Lourdes es la Virgen a la que millones de personas acuden buscando salud, sanación. “Yo soy la Inmaculada Concepción”: así se presentó a la pastorcita Bernadette cuando se le apareció en el año 1856 en los pirineos franceses.
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Ella es una señora pura, como el agua del manantial de su visitadísimo Santuario, al que tantos acuden para quedar limpios, de enfermedades físicas, psicológicas o espirituales.
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Todo empezó el 11 de febrero de 1856. Bernadette Soubirous ve en la gruta de Massabielle junto al río Gave de Pau, a “una dama vestida de blanco que llevaba un vestido blanco, una vela blanca también, un cinturón azul y una rosa amarilla sobre cada pie”. Ella es sólo una pastora de 14 años de una familia humilde.
En poco más de 5 meses, María se le apareció 18 veces, con un mensaje de esperanza y de cambio.
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Desde entonces, muchas personas han visitado a María en el pequeño pueblo de Lourdes y algunas han recibido favores y milagros.
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La fe en la Virgen de Lourdes se ha extendido por todo el mundo. Ella lleva un gran regalo: la sanación de Dios, la purificación.