Hubiera podido parar su sufrimiento diciendo: “sí, me convierto al islam” pero no renegó Cristo, ahora su historia en un libro
Símbolo de la persecución de los cristianos en el mundo, Meriam, de 27 años, dio a luz en la cárcel por no querer renegar de su fe en Cristo. La mujer sudanesa ha sido considerada por el Papa Francisco como un fuerte testigo de constancia en la fe (14/07/2014). Ahora, la periodista italiana Antonella Napoli plasma la historia de la liberación en un libro que sigue paso a paso este drama con un final feliz.
Si los ojos son el espejo del alma, Napoli, al fijar la vista de Meriam ha contemplado “una gran fe y una consciencia única de que Dios la protegería siempre”. Sin pestañar o cavilar una respuesta, recordó a Aleteia los momentos más dramáticos del suplicio judicial de la mujer sudanesa.
Antonella Napoli junto a Meriam y el marido Daniel Wani con sus hijos, Martin y Maya |
Napoli ha abrazado a Meriam en la embajada de Estados Unidos en Jartum, Sudán, en horas interminables, antes de que pudiera salir del país con la intermediación del gobierno italiano. Ha seguido su caso desde el principio, abierto en los primeros meses de 2014, y ha mediado para obtener una interrogación al parlamento italiano para su liberación.
Al final, el gobierno de Roma hace presión y facilita un avión en el que viaja el jefe de la diplomacia italiana como fiador.
Riesgo de muerte por no renegar de su fe
“Soy cristiana y me llamo Meriam”, dijo la mujer embarazada de cinco meses y madre de otro niño de brazos (de 19 meses) ante un juez del tribunal de Jartum, consciente de que cada palabra pronunciada la acercaba a una condena mortal. Acusada de apostasía y adulterio, podía ser llevada a la horca. Hija de un musulmán, cargaba conscientemente la culpa de haberse casado por amor con un católico.
“Meriam hubiera podido parar con todo ese sufrimiento simplemente diciendo: Sí, me convierto al islam…De verdad, su fe es inmensa. Ella habla poco, pero tiene una gran fuerza espiritual -afirma la periodista-. A pesar de la enfermedad y el sufrimiento, Daniel nunca le pidió de renegar su fe en Cristo, en su marido tuvo un apoyo importantísimo”.
Meriam Yehya Ibrahim Ishag estuvo a la merced de un tribunal regido por la sharía (ley islámica) en Sudán, a pesar de vivir en una nación con una Constitución que garantiza la libertad de culto, pero con un vacío legislativo y judicial que deja entrar por la ventana el fundamentalismo.
El juez, tratándola con sospecha, le leyó la acusación del tribunal y el veredicto: sentencia de muerte. Embarazada, fue tratada como una delincuente peligrosa encadenada al tobillo. Su hija Maya nace en prisión. La Corte de apelación de Sudán la declaró inocente en junio 2014, tras una batalla jurídica emprendida por su abogado, Mohaned Mustafa al Nour y la ayuda de varios activistas, como Napoli.
La contienda fue promovida por la asociación nacida en 2005 Italians for Darfur, Amnistía Internacional, el gobierno italiano y contó con las presiones de la Iglesia católica.
Meriam y Daniel el día de su matrimonio |
Acusada por su familia paterna, Meriam, que nunca conoció a su padre porque la abandonó, ha sido educada en la fe cristiana por su inseparable madre, una mujer ortodoxa de nacionalidad etíope.
Casada con Daniel, sudanés refugiado en Estados Unidos vuelve al país y le conoce en una iglesia católica.
Final feliz y el abrazo con el Papa Francisco
Napoli cuenta a Aleteia la atención especial que el Papa Francisco dedicó a Meriam y a su familia, también en la audiencia privada en el Vaticano el pasado 14 de julio.
“Ella seguramente ha quedado muy impresionada por la gran humanidad demostrada por el Papa”, indicó la autora del libro, recientemente publicado en italiano,
Mi nombre es Meriam.
