Ya estamos finalizando la semana laboral y seguramente el el cansancio acumulado nos esté pasando factura. No es fácil andar el día a día sino que aparezca el cansancio. Cansancio que a veces nos confunde, porque no lleva fácilmente a la desesperanza. Nos preguntamos si la falta de fuerzas no proviene de la sequedad del alma y de la distancia de Dios. Es como si se creara un muro que nos separa de Cristo y nos impidiera sentirlo cercano.
En esos momentos es cuando la fe debe actuar, ya que las sensaciones se disipan con Luz y el la fe es la luz que abre las tinieblas que nos rodean. El primer paso es confiar, porque sabemos que el camino es largo y cansado.
Quien desee tal patria [el Cielo]] no tema el camino fatigoso #SanAgustin (Sermón 298,3)
La frase de San Agustin se refiere al final de nuestra peregrinación, cuando el Padre nos acoja y demos cuenta de lo que hemos hecho durante nuestra vida. Pero también podemos pensar en el camino semanal que andamos con la esperanza de llegar al Domingo, día del Señor. Tarde o temprano, el Señor dona descanso a nuestras limitadas fuerzas. A veces parece que este descanso nunca llegará, pero la fe nos debería de ayudar a dar pasos hacia la meta. ¿No tenemos fuerza? Oremos al Señor para que aumente nuestra fe, que si la tuviéramos como un grano de mostaza, moveriamos la gran montaña de nuestro cansancio.
Buenos días, tardes o noches