Sepultada por un terremoto en el siglo IX, la Basílica Santa María Antigua vuelve a ver la luz
Después de haber pasado más de un milenio bajo tierra, y tras más de un siglo de excavaciones, uno de los más antiguos lugares de culto mariano de los que se tenga noticia en Roma vuelve a abrir sus puertas, en el corazón de la antigüedad imperial de la ciudad eterna: el foro romano. Se trata de la Basílica Santa María Antigua, descubierta hace ya 116 años (exactamente en el 1900), en la pendiente del Palatino, por el arqueólogo romano Giacomo Boni.
Paradójicamente, haber quedado sepultada por cerca de 1200 años ha sido precisamente la tabla de salvación de la Basílica. La mayoría del patrimonio artístico de los siglos VII y VIII se perdió total o parcialmente a manos de los participantes en las revueltas iconoclastas, por lo que los frescos que aún se conservan en la basílica son hoy un testimonio único de arte cristiano de la temprana edad media no sólo en Roma sino en el mundo.
Entre ellos, destaca particularmente la que se considera la más antigua imagen de la Virgen María con el niño que, de acuerdo al arquitecto Francesco Prosperetti, superintendente de bienes arqueológicos de Roma, es el icono más antiguo de Roma y del mundo cristiano conservado en la ciudad.
Pero una de las revelaciones más interesantes del conjunto arquitectónico de Santa María Antigua es la del pasado bizantino de la propia Roma. A juzgar por las inscripciones en griego en el mármol y en las paredes de la basílica, Roma era una ciudad, por decir lo mínimo, bilingüe, pero, además, el estilo indiscutiblemente bizantino de los iconos de Santa María Antigua revelan que la influencia del imperio romano de Oriente no llegaría sólo a las costas italianas de Rávena, sino al propio Palatino.