Un edificio que fue comenzado en 1942 y que aún no está acabado del todo
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La catedral Nuestra Señora del Nahuel Huapi, de la diócesis de San Carlos de Bariloche, va camino a ser declarada monumento histórico nacional a raíz de una iniciativa de la senadora nacional por Río Negro, Silvina García Larraburu.
La legisladora rionegrina dijo que de aprobarse el proyecto sería la mejor forma de reconocer “los especiales valores religiosos, históricos y arquitectónicos” de la bella construcción.
El templo se encuentra en una pequeña elevación sobre la avenida costanera, entre las calles Palacios y Frey y está rodeada de un amplio parque.
Fue construida por el arquitecto Alejandro Bustillo, quien ofreció el proyecto en forma gratuita. También tuvo activa participación su colega Miguel Césari. Las obras comenzaron en 1942 y está construida en estilo neogótico “con reminiscencias francesas”.
En su arquitectura se destaca el uso de arcos apuntados, vitrales de forma ojival y un campanario con aguja que alcanza una altura de 69 metros.
La estructura principal es de hormigón y se terminó de construir en 1944, bajo la dirección del ingeniero Pedro Faukland, a quien acompañó como capataz Esteban Capitanich. Luego fue el turno de los picapedreros, que fueron los responsables principales de la fisonomía actual del templo.
Usaron la denominada “piedra blanca” proveniente de las canteras ubicadas en el cerro Carbón, al sur de la ciudad. El jefe del equipo fue el picapedrero esloveno José Lukman, a cuyo mando trabajaron 20 personas, de las cuales la mayoría se iniciaron en el oficio recién con esa obra.
El dinero para afrontar la etapa inicial del costoso proyecto fue aportado por el gobierno nacional. Una “comisión de damas” convocada por Exequiel Bustillo (hermano de Alejandro y presidente de Parques Nacionales) reunió donaciones para encargar los vitrales, que fueron colocados en 1947.
El templo nunca fue completamente terminado y durante décadas el interior fue sólo de hormigón desnudo y el piso de cemento alisado. Luis Fernández y Pablo Depellegrín proveyeron los primeros bancos.
En julio de 1993 el templo mayor, que hasta entonces dependía de Viedma, fue consagrado como catedral de la nueva diócesis de San Carlos de Bariloche.
Al año siguiente, cuando la ciudad se preparaba para recibir a la V Cumbre Iberoamericana de Presidentes, los arquitectos José Orol y Martín Jerman ejecutaron nuevas obras que incluyeron el levantamiento del piso, la colocación de un sistema de calefacción sueco y el tapizado de los muros con celdas prefabricadas que se rellenaron con la piedra original de la construcción.
Entre los detalles más vistosos de la catedral se destacan los vitrales, realizados en Buenos Aires por el vitralista francés Enrique Thomas. Está conformado por 45 piezas de gran tamaño en las que se combinan motivos religiosos clásicos con la historia de la región.
Aparecen entre otros los sacerdotes misioneros jesuitas Nicolás Mascardi y Francisco Menéndez, el sacerdote salesiano Domingo Milanesio (primero en radicarse en Bariloche), Ceferino Namuncurá y el general Julio Argentino Roca.
En fecha reciente fueron colocadas las esculturas que conforman el actual viacrucis, realizadas por el arquitecto Alejandro Santana con referencias al obispo Enrique Angelelli, la Madre Teresa y otros temas de la religiosidad popular.
También llama la atención en el altar mayor una imagen de la Virgen traída en 2004 desde Achao (Chiloé) que recrea la que acompañó al primer asentamiento jesuita en la costa neuquina del lago Nahuel Huapi, hace más de 350 años
Artículo originalmente publicado por AICA