La audiencia fue un gesto del Papa Francisco, como tantos otros, que exterioriza cercanía, atención y oración por los cristianos que sufren persecuciones o limitaciones impuestas a su libertad religiosa.
“Cuando se saludaron al final de la audiencia, el Papa se quedó en la puerta de Santa Marta, la residencia donde vive, hasta que Daniel (esposo de Meriam), en silla de ruedas debido a una distrofia degenerativa, fue acomodado por los empleados en el automóvil". Allí permaneció (Francisco) con el brazo extendido hasta que sus huéspedes no se alejaron del todo.
El Papa Francisco en varios ocasiones y recientemente, en la audiencia general del miércoles 20 de mayo 2015, ha recordado que existen “tantos hermanos y hermanas exiliados o asesinados solo por el hecho de ser cristianos”. Y los ha llamado “mártires”.
También ha expresado su deseo de que se “acreciente la conciencia de que la libertad religiosa es un derecho humano inalienable”, para que “aumente la sensibilización sobre el drama de los cristianos perseguidos en nuestro tiempo y se ponga fin a este crimen inaceptable”.
Una nueva vida en Estados Unidos
La diplomacia de la Santa Sede ha tenido un papel discreto y constante en la liberación de Meriam. “Seguramente hubo una solicitud muy fuerte de los obispos de Sudán y de Sudán del Sur (donde viven la mayoría de cristianos) y la Santa Sede ha estado en contacto con el gobierno de Jartum teniendo un papel importante, pero sobre todo ha sido la diplomacia italiana la que ha hecho concretos los esfuerzos diplomáticos para la liberación”, confirmó Napoli.
Meriam vive ahora en New Hampshire, Estados Unidos, con su marido Daniel Wani (sudanés refugiado político en EEUU) y sus dos hijos, Maya de 10 meses y Martin de 3 años.
“Ella ha sido afortunada porque ha encontrado una comunidad sudanesa muy numerosa allí, la apoyan igualmente varias organizaciones pro-derechos humanos locales y asociaciones católicas. Ahora tienen una casa más grande gracias a los servicios sociales. Los niños tiene la Green Card, mientras ella espera de recibir la ciudadanía porque la amenaza fundamentalista acecha”.
El peligro fundamentalista no termina. De hecho, la familia paterna de Meriam ha apelado al tribunal de Jartum para hacerla repatriar y juzgarla en Sudán nuevamente.
“El fallo de la causa de apelación de los familiares está aún pendiente”. Por otro lado, los abogados de Meriam, están intentando una causa más ambiciosa para cancelar el delito de apostasía ante la Corte Constitucional del país afro-árabe.
“Para que nadie más vuelva a pasar por este tormento”.
Meriam no es un caso único
No obstante, la pesadilla no termina. Un éxodo de cristianos de Sudán a Sudan de Sur (la nación de mayoría cristiana que se independizó del gobierno islámico de Jartum) está en acto, y una nefasta normalidad mezcla iglesias demolidas, amenazas de muerte y persecución.
Quien resiste quedándose del lado de la frontera de mayoría musulmana arriesga la vida. Napoli cuenta que actualmente hay dos pastores evangélicos en la cárcel debido a su fe.
“Peter Yein Reith, pastor sudanés de una Iglesia presbiteriana en la capital del país, ha sido arrestado, junto a su esposa e hijo de un año. La policía lo fue a buscar después de celebrar el culto”. Luego nos cuenta del “pastor Yat Michael que llegó a Jartum con sus hijos para curarse, fue invitado a dar un sermón en una iglesia semi-destruida y fue arrestado por atentar contra la paz pública”. En ambos casos, pueden ser condenados a la pena de muerte.
Por su parte, Kate Allen, directora de Amnistía Internacional en Reino Unido, denunció que estos cristianos, cuanto “más tiempo pasan en la cárcel, más riesgo tienen de ser torturados”. Y advirtió que las autoridades sudanesas deben informar sobre dónde se encuentran recluidos, además de explicar de qué se les acusa, si no deberían ser liberados.
La portada del libro en italiano: Mi nombre es Meriam |