun ahora, les parece una inmensa locura). El Verbo, al encarnarse, se unió místicamente a toda la naturaleza humana.
Cristo se ha hecho nuestro prójimo, o mejor, nuestro prójimo es Cristo que se presenta bajo tal o cual forma: paciente en los enfermos, necesitado en los menesterosos, prisionero en los encarcelados, triste en los que lloran. Si no lo vemos es porque nuestra fe es tibia. […]
Pero esta comprensión, ¿se habrá borrado del alma de los cristianos? ¿Por qué se nos echa en cara que no practicamos la doctrina del Maestro, que tenemos magníficas encíclicas pero no las realizamos? […]
Ustedes, 10.000 jóvenes que aquí están, ustedes jóvenes y familias católicas que me escuchan, sientan en sus corazones la responsabilidad de las almas[…]
San Alberto Hurtado. Artículo originalmente publicado por Oleada Joven