Podríamos decir que "lo mejor" es aquello que nos da sentido en grado supremo, absoluto, pleno y en lo que nos hace sentimos incluidos de forma total. Recordemos unas palabras de Cristo: “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará.” (Lc 9, 24). Ahora tomemos una frase de San Agustín:
Apartarse de lo que es en grado supremo para volverse a lo que es en menor grado: he ahí el comienzo de la mala voluntad #SanAgustin (La Ciudad de Dios 12,7)
¿Qué es en grado supremo? Sólo hay algo que podemos decir que es en grado supremo y es Cristo. Cristo es unidad, camino, verdad y vida. Apartarnos de Él para dedicarnos a “lo mejor para mí” conlleva perderle o alejarle de nosotros. ¿Cuántos católicos creen en un Dios lejano y desentendido de lo que a él/ella le interesa o necesita?
¿Qué actitud vemos en nosotros cuando nos dicen que “lo mejor” es no es lo que nos interesa? Como poco, incredulidad y desdén ¿Cómo va a ser mejor orar si lo mejor es leer cientos de libros? ¿Cómo va a ser lo mejor formarse cuando la acción de ayuda al necesitado es todo para mí? ¿Qué encontramos en esta competición? Justamente con lo que San Agustín indica: mala voluntad
La mala voluntad es la resistencia a poner empeño en algo que no nos interesa. La mala voluntad nos lleva, incluso, a actuar contra nuestros hermanos de forma más o menos evidente. La mala voluntad parte de la soberbia de creer que salvar nuestra vida es lo más importante, cuando lo realmente importante es “perderla” por Cristo.
¿Perder la vida? ¿Quién quiere perder su vida? Nadie lo desea. Lo que Cristo nos dice es que Negarnos a nosotros mismos y tomar la Cruz, es la única forma de seguir sus pasos.
¿Duro? Durísimo. ya lo dijo Cristo “…si no coméis la carne del Hijo del Hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Jn 6, 53). Por eso los propios Apóstoles dijeron “Dura es esta declaración; ¿quién puede escucharla?” (Jn 6, 60). Cristo les responde “El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Jn 6, 63)
Hay que cuidarse de que “lo mejor” no oculte o haga desaparecer a Cristo de nuestra vida. Lo mejor para mí, es un talento prestado por Cristo. Un talento similar a que ha dado a otras personas.