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¿Qué piensa Papa Francisco sobre el matrimonio homosexual?

PAPIEŻ FRANCISZEK I JEGO PRZESŁANIE
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Marcelo López Cambronero - publicado el 13/03/15
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Sus declaraciones públicas sobre estas uniones desde que era Jorge Mario Bergoglio

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El tema de las uniones homosexuales es un requisito indispensable para que la Iglesia mire al mundo con una actitud de madre comprensiva y cariñosa que desea, desde Cristo, no dar la espalda a lo humano y a sus aspiraciones y deseos en cada momento histórico.

¿Cuál es la visión que Francisco tiene de esta cuestión? La respuesta puede encontrarse con algo de trabajo buceando en sus intervenciones y escritos como Papa y, anteriormente, como arzobispo de Buenos Aires y primado de Argentina.

En el año 2010 Jorge Bergoglio envió una carta muy explícita a Justo Carbajales, que era entonces Director del Departamento de Laicos de la Conferencia Episcopal Argentina.

El motivo de la misiva era la declaración de la comisión Episcopal de Laicos de dicha Conferencia Episcopal sobre la posible aprobación de la ley de matrimonio para personas del mismo sexo por parte del gobierno del país.


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¿Cuál es la posición que Bergoglio adopta en esta conversación epistolar?

En primer lugar señala su apoyo a la iniciativa de esta comisión que se movilizó en rechazo a esa ley, que consideró como “expresión de la responsabilidad del laicado” en tanto que “ciudadanos”.

Al mismo tiempo Bergoglio estaba preocupado porque este tipo de acciones no se tomen “contra nadie”, porque no se ha de juzgar a quienes piensen y sientan de manera diferente.

La actitud de la carta es clara. Se insiste en que la Iglesia no debe contraponerse a nadie, sino abrir sus brazos a todos, sea cual sea su sensibilidad y concepción de la sexualidad.

Muy al contrario, es muy consciente de que la construcción de una nación requiere evitar la exclusión de la diferencia e incluir a “la pluralidad y la diversidad”.

Al mismo tiempo sería un error de razón, de lógica y de justicia, “igualar lo que es diverso”, porque no nos encontramos, considera, ante una cuestión meramente lingüística, sino antropológica, ya que “la esencia del ser humano tiende a la unión del hombre y de la mujer como recíproca realización, atención y cuidado, y como el camino natural para la procreación.”

Este carácter esencial, que es anterior al estado y a la propia Iglesia, es la  base, continúa, del matrimonio, que es a su vez base de la familia como célula de especial relevancia social.

Por eso la aprobación de un proyecto de ley que igualase la unión homosexual y el matrimonio “significaría un real y grave retroceso antropológico”.

Textualmente podemos leer que “no es lo mismo el matrimonio (conformado por varón y mujer) que la unión de dos personas del mismo sexo. Distinguir no es discriminar sino respetar; diferenciar para discernir es valorar con propiedad, no discriminar.”

Porque si es necesario para construir la pluralidad respetar y valorar lo distinto es contradictorio pretender minimizar las diferencias humanas fundamentales. Al contrario, el reto es mirar a los ojos la diferencia, acogerla y amarla sin miedo y asumiendo sus consecuencias.

Bergoglio no descuida otro de los argumentos que considera importantes y que es el derecho del niño a tener un padre y una madre, aspecto decisivo de cara a su crianza y educación. Hemos cuidar no dejar de lado el carácter “prioritario” de este derecho si no queremos cometer una injusticia.

Finalmente reitera su deseo de que la defensa de una verdad de la que el cristiano no es dueño, sino servidor, no conlleve ningún tipo de agresividad o violencia contra el hermano, por lo que recuerda, como tantas veces ha hecho, la importancia de sostener una actitud de mansedumbre.

A lo largo de su pontificado, el papa Francisco ha hablado sobre homosexualidad varias veces y ha mostrado públicamente su afecto a distintas personas homosexuales y transexuales.

Creo que no existe ninguna confusión en este punto: el Papa acoge y ama sinceramente al que se siente distinto, al que vive con orgullo, o con sufrimiento, una sexualidad que puede considerarse minoritaria y que en muchos momentos ha acarreado y acarrea aberrantes situaciones de discriminación.

Otra actitud sí que sería injustificable en un cristiano y esto no significa que esté de acuerdo con la visión ideológica que pueda mantener cualquiera de las muchas personas que el Papa recibe o con las que habla.

No nos equivoquemos: si anteponemos requisitos al amor es que estamos anteponiendo nuestras manías y teorías a Cristo.


PAPIEŻ FRANCISZEK
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Ofrecemos a continuación la carta que el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio escribió sobre el tema:

“Al Sr. Dr. JUSTO CARBAJALES
Director del Departamento de Laicos
Conferencia Episcopal Argentina
Suipacha 1032
1008 – BUENOS AIRES

Querido Justo:

La comisión Episcopal de Laicos de la CEA, en su carácter de ciudadanos, tuvo la iniciativa de realizar una manifestación ante la posible sanción de la ley de matrimonio para personas del mismo sexo, reafirmando –a la vez- la necesidad de que los niños tengan derecho a tener padre y madre para su crianza y educación. Por medio de estas líneas deseo brindar mi apoyo a esta expresión de responsabilidad del laicado.

Sé, porque me lo has expresado, que no será un acto contra nadie, dado que no queremos juzgar a quienes piensan y sienten de un modo distinto. Sin embargo, más que nunca, de cara al bicentenario y con la certeza de construir una Nación que incluya la pluralidad y la diversidad de sus ciudadanos, sostenemos claramente que no se puede igualar lo que es diverso; en una convivencia social es necesaria la aceptación de las diferencias.

No se trata de una cuestión de mera terminología o de convenciones formales de una relación privada, sino de un vínculo de naturaleza antropológica. La esencia del ser humano tiende a la unión del hombre y de la mujer como recíproca realización, atención y cuidado, y como el camino natural para la procreación. Esto confiere al matrimonio trascendencia social y carácter público. El matrimonio precede al Estado, es base de la familia, célula de la sociedad, anterior a toda legislación y anterior a la misma Iglesia. De ahí que la aprobación del proyecto de ley en ciernes significaría un real y grave retroceso antropológico.

No es lo mismo el matrimonio (conformado por varón y mujer) que la unión de dos personas del mismo sexo. Distinguir no es discriminar sino respetar; diferenciar para discernir es valorar con propiedad, no discriminar. En un tiempo en que ponemos énfasis en la riqueza del pluralismo y la diversidad cultural y social, resulta una contradicción minimizar las diferencias humanas fundamentales. No es lo mismo un padre que una madre. No podemos enseñar a las futuras generaciones que es igual prepararse para desplegar un proyecto de familia asumiendo el compromiso de una relación estable entre varón y mujer que convivir con una persona del mismo sexo.

Tengamos cuidado de que, tratando anteponer y velar por un pretendido derecho de los adultos dejemos de lado el prioritario derecho de los niños (que deben ser los únicos privilegiados) a contar con modelos de padre y madre, a tener papá y mamá.

Te encargo que, de  parte de  Ustedes, tanto  en el  lenguaje  como en el corazón, no haya muestras de agresividad ni de violencia hacia ningún hermano. Los cristianos actuamos como servidores de una verdad y no como sus dueños. Ruego al Señor que, con su mansedumbre, esa mansedumbre que nos pide a todos nosotros, los acompañe en el acto.

Te pido, por favor, que reces y hagas rezar por mí. Que Jesús te bendiga y la Virgen santa te cuide.

Fraternalmente,

 Card. Jorge Mario Bergoglio s.j.

 


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