El Papa define el poder como servicio, indicando que consiste en “la inclinación ante la necesidad del otro”
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Nuestro Papa suele referirse a varios pasajes del Evangelio para mostrar cuál es el verdadero sentido del poder y, también, los errores en los que podemos caer a la hora de comprenderlo.
Uno de ellos, que comentó hace poco en su homilía matinal en Santa Marta, nos lo narra Mateo al recordar el momento en el que María Salomé, la mujer de Zebedeo y madre de Juan y Santiago, le pidió a Jesús que se acordara de dar un puesto de honor a sus hijos en el nuevo reino que anunciaba.
Jesús no se escandalizó ante esta petición, pero respondió poniendo frente a los apóstoles su destino, mostrando lo que el poderoso hace por aquellos a los que sirve: “¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?”
Salomé, y también los discípulos, seguían sin entender de qué reino hablaba el Maestro y lo interpretaban según sus pasiones y aspiraciones humanas. Sin embargo, Cristo quiere que se den cuenta de la necesidad de un cambio de actitud que lleva al que tiene más poder, más posibilidades, más capacidades, a utilizarlas al servicio de los demás y no sentirse superior al resto.
El Papa define el poder como servicio, indicando que consiste en “la inclinación ante la necesidad del otro”, una manera de comportarse que no sólo es ejemplo moral, sino todo un gesto político en el que se hace manifiesto el deseo de una sociedad mejor, más justa y más unida, donde las relaciones humanas sean verdaderos encuentros y no estén basadas únicamente en el interés y en la competencia:
“A esta luz comprendemos que una sociedad auténticamente humana, y por tanto también política, no lo será desde el minimalismo que afirma “convivir para sobrevivir” ni tampoco desde un mero “consenso de intereses diversos” con fines economicistas".
"Aunque todo esté contemplado y tenga su lugar en la siempre ambigua realidad de los hombres, la sociedad será auténtica sólo desde lo alto…, desde lo mejor de sí, desde la entrega desinteresada de los unos por los otros. Cuando emprendemos el camino del servicio renace en nosotros la confianza, se enciende el deseo de heroísmo, se descubre la propia grandeza.”
Estas palabras las decía Jorge Bergoglio en la catedral de Buenos Aires en el año 2001, y volvió a ellas en la misa de inauguración de su pontificado cuando señaló que “el verdadero poder es servicio” y que el Papa debe “poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe de san José y, como él, abrir los brazos para custodiar a todo el pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente los más pobres, los más débiles, los más pequeños.”
A veces escuchamos o leemos las palabras del Papa simplemente como pronunciamientos “piadosos”, de “buena voluntad”, o llamadas a un “buenismo” sentimental. Son mucho más.
La Doctrina Social de la Iglesia, y muy especialmente las encíclicas y mensajes de los últimos Papas desde el Concilio Vaticano II, constituyen un programa de transformación de nuestra vida y del mundo para abrirlo a Dios, a la gracia, a una renovación que es la verdadera fuente de esperanza.
“El servicio nos invita a converger, a madurar, a crear -en definitiva- una nueva dinámica social: la de la comunión en las diferencias cuyo fruto es la serenidad en la justicia y la paz” (Jorge Bergoglio, Homilía con motivo del Te Deum en la Fiesta Nacional Argentina, 25 de mayo de 2001).
Este es el motivo de que en el año 2005, cuando acompañaba a los porteños en su ofrenda de comida y ropa para los más necesitados en el santuario de San Cayetano, les dijera:
“Quizá alguno piense que somos ingenuos al decir estas cosas. Pero nuestro pueblo sabe muy bien lo que es el poder y lo que es el servicio. Nuestro pueblo sabe muy bien que venir a san Cayetano, a los pies del poderoso san Cayetano, es un gesto religioso y que -por ello mismo- es un gesto político en el más alto sentido de la palabra".
"Al tocar los pies del santo, al lavárselos con sus lágrimas, al musitar su pedido y suplicar el perdón de Jesús que limpia y dignifica, nuestro pueblo nos está diciendo a todos que el poder que Jesús le dio al santo es servicio, que todo poder es servicio y que no hay que usarlo para otra cosa.”