El que podría ser uno de los hallazgos más interesantes de España, los restos de Miguel de Cervantes, no ha sacado de su rutina a las monjas del madrileño convento de las Trinitarias, que no tendrían inconveniente en que los turistas visitaran el lugar donde descansó 400 años el escritor.
“Con mucha tranquilidad” es como estas monjas están viviendo todo el proceso de búsqueda de los restos de Miguel de Cervantes, según declara Sor Amada de Jesús, la madre superiora del convento trinitario donde se da por hecho que reposa el escritor desde su muerte en 1616.
Ni los trabajos realizados durante meses por el equipo de forenses y arqueólogos ni la expectación mediática han alterado un ápice la vida de las religiosas, que están “al margen” de la operación con la que se espera encontrar al autor de El Quijote.
De hecho, Sor Amada de Jesús asegura que han vivido con total normalidad y tranquilidad las últimas noticias en que se supo que ha aparecido un ataúd con las iniciales M C con múltiples restos óseos en su interior.
Y aunque se confirmara que los restos encontrados son de Cervantes, no tendrían inconveniente en que el templo se convirtiera en un lugar de peregrinación de curiosos, turistas y admiradores del escritor, del que se celebra centenario en este 2015.
El monasterio de San Ildefonso y San Juan de Mata, más conocido por su antiguo nombre de Convento de las Trinitarias Descalzas de San Ildefonso, es un conjunto arquitectónico barroco, situado en la zona conocida como Madrid de los Austrias.
Aunque la construcción primitiva data de 1609, la fábrica actual corresponde a ampliaciones y reformas posteriores. Consta de una iglesia y un convento que fueron declarados Bien de Interés Cultural.
La iglesia actual tiene la particularidad de estar rodeada por el convento. Aquí profesaron una hija natural de Cervantes y sor Marcela de San Félix, hija del también escritor Lope de Vega.
La comitiva fúnebre de este se desvió para pasar frente al convento para que su hija pudiera presenciarla desde una ventana. Algunos de los muebles que se exhiben en la actualidad en la Casa-Museo de Lope de Vega proceden de este convento.
La historia del inmueble está estrechamente vinculada a don Miguel de Cervantes, enterrado allí, y al que la orden habría liberado de su cautiverio en Argel. Desafortunadamente, no se tenía constancia del lugar exacto en el que descansan los restos, dadas las múltiples intervenciones realizadas en el inmueble.
Se trata de una edificación de carácter sobrio, prototipo de la arquitectura conventual madrileña del siglo XVII. Su iglesia tiene planta de cruz latina de una sola nave, ornamentada con importantes retablos barrocos.
A ella se adosa un patio cuadrado en torno al cual se articulan las diferentes dependencias conventuales. Sus fachadas responden a la tradicional combinación de paramentos de ladrillo visto y zócalos de granito, tan habituales en el barroco de la zona.
Como dato curioso, resulta que en la calle Lope de Vega se encuentra el convento donde está enterrado su ¨rival literario¨ Cervantes. Después callejeando por este increíble barrio de las letras descubres que la calle donde vivió Lope de Vega se llama De Cervantes.
Los investigadores habrán podido detectar en esos huesos algunos de los rasgos característicos del autor alcalaíno: su mano izquierda estaba inutilizada (aunque no era manco); y tenía tres disparos de arcabuz en el pecho tras su participación en la Batalla de Lepanto.
En ella, en 1571, combatieron las fuerzas navales de la alianza cristiana y los turcos. Cervantes se sentía muy orgulloso de haber participado en la batalla, a pesar de las lesiones que sufrió.