Misioneros Ad gentes “Virgen de Coromoto”, es un proyecto evangelizador de las Obras Misionales Pontificias y la Conferencia Episcopal de Venezuela, en África
“Aquel día nunca lo voy a olvidar. Los nervios me atacaron y no podía caminar cuando el 1 de diciembre de 2013, en la misa de clausura del IV Congreso Americano Misionero, en la plaza ubicada frente a la Basílica ‘Nuestra Señora de Chiquinquirá’, en Maracaibo, dijeron mi nombre y el lugar a donde iba ser enviado para llevar el mensaje de Jesucristo: Mozambique”.
Así comienza el testimonio que el profesor universitario Néstor Alexánder Quintero Aldama remitió a la corresponsalía de Aleteia en Venezuela, convencido de motivar a otras personas e instituciones a embarcarse en proyectos similares, en procura de llevar el mensaje de Jesucristo allende los mares.
Quintero Aldama es de la Diócesis de Punto Fijo – Venezuela, y actualmente realiza un servicio misionero en Mozambique, país ubicado al sureste del continente africano, formando parte del proyecto “Misioneros Ad Gentes Virgen de Coromoto”, apuntalado por las Obras Misionales Pontificias y la Conferencia Episcopal Venezolana, para una primera etapa de cuatro años.
“Me parecía un sueño”, – indicó, agregando lo que en su corazón le dijo al Señor: “Abrázame fuerte que esta misión es muy grande para mí y mis fuerzas no me alcanzan (…) Por favor, Jesús, abrázame fuerte amigo, para no caerme (…) que me tiembla hasta la cédula de identidad”.
Dejar la comodidad por Cristo
Néstor Quintero es profesor de Educación Integral, graduado en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, en el año 2004; luego, en 2013, obtiene un Magister Scientiarum en Intervención Social, quedando capacitado para interesarse en los procesos sociales de nivel nuclear, es decir la familia; micro o vinculadas a comunidades y organizaciones; nivel meso que conforman estados, municipios, gerencias; y hasta el nivel macro: país, región y corporaciones.
Reconoce que “no ha sido fácil dejar el confort de una casa, la vida familiar, los amigos, la comunidad cristiana, el estatus quo de un buen trabajo como docente universitario, las seguridades que brinda tu tierra y tus raíces, un proyecto de vida, afectos, historias (…) pero de verdad siento que valió, ha valido y vale la pena”, dice en su escrito.
Como todo tiene un origen, el llamado del profesor Quintero Aldama, también tuvo el suyo. Cuenta que surge hace poco más de tres años en Argentina cuando realizaba un Diplomado en el Centro de Misionología para el Cono Sur de América ‘Juan Pablo II’. “Frente a la Invitación de Jesús de ir a tierras donde la Iglesia aún estaba en sus primeros pasos, donde aún había mucha gente que no lo conocía”. Reflexionó en el cantautor Eduardo Meana: “¿Qué te daré? ¿Qué te daremos? Si todo, todo es tu regalo, te ofreceré, te ofreceremos, esto que somos, esto que soy, esto te doy”.
Su respuesta fue inmediata: “Cómo negarme, si nadie en el mundo me ha amado como tú, cómo cerrar los ojos ante tu necesidad, cómo no responder a la fuerza de tu amor que impulsa esta pequeña vida y saca de ella lo más grande”. Y como aquella joven virgen, llamada María, dijo sí.
Entonces comenzó el camino misionero. Solicitó ante las OMP de Venezuela le ayudaran al discernimiento vocacional, a la formación y preparación para partir a tierras de misión. “Mi iglesia local, la Diócesis de Punto Fijo, siempre estuvo alentando mi Vocación (…), y de manera especial mi Obispo, Monseñor Juan María Leonardi”, recientemente fallecido, “para quien más que un fiel laico, fui un hijo que cuidaba, orientaba y hasta exigía con celo y ardor”.
De esta manera, ese 1 de diciembre, junto al padre Emérito Peña (Diócesis de Barinas), la profesora Yulimar Rivas (Diócesis San Carlos – El Vigía),