Claudio de la Colombière nació cerca de Lyon (Francia) en 1641, en una familia católica.
No le atraía la vida religiosa, pero descubrió que había nacido para ser sacerdote y entró en la Compañía de Jesús.
Estaba formado en Filosofía y Humanidades y era buen predicador. Por eso enseguida le encargaron varias tandas de ejercicios espirituales.
Y fue precisamente ese el momento en que se sintió llamado a consagrarse al Sagrado Corazón de Jesús.
Santa Margarita, una buena influencia
Después de ser ordenado sacerdote en 1675, conoció a Margarita María Alacoque, una religiosa (después santa) que pasaba un momento de prueba: sus superiores no la creían cuando decía que había recibido revelaciones del Sagrado Corazón.
Claudio de la Colombière la animó a perseverar confiando en Dios y comenzó él a difundir la devoción al Sagrado Corazón.
Viajó a Londres como predicador de la duquesa de York, pero allí fue injustamente encarcelado.
Se le condenó a muerte, aunque finalmente fue desterrado. Sin embargo, su salud quedó muy afectada.
El santo murió el 15 de febrero de 1682.
Santo patrón
San Claudio de la Colombière es patrono de fabricantes de juguetes y torneros.
Ofrecimiento al Corazón de Jesucristo (de san Claudio)
“Adorable y amable Corazón de Jesús,
en reparación de tantos pecados e ingratitudes
y para evitar que yo caiga en tal desgracia,
te ofrezco mi corazón con todos los sentimientos de que es capaz
y me entrego todo a Ti.
Con la mayor sinceridad (al menos así lo espero)
desde este momento deseo olvidarme de mí mismo
y de cuanto pueda tener relación conmigo,
para eliminar todo obstáculo que pueda impedirme
entrar en tu Corazón divino que has tenido la bondad de abrirme
y en el que ansío entrar junto con tus servidores más fieles,
para vivir y morir invadido e inflamado por tu amor…
Sagrado Corazón de Jesús,
enséñame a olvidarme enteramente de mí,
ya que este es el único camino para entrar en Ti.
Y puesto que cuanto haré en adelante será tuyo,
haz que no realice nunca nada que no sea digno de Ti.
Enséñame qué debo hacer para llegar a la pureza de tu amor,
del que me has infundido tan gran deseo.
Experimento una gran voluntad de complacerte,
pero al mismo tiempo me veo en la imposibilidad de realizarlo
sin tu luz especial y tu ayuda.
Cumple en mí tu voluntad incluso contra mi querer.
A Ti corresponde, Corazón divino de Jesús, cumplirlo todo en mí;
y de este modo, si llego a santo, tuya será la gloria de mi santificación.
Para mí esto es más claro que la luz del día,
pero para Ti será una magnífica gloria.
Solo para esto deseo la perfección. Amén.”