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Se equivoca quien imagina saber lo que no sabe

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Nestor Mora - publicado el 19/01/15
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Una de las frases que más me han impactado la escuché de pequeño en la película Bambí, que fue la primera película a la que me llevó mi madre. En determinado momenmto, el conejito Tambor dice a Bambi: “Si al hablar no vas a agradar, es mejor callar”. Con el tiempo he ampliado su significado a “cuando al hablar no vas a hacer un bien, mejor quédate callado”. Hace tiempo, una persona me comentó, jovialmente, que la “teología de Tambor” tenía más profundidad de lo que parece.

 

Me parece que yerra, no el que reconoce su ignorancia, sino el que se imagina saber lo que no sabe #SanAgustin (Carta 199,13).

 

Cuántas cosas creemos saber y que pocas realmente sabemos. ¿Cómo somos capaces de hablar cuando no entendemos lo que decimos? A veces nuestra soberbia nos lleva a elevar la ignorancia que portamos, a nivel de ciencia irrefutable. Podemos tomar como ejemplo la Torre de Babel, en la que la ignorancia de sus constructores les llevó a crear una estructura grandiosa, pero inservible. ¿Cómo acceder a Dios por medios humanos? ¿Cómo conquistar, con armas humanas, un Reino que no es deste mundo?

Cuando aparece la soberbia, sólo podemosa hacernos daño a nosotros mismos y a quienes nos rodean. El castigo a los constructores de cuaquier Torre de Babel es la propia ignorancia de quien lanza una piedra al cielo y recibe el impacto sobre su cabeza. El resultado de la soberbia siempre es la pérdida de la comunicación.

 

Es interesante reflexionar sobre cómo utilizamos los signos con los que nos comunicamos y cuanta ignorancia llevamos con nosotros cuando los utilizamos sin pensar en quienes nos escuchan. Despreciar la comunicación es despreciar a quien tenemos delante. La ignorancia es tan soberbia que termina por señalar que la culpa la tiene el receptor, por entender de forma incorrecta el mensaje. La ignorancia es la fuente la soberbia, que nos lleva al pecado. Pecado que no queda en nosotros, sino que se difunde y produce sufrimiento en todos los que reciben el mensaje de nuestras palabras, sentimientos, signos y acciones.

 

Buenos días, tardes o noches

 
